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Cacho Alvarez va de salida y con licencia en Avellaneda

Después del conflicto con el gremio municipal, el todavía duhaldista intendente de Avellaneda quedó debilitado: dejó en su lugar transitoriamente a Oscar Fariña y nadie le auspicia un buen futuro.

 Por Martín Piqué

El intendente de Avellaneda, Baldomero “Cacho” Alvarez, se tomó unos días de vacaciones y delegó el poder en un hombre de confianza, el concejal Oscar Fariña. La decisión no sorprendió demasiado en la zona. Todavía está muy fresco el enfrentamiento entre el gremio municipal y funcionarios de la comuna que se produjo hace dos semanas. En la pelea, partidarios del intendente dispararon con armas de fuego contra los gremialistas. Pero el caso desapareció de las pantallas y Alvarez aprovechó para buscar un acercamiento con el Gobierno. Se entrevistó con el ministro del Interior, Aníbal Fernández. La reunión generó rumores contradictorios que anticipan un alejamiento anticipado de Alvarez o, por el contrario, sugieren que logró un pacto con el Ejecutivo para que le garanticen la “gobernabilidad”. Entretanto, la Justicia sigue investigando los incidentes. Las imágenes de video que registró el tesorero del sindicato podrían comprometer más aún la posición del intendente.
Tras la pelea del 2 de noviembre, Alvarez trató de buscar apoyos entre sus compañeros del duhaldismo. “Me dejaron solo”, se quejó. Consiguió apenas una declaración algo tímida que exigía al Gobierno que estuviera atento ante los episodios de violencia, y allí se englobaban el incendio de los trenes de Haedo y la pelea en la Municipalidad de Avellaneda. El intendente buscó entonces oídos más receptivos. Los encontró en el ministro del Interior, quien por su función dentro del Ejecutivo tuvo que interventir en el caso. Los disparos habían sido registrados por una cámara del noticiero del Canal 5 de Avellaneda.
En las imágenes se veía al secretario privado del intendente, Daniel Lamarmara, entre un grupo de personas de civil que intercambiaban insultos y amenazas con los miembros del sindicato municipal. Luego algunos se parapetaban detrás de las vallas que rodean a la intendencia y desde allí disparaban a los delegados sindicales. Tras estudiar esa escena, la Justicia detuvo a dos de los supuestos agresores: sus nombres eran Marcelo Sandoval, a quien se le encontró una pistola 9 milímetros con la numeración limada, y Carlos Acoitía. Ambos fueron detenidos en el despacho privado del propio intendente.
Ese era, hasta ahora, el hecho más comprometedor para Alvarez. Pero quienes vieron las imágenes aportarían esta semana más elementos que comprometerían al entorno más cercano del intendente. Vale recordar que el incidente de los disparos terminó con un herido de bala, Miguel Garea, con un tiro en el omóplato, y otro manifestante que dijo que un balazo le había rozado la cabeza. Pocos días después, el ministro del Interior consideró que “ni el gremio ni el municipio son grupos violentos”.
Las imágenes fueron tomadas por el tesorero del Sindicato de Empleados Municipales de Avellaneda, Fabián Debasto. Por razones de seguridad, el gremialista suele llevar una cámara a las movilizaciones del gremio. El original de esas imágenes fue secuestrado por el juzgado, pero en el gremio conservaron una copia. Hace unos días, en el noticiero de un canal de cable con información de la zona sur del conurbano, uno de los conductores adelantó que esta semana podría conocerse la identidad de otro de los agresores.
Si esta semana se difunden las imágenes y se confirma la participación de allegados al intendente, la situación de Alvarez podría agravarse en términos políticos. A nivel judicial el caso no es menor: en las imágenes se ven personas de civil que disparan apoyados contra las vallas y dos de los implicados –Sandoval y Acoitía– fueron detenidos en su propio despacho. Mientras tanto, el municipio está transitoriamente en manos del concejal Oscar Fariña, ex viceministro de Salud bonaerense e incondicional del intendente.

Gobernabilidad
La suerte de Alvarez podría ser sintomática de las necesidades de los intendentes que apostaron por Chiche y perdieron el control de los concejos deliberantes. Esta situación, agravada en el caso de Avellaneda por el episodio del 2 de noviembre, estaría provocando que muchos jefes comunales estén negociando acuerdos de “gobernabilidad” con importantes figuras del Gobierno, incluso del gabinete. El más urgido sería Alvarez, quien inició una negociación con la que aspira a mantener ascendencia sobre el distrito. Una de las estrategias es conseguir nuevos concejales que lo apoyen, incluso de partidos que fueron rivales del duhaldismo, como el PRO de Mauricio Macri (ver nota aparte).
En el peor de los casos, Alvarez no descartaría alejarse “en forma digna” a través de una licencia por tiempo indefinido o con una renuncia anticipada. Según dirigentes del kirchnerismo que tienen un pasado en el duhaldismo y lo conocen muy bien, evaluó esa opción en algunas charlas que tuvo con sus allegados. En ese caso lo reemplazaría Fariña. Otro dirigente que siempre fue mencionado entre los candidatos a sucederlo es Armando Bartolotto, concejal del duhaldismo de Avellaneda. Cada vez que Alvarez se tomaba unos días de vacaciones o se iba de licencia, Bartolotto asumía temporariamente el mando de la comuna. Por esos antecedentes, en Avellaneda llamó la atención que en esta última oportunidad el intendente dejara el mando en manos de Fariña.
“Fariña tiene un perfil distinto de Bartolotto. Es médico, estuvo cerca de Ginés González García y puede adaptarse mejor a los tiempos”, dice un hombre del Frente para la Victoria que camina mucho por el sur del conurbano.

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El intendente de Avellaneda, Baldomero “Cacho” Alvarez, quiso acercarse al kirchnerismo.
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