Sábado, 18 de agosto de 2007 | Hoy
EL PAíS › LOS CANDIDATOS RIOJANOS SE MANTUVIERON ACTIVOS EN EL DIA DE VEDA
Menem jugó al golf, sus hijos de recorrida. En el comando de Beder Herrera repartieron ayuda. Quintela se reunió con Kirchner.
Por Alejandra Dandan
desde La Rioja
A la tarde le festejaron uno de los golpes del golf, para los entendidos un birdie. O cómo embocar una pelota que resta números y achica diferencias. “Pero eso no es una gran proeza”, va aclarando su compañero de partida Carlos Santander, un médico peronista, jefe del comando de campaña de Carlos Menem. “Es importante, pero acá lo verdaderamente importante ¿sabe qué es? Que a los 77 pirulos se camine tres kilómetros”, se enorgullece sobre su jefe.
La Rioja atravesó las primeras 24 horas de los cierres de campaña. Los principales candidatos a la gobernación dejaron las calles pero no abandonaron esas carnosas ganas de mostrarse. Hubo golf con prensa en el palco y hasta una reunión en la Casa Rosada, en Buenos Aires. En tanto, cada quien redobla las apuestas de última hora. Taxis y remises tejen acuerdos con unos y otros candidatos para las recorridas del domingo y un equipo de ocho camionetas anti K llegó directamente desde San Luis para reforzar la flota menemista. En el medio, los potenciales votantes se apiñan para pedir lo que una y otra vez, ahora y siempre, les prometieron.
Quizás ésa sea una de las características más distinguibles de esta otra La Rioja, aquella que nació después del menemismo. Donde los viejos todavía hablan del uno al uno, de federales y de unitarios, o del modelo de una provincia autónoma frente a una Nación siempre demasiado expansiva. Pero donde también se oyen los gritos histéricos de las adolescentes gritando el nombre de Carlos Nair y a la política habitada por la lógica de un mercachifle demasiado urbanizado.
Por la tarde, Ismael Amuchástegui permanecía parado frente a las puertas de chapas de un galpón del bederismo. A su lado, de pie y emponchadas para soportar el frío esperaba un puñado de mujeres. Alguien le escuchó decir de pronto a Ismael que él no era “bederista”, sino “quintelista”.
–Y entonces –lo increparon– ¿qué haces acá?
–Vine igual –respondió él.
–¿Y para qué?
–Porque los quintelistas –explicó muy detalladamente– no me dan nada, y en cambio, yo me presenté acá hace dos meses para que me dieran el kit de baño, y me dijeron que sí y ahora vengo a buscarlo.
“Hay otra gente que se anotó la semana pasada y ya le dieron cosas. Dígame, ¿cómo puede ser?”. Ismael no busca respuestas. Sólo pregunta cómo hace Lilian Castro o Juan Esther Córdoba, una mujer, referente de otro barrio que tiene en sus manos una lista con ocho nombres, apellidos, un sello y la compañía de la palabra “kit”.
Los kit no son partidos políticos pero son los productos más elegidos entre las personas de los barrios más pobres que recibieron ayuda del gobierno, de éste o anteriores, para construir sus casas. Las casas están levantándose pero les faltan los baños. Los kit son eso: un bidet, un inodoro, un tanque, una puerta, grifería y ventiluz. Eso busca la gente.
“Por favor escriba que yo soy dirigente del doctor Beder, que lo voy a votar igual, a pesar de lo que nos hace su gente”, protestaba una mujer.
Mañana habrá siete listas en juego. Luis Beder Herrera es el vicegobernador en ejercicio del gobierno, y encabeza una de las dos listas kirchneristas. Llegó al gobierno tras la crisis institucional de marzo, de los desmanes en la Casa de Gobierno y la expulsión del ex gobernador Angel Maza. Aquí se habla de Beder Herrera como el gran estratega histórico del peronismo, el hombre que siempre se movió detrás de los otros candidatos y a quien sus enemigos apodaron “El Diablo”. Según sus propios datos, tiene una ventaja de doce puntos sobre el segundo y tercer candidato.
En ese segundo y tercer lugar están Ricardo Quintela y Carlos Menem. El primero es intendente de la capital riojana, aliado político de Maza y del albertismo porteño. Dos días después de que Beder Herrera consiguió su reunión en la Casa de Gobierno con Néstor Kirchner, Quintela logró ayer la suya. Carlos Menem, en cambio, llega a las elecciones luego de la cumbre del peronismo anti K en San Luis, como referente de ese espacio opositor: “Yo goberné con Alfonsín de presidente”, respondió ayer cuando le preguntaron cómo haría, si ganara, para gobernar con un gobierno nacional de signo contrario. “Además –agregó–, ¿quién dice que no va a cambiar el signo político? Si Cristina no va a sacar ni el 40 por ciento”.
¿Y él? Todavía no se sabe. Su hijo le hace de escudero. Convertido en superstar arranca gritos adolescentes entre las chicas y acompaña a su padre en la campaña. ¿Zulemita? También pero con menos ganas.
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