Miércoles, 8 de agosto de 2007 | Hoy
EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER, CON EL COUNCIL OF AMERICAS EN BUENOS AIRES
La primera dama cerró el foro argentino-norteamericano. Expresó que Argentina “es el mejor país para invertir”.
Por Diego Schurman
–No, no, no, yo voy a saludar a los empresarios –dijo para que la escucharan Cristina Fernández de Kirchner, desairando a la seguridad que la invitaba a retirarse por detrás del estrado.
Al cerrar su disertación, en un foro de contactos político-económico norteamericano, la primera dama ofreció un indisimulable gesto de acercamiento a los Estados Unidos y a un emporio de hombres de negocios. Semejante señal, inhabitual en el kirchnerismo, ocurrió apenas un día después de la sonriente foto que la candidata se tomó junto al presidente venezolano, Hugo Chávez.
Los organizadores de la conferencia, el Consejo de las Américas y la Cámara Argentina de Comercio, le habían otorgado a la senadora el discurso de clausura. El décimo piso del exquisito Hotel Alvear se colmó de influyentes CEO de empresas y bancos al módico precio de 125 pesos la entrada.
Cuando expiraba la reunión, Cristina dio un salto hacia adelante ante la mirada atónita de los anfitriones Susan Segal y Carlos de la Vega. Eso sí: el público no se componía de partidarios K –no al menos los habituales–, sino de inversionistas a los que el presidente rara vez le prodiga afecto frente a la prensa.
–¿Cómo te va Julio? –saludó cariñosamente a Werthein, del grupo Telecom, en un atolladero de trajes italianos que la rodearon apenas concluyó su alocución. Excepcionalmente, la senadora mencionaba el apellido de los que se apostaron en el besamanos.
De un tranco largo se puso a tiro para tenderle la diestra al embajador norteamericano Earl Anthony Wayne. “Qué tal embajador”, fue diplomática con el diplomático.
–Hoooola Cristiaaaano –se mostró decididamente efusiva con Ratazzi, de Fiat, quien le susurró algo al oído y sonrieron.
Fue más distante, aunque respetuosa, con Eduardo Elztein, presidente de IRSA, con quien intercambió palabras sin estrecharse las manos.
–Muuuuy bueno el discurso –le endulzó dos pasos más adelante, Alberto Alvarez Gaiani. Al crepúsculo, el embelesado ex titular de la UIA negaba a quien quisiera oírlo que Néstor Kirchner fuera inflexible con el sector patronal.
Cristina le agradeció y al desviar la mirada se cruzó con la de Armando Cavalieri, titular del gremio mercantil y siempre ducho en esto de buscar el calor del poder.
Increíblemente, muchos semblantes impertérritos se transformaron en un santiamén en el fiel retrato del cholulaje. Hubo quien le pidió a la senadora que pose para una foto, y a una mujer, elegante por cierto, no se le ocurrió mejor carta de presentación que gritarle, con cierta devoción: “¡Nos vimos en Madrid, en el Ritz, en el Riiiitz!”.
La escena resultaba impensada a la luz de la sobriedad que tiñó el salón durante los 45 minutos del discurso de Cristina. En el marco de la conferencia “Innovación para consolidar el crecimiento”, la senadora consideró que la Argentina ofrece inmejorables “oportunidades de negocios”. Lo argumentó con datos estadísticos y ejemplos vivenciales, que fueron parte de su esgrima verbal en el lanzamiento de su candidatura, en el Teatro Argentino de La Plata.
Desde un atril, en tono pausado, y sin levantar el dedo, la senadora hizo parangones entre los indicadores sociales de los ’90 y los actuales. Y reivindicó, una vez más, lo que dio en llamar el “modelo de matriz diversificada de acumulación” que permitió la reindustrialización, frente al “modelo de transferencia” que primó en el menemismo.
¿Ejemplos? No fue original: reiteró la experiencia en Las Parejas, aquella localidad santafesina de desocupación cero que en el alba del gobierno kirchnerista registraba 30 por ciento de desempleo. La razón, dijo, fue el “crecimiento exponencial” del país y en ese caso particular el de la industria metalmecánica.
Sin abandonar el tic de retirarse la cabellera hacia atrás con sus dedos pulgares, consideró central la inversión educativa en el “círculo virtuoso” que lleva al crecimiento. Y autoelogió la política oficial en la materia. “Gracias a la Ley de Financiamiento Educativo en el bicentenario se alcanzará el 6 por ciento del PBI”, reafirmó. Paso seguido, cuestionó, sin dar nombres, a quienes buscan capitalizar políticamente una supuesta crisis energética. “En California, que es la octava economía del mundo en términos individuales hay cortes de luz”, graficó para minimizar el tema.
A un costado de Cristina, una pantalla gigante. Al otro, Segal, la CEO del Consejo de las Américas, fundado en Nueva York por el filántropo David Rockefeller. De fondo, la comunión de las banderas argentina y norteamericana.
–Queremos que el modelo no sea de un espacio político o sector, queremos un acuerdo social tripartito, queremos un modelo sustentable socialmente –atizó sobre la ya conocida propuesta oficial, ante una audiencia que tenía en sus primeras filas a Jorge Brito (Banco Macro), Guillermo Francos y Ernesto Gutiérrez (Aeropuertos Argentina 2000), Alfredo Coto (Coto), la ministra de Producción bonaerense, Débora Giorgi; el mencionado posible ministro de Economía de Cristina, Mario Blejer, y el secretario de Turismo, Enrique Meyer, entre otros. El cierre fue a puro aplauso. Cristina agradeció con sus manos y algún que otro mohín. Fue entonces que enfiló hacia los empresarios.
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