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Uniformes de todas las Fuerzas Armadas alternaban ayer con sobrios trajes civiles en la primera jornada del seminario sobre “Los valores y principios de la profesión militar”, organizado por la Armada y el Ministerio de Defensa. “No hay resarcimiento posible mientras dure la incertidumbre sobre todo en el caso de las desapariciones forzadas de personas (...) Como escribió Antonio Machado: ‘Alegrémonos que la verdad se diga aunque sea dicha tardíamente y aunque sea dicha en contra nuestra”, dijo en medio de su exposición académica el venezolano Pedro Nikken, el ex juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, uno de los invitados extranjeros que, junto con la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú expondrán todos los jueves de junio en la Casa Amarilla, el museo en que se transformó la residencia del almirante Guillermo Brown en La Boca.
–¿Cómo se aplica el derecho internacional sobre derechos humanos a los crímenes cometidos por el terrorismo? –le preguntó uno de los participantes desde el anonimato de la letra escrita a Nikken.
–El terrorismo es un crimen inaceptable, es un acto profundamente inmoral; sin embargo, a los que cometen los actos terroristas no se los vincula con la soberanía de un país, por lo tanto son crímenes horribles, pero no se los puede encuadrar en la legislación internacional sobre violaciones a los derechos humanos. Si a los terroristas se los reconociera como violadores de los derechos humanos se les estaría elevando la categoría a la altura de un Estado –argumentó el ex integrante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ex director del Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
–¿A qué atribuye la poca voluntad de condenar las violaciones a los derechos humanos en Cuba? –fue el siguiente interrogante dirigido a otro de los expositores, el vicecanciller Jorge Taiana, quien estuvo ocho años preso durante la última dictadura militar.
–No creo que haya poca voluntad en los organismos internacionales. Se han aprobado resoluciones vinculadas con la situación de los derechos humanos en Cuba. Si ustedes me quieren preguntar sobre la abstención de la Argentina les digo que creemos que en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas se vive una situación de politización sobre el caso Cuba. Como resultado de esto, el proyecto de resolución que se aprueba no contribuye a un mayor goce de los derechos humanos en Cuba. Hablamos de politización por una cuestión sencilla: en América hay 35 países, en muchos hay situaciones violatorias de los derechos económicos, sociales, culturales, ejecuciones extrajudiciales en centros de detención, pena de muerte a menores, sin embargo en la comisión hay una sola resolución: la que atiende el caso de Cuba –respondió Taiana, quien había centrado su exposición sobre “La ética en los actos de las fuerzas militares que integran contingentes multinacionales de paz”.
El resultado de la primera jornada del encuentro “La Armada Argentina proa al bicentenario” puso en evidencia desconfianzas sobrevivientes pero, sobre todo, dejó en claro la utilidad de debatir y argumentar confrontando el avance en la discusión sobre el respeto inalienable a los derechos humanos con la historia reciente, el presente y el futuro de las Fuerzas Armadas. Al inaugurar el seminario, el jefe de la Armada, Jorge Omar Godoy, destacó que “la adhesión a esos principios superiores, a ese modelo ético apuntado, no deviene por la vía de la imposición. Tampoco basta con editar manuales o códigos que contemplen aquellas conductas”. Godoy realizó en marzo del 2004 una autocrítica sobre el rol de la Armada durante la represión ilegal y en aquel momento recibió el apoyo de Rigoberta Menchú, quien en su país, Guatemala, tuvo un rol protagónico en el proceso de paz después de años de la represión ilegal liderada por los militares. “El almirante es amigo de Rigoberta”, comentaban ayer –para desconcierto de sus interlocutores– colaboradores de Godoy al explicar la participación de la Premio Nobel de la Paz prevista para el jueves 16, quien expondrá sobre “Construcción de una cultura de paz: rol de las Fuerzas Armadas”.
Antes de sentarse en la primera fila, el ministro de Defensa José Pampuro destacó que “el primer imperativo ético es cumplir con la ley. Y la ley de leyes es la Constitución. Ella expresa el conjunto de valores fundacionales de la Nación. Y deja plasmada la elección de una forma republicana de organización política, lo que implica también el desarrollo de una moral”. Desde ese lugar escuchó a Taiana explayarse sobre la continuidad de la participación de militares argentinos en las Misiones de Paz, felicitarlos por la “conducta intachable” que han mantenido y explicar que “el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de derechos humanos no son compartimentos estancos. El derecho internacional humanitario es la sumatoria del derecho internacional de derechos humanos de las partes en conflicto. Las personas tienen derechos inalienables más allá de ser ciudadanos de tal o cual Estado”.
Antes de entregarse a las preguntas, Nikken estableció una frontera entre “la defensa y la seguridad: la defensa se ocupa de garantizar la soberanía e integridad territorial. La seguridad implica un concepto más amplio que garantiza los derechos individuales de las personas y excede el ámbito de las Fuerzas Armadas y es responsabilidad de otros sectores de la sociedad y el Estado”, dijo y advirtió que “sin democracia no hay derechos humanos. El Estado sólo es libre cuando se edifica sobre un pueblo libre”. El próximo jueves seguirá el cruce en la Casa Amarilla.