EL PAíS
“Lo que pasa es que en general los presidentes no conocen de economía”
Ex ministro y ex secretario general del gobierno de De la Rúa, Nicolás Gallo fue de los más cercanos al ex presidente. Ensaya una defensa y una autocrítica por lo que terminó “en tragedia”.
Por José Natanson
Como ministro de Infraestructura primero y como secretario General de la Presidencia después, Nicolás Gallo fue uno de los hombres que más cerca estuvo de Fernando de la Rúa. En diálogo con Página/12 desde la costa, donde veranea con su familia, Gallo formula una primera autocrítica de la gestión: “Hubo diagnósticos equivocados de los sucesivos ministros de Economía, y soluciones equivocadas”, dice. El amigo del Presidente –uno de los pocos que lo acompañó en sus trágicos momentos finales– analiza las últimas 48 horas del gobierno de la Alianza. “Fue una tragedia”, reconoce. Y habla sobre la responsabilidad por las siete muertes en la Plaza de Mayo. “Hay responsabilidades clásicas que no se pueden mezclar”, señala, en referencia al ministro del Interior y al secretario de Seguridad.
–¿Cuál fue el principal error de De la Rúa?
–Es evidente que durante el Gobierno se cometieron errores. Básicamente, porque no se dio respuesta a las demandas de la sociedad y no se pudo poner en marcha la economía.
–¿Por qué?
–Porque hubo diagnósticos equivocados de parte de los sucesivos ministros de Economía, y soluciones equivocadas.
–Pero De la Rúa hizo suyas esas teorías.
–Es cierto. Lo que pasa es que en general los presidentes no conocen de economía. Y los problemas esenciales de la Argentina pasan por el tema económico y la falta de crecimiento. Generalmente, los presidentes se apoyan en sus ministros. Posiblemente sería más útil tener consejos adicionales de economistas de otros pensamientos que filtren las propuestas. En el primer gabinete había algo que podía acercarse a esta idea, pero en general trataban de no interferir. El error del primer impuestazo de (José Luis) Machinea ha sido reconocido por todos: en un momento en el que la curva de recesión había cambiado de pendiente se la mató de un golpe, en base a una visión muy ortodoxa de reducir el déficit fiscal.
–¿Fue un error adoptar ese programa, o no matizar la ortodoxia pura con otras recetas?
–Es que él ha designado a un ministro de Economía...
–Podría haber designado a otro: había otras voces, dentro y fuera del Gobierno.
–Claro, yo era una de ellas. Lo que sucede es que los ministros de Economía operan en un circuito bastante cerrado, forman parte de una suerte de confraternidad donde todos tienen que quedar bien: el ministro de Economía, cuando deja su cargo, en este y otros países, pasa a integrar el staff de los organismos internacionales, que son a su vez los que venían a monitorear el desarrollo de la economía. Es un círculo vicioso. El que debe ser especialista es el ministro de Hacienda.
–¿Y los errores políticos? La renuncia de Carlos “Chacho” Alvarez perece sólo el más notorio.
–Por supuesto. Ya es algo consensuado, que la renuncia de Alvarez, en ese momento, produjo el quiebre de la Alianza. Hubo una falta de diálogo: Alvarez tendría que haber expuesto que él no iba a seguir en un Gobierno y que no compartía las decisiones en cuanto a la reestructuración del Gabinete. El se calló la boca.
–¿Fue una actitud deliberada del Presidente?
–No.
–¿Fue un error?
–Sí, y creo que de ambos.
–Pero era evidente que ese tipo de decisiones iban contra Alvarez, que venía luchando para que se hiciera un gesto en relación al escándalo del Senado.
–Sí. Yo me acuerdo, e incluso se lo dije al Presidente. Le anticipé lo que veía.
–¿Hubo una preocupación exagerada de De la Rúa y su entorno por la autoridad presidencial?
–No. Pero sí hay que admitir que el ataque persistente, vía la crítica mordaz o la crítica humorística pura, hacia las condiciones de liderazgo, generó la reacción contraria. Eso fue la expresión final de todo este juego. Porque en última instancia el Presidente siempre tiene que tomar decisiones, mal que le pese: le corresponde y tiene la responsabilidad de firmar los decretos. Hay que tomarlas sí o sí.
–Usted plantea a De la Rúa como una víctima: de sus ministros de Economía, de los humoristas...
–No. A mí no me gusta nada lo de la víctima. Cada uno es responsable de lo que le corresponde, de lo que ha hecho en su vida. Víctima no. Simplemente digo que si no se conoce mucho de un tema, sustantivo como la economía, hay que poner contrapesos: al principio se hizo, porque había cuatro economistas. Pero se replegaron a sus ámbitos y dejaron que Machinea se desarrolle. Fue un error de decisión.
–¿Y el ingreso de Cavallo?
–Fue parte de esta visión equivocada de otorgar un exceso de poder a Economía. El Presidente empieza a atarse de manos y queda muy dependiente del Ministerio de Economía. Usted sabe que la personalidad de Cavallo es fuerte y expresiva, y planteaba que era eso o nada.
–¿Cómo analiza los últimos días del Gobierno?
–Una tragedia desde todo punto de vista: político, económico, social y, por supuesto, en cuanto a las muertes. Es malo que un gobierno constitucional no pueda cumplir con su mandato.
–¿Quién dio la orden de reprimir en la Plaza de Mayo?
–Eso no lo puedo decir, porque está en investigación judicial. Es una excelente decisión de la jueza que se siga adelante con la investigación judicial.
–¿De quién es la responsabilidad?
–No sé. Lo que creo es que hay responsabilidades clásicas que no se pueden mezclar: el área de seguridad es ésa. No puede todo el mundo meterse en todos lados, porque no funciona así el sistema, y menos aún en estos temas de seguridad, donde hay un verticalismo absoluto y total. Nadie del costado puede interferir.
–Es decir que las responsabilidades son las institucionales: el ministro del Interior, Ramón Mestre, y el secretario de Seguridad, Enrique Mathov.
–Siempre. Y habrán hecho las cosas según su mejor saber y entender, que la jueza investigará.
–Pero el Presidente también podía intervenir para frenar la masacre y sin embargo no lo hizo. También era su responsabilidad.
–Yo no le puedo decir más porque está la investigación judicial y creo que vale la pena que se explore a fondo. Es un tema delicado: ha habido muertos incluso por obra de otro civil, cuando entraron a su comercio. Es un tema a mi juicio bastante complejo. Espero que la jueza avance.
–Pero lo de la Plaza de Mayo no fue complejo sino muy claro: era una represión incontrolada y sangrienta a metros de donde estaba el Presidente. La televisión mostró todo desde un primer momento. Ahí no había confusión posible.
–Yo no le puedo decir más de lo que ya le dije, porque no es mi área. Cada uno tiene que hacerse cargo de lo que le corresponde.
–Se lo preguntaba no porque fuera su área, sino porque usted estaba cerca. Fue un testigo.
–Tampoco fui.. los que estaban más cerca de él ese día eran el jefe de Gabinete y el canciller.