EL PAíS › LAS EXPECTATIVAS DEL GOBIERNO CON EL SECRETARIO
Sin atreverse ni a soñar
La hipótesis de máxima es que O’Neill sea feliz y apoye un acuerdo con el FMI. La de mínima, mucho más difundida por realista, es que se vaya sin criticar de nuevo al gobierno.
Por Fernando Cibeira
El presidente Eduardo Duhalde recibirá mañana al secretario del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill, con una aspiración de máxima: que la autoridad económica de la administración Bush salga del encuentro satisfecho y anuncie que finalmente están dadas las condiciones para que Argentina llegue a un acuerdo con el FMI. Pero, dados los antecedentes del lenguaraz O’Neill, en el Gobierno también tienen una expectativa de mínima que, por realista, es la más difundida: “Que venga, pase y se vaya”, la definía ayer un hombre de confianza del Presidente. Es decir, que si no tiene ninguna buena noticia para dar, por lo menos no complique más el panorama, algo que O’Neill ya demostró que sabe hacer muy bien.
Los funcionarios duhaldistas recuerdan que cada vez que averiguaban sobre la suerte de la causa argentina en los vericuetos de los organismos financieros internacionales, en Washington les respondían siempre lo mismo: “El hombre es O’Neill, él es quien decide”. Pero también sostienen que el secretario del Tesoro que llega hoy al país no es el mismo que el de hace un mes. Consideran a O’Neill “muy devaluado” por los escándalos financieros que desnudaron la contabilidad trucha de varias de las mayores corporaciones empresariales norteamericanas y dejaron mal parada a la Casa Blanca. Tampoco es el mismo O’Neill con carta libre para decir lo primero que se le pasa por la cabeza, luego de que la semana pasada el gobierno de Bush tuvo que pedirle disculpas a Brasil por aquel comentario sobre los préstamos que terminaban en cuentas suizas.
Duhalde, remarcan en la Rosada, no viajó al exterior y se quedó para recibir a O’Neill. Eso indica, explican, no sólo la importancia que se le da al encuentro sino también que el Presidente espera no toparse con sorpresas desagradables. Lo peor que podría pasar, evaluaron cerca de Duhalde, es que el mandamás del Tesoro vuelva a la carga con aquello del “plan sustentable” con el que vienen martirizando las autoridades del FMI a los funcionarios argentinos. “Es como el huevo y la gallina: Duhalde le va a decir que no hay plan sustentable sin ayuda. Que ellos nos den la ayuda y nosotros les mostramos el plan”, sostenía ayer un hombre con despacho en la Casa Rosada.
El Presidente le detallará al visitante todos los pasos en su momento reclamados por el Fondo y cumplidos por su gobierno. Por ejemplo, la modificación de la ley de Quiebras y la derogación de la Subversión Económica, el tipo de cambio flotante, los acuerdos provinciales de reducción de gasto y las leyes y decretos que buscaron parar los amparos por el corralito. Duhalde insistirá en que ya están dadas las condiciones para que se cierre el acuerdo. La estrategia del Gobierno es pegar la crisis de Brasil y Uruguay a la Argentina, y remarcar que no puede haber solución para un país en tanto no se arreglen los problemas del vecino.
Como explicaba el hombre de confianza del Presidente: “Cuando Bush asumió dijo que Sudamérica era una prioridad, pero después vino el 11 de septiembre y se olvidó de nosotros. Acá tiene que haber una solución global para la región, no es una casualidad que de los diez países con mayor tasa de riesgo país, siete sean latinoamericanos”. Hasta ahora no fue así: Estados Unidos continúa considerando cada caso por separado, como lo demuestra el préstamo que ayer le concedió a Uruguay.
En esa dirección, consideran que puede ayudar a la buena marcha de la entrevista los números auspiciosos de la economía en julio. “¿Qué mejor demostración de plan sustentable que ver que las cosas ya andan mejor cuando ni siquiera recibimos ayuda?”, se preguntaba el funcionario. Sin embargo, con ese razonamiento, confirmaba sin querer las sospechas que tienen en Washington: que lo que está en marcha ahora es el plan de Duhalde, sea sustentable o no.
Más allá de la entrevista con el Presidente –y la pautada para el miércoles con el ministro de Economía, Roberto Lavagna–, O’Neill mantendrá otras actividades, la más curiosa, la visita al hospital “EvaPerón”, de Merlo. “Los lugares de las visitas los eligió él porque están financiados por préstamos del Banco Mundial, nosotros no tuvimos nada que ver”, respondían en Gobierno. Más preocupación, en cambio, provocaban las marchas de protesta a la llegada del funcionario norteamericano previstas para mañana y pasado. El gran fantasma del Gobierno es que se produzcan incidentes y dejen algún saldo que lamentar.
Por eso, aunque no pueden diimular que tienen la esperanza de algún anuncio contundente sobre la eterna negociación con el Fondo, tampoco ven mal que la visita de O’Neill pase sin mayores novedades. “Que pase y se vaya”, definían. A esta altura, para el Gobierno, a veces también es una buena noticia que no haya noticias.