EL PAíS › LOS CHICOS PINTARON MURALES FRENTE A EL OLIMPO
Aprendiendo la otra historia
“Ni la voz de nosotros ni la de los 30 mil desaparecidos han podido ser calladas. Las huellas de la muerte no me van a desanimar porque sigue creciendo la voz de ustedes”, les dijo Mario Villani, sobreviviente del centro clandestino de detención El Olimpo, a los chicos de las escuelas primarias 1 y 2 del Distrito Escolar 11, quienes junto a los jóvenes del secundario Fernando Fader, pintaron y colocaron en las paredes del campo de concentración cuatro chapones en los que recrearon lo que aprendieron sobre derechos humanos en la escuela. Hebe de Bonafini, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, y Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, estuvieron presentes para aplaudir a los chicos.
El Centro de Gestión y Participación Número 7 del barrio de Floresta fue el organizador del acto frente a lo que todavía funciona como la planta verificadora de autos en Lacarra y Ramón Falcón. “La actitud de los chicos me reconforta, no sólo por mí, sino por todos los compañeros que no están de cuerpo presente, pero que siguen estando y no han podido desaparecer”, contó Villani a Página/12 y precisó: “Yo pasé una parte muy dura acá adentro. Entré cuando se inauguró en agosto de 1978 y me fui cuando cerró en enero de 1979”. En la película Garage Olimpo, que revive la historia de los desaparecidos que pasaron por ese lugar, toma vida un personaje que debe reparar una picana y que está basada en la historia de Mario. “Como tengo conocimientos de electrónica, siempre me pedían que les arreglara algo. Creo que eso me salvó la vida porque hizo que no me incluyeran en los traslados”, reflexiona. “Cuando Juan Antonio del Cerro, conocido como Colores, me pidió que les arreglara la picana les dije que no podía reparar un instrumento de tortura. A partir de ese momento empezaron a torturar con un transformador variable que da menos tensión pero que es mortal porque no tiene limitación de la corriente y puede matar. A los que torturaban entraban en coma o se morían. Soporté una semana y después acepté arreglarla. Pero le cambié un condensador y quedó mucho más débil”, cuenta Mario antes de que se le entrecorte la voz.
Entre un discurso y otro, los chicos entonaron las letras de “Quien quiera oír que oiga” y “Canción de amor”. Uno de los invitados al acto fue el secretario de Educación porteño, Daniel Filmus. “El principal sentimiento como protagonista de esa época es que el trabajo de la escuela puede evitar que esto vuelva a suceder en el país. Hoy vi muchos chicos emocionados y eso me dio esperanza”, sostuvo.
Yamila Sausolet es hija de Susana Caride. “Mi mamá estuvo secuestrada acá cinco meses”, relató. “Yo tenía 10 años y en esa época no podía decir lo que le había pasado a mi mamá en la escuela y mis compañeros no jugaban conmigo porque venía de una familia ‘muy peligrosa’. Hoy cuando vi a estos chicos me conmoví. Mi mamá dice que ella se puede olvidar de las torturas que sufrió, pero no se puede olvidar de los gritos de la gente que ya no están.” Al final del acto, Nora Cortiñas miraba a los chicos con los ojos húmedos. “Me pareció muy emocionante por la nueva generación que recibe esta herencia de una lucha tan justa. Cada día somos más los que salimos a luchar”, reflexionó cuando una nena de sexto grado abrió una caja de donde salieron cinco palomas.