Martes, 21 de agosto de 2007 | Hoy
Luego del amplio triunfo en San Luis, los Rodríguez Saá se dedicaron a organizar el congreso anti K que supuestamente lanzará a Alberto como candidato. Sin embargo, hay diferencias.
Por Miguel Jorquera
desde San Luis
El festejo por la contundente victoria del PJ puntano duró hasta bien entrada la madrugada del lunes. El reelecto gobernador, Alberto Rodríguez Saá, y su hermano Adolfo compartieron una abundante cena regada con buen vino y una prolongada sobremesa con su círculo áulico en un restaurante de la ciudad de San Luis. Ayer, ambos le dedicaron toda la jornada al armado de la reunión que el peronismo anti K convocaba para hoy en Buenos Aires, en la que buscan proclamar la fórmula presidencial que anunciarían mañana. Los Rodríguez Saá llegarán a la Capital con las valijas cargadas de la cosecha electoral del domingo en su provincia y con Alberto como candidato. Pero hasta bien avanzada la noche de ayer aún continuaban las febriles negociaciones telefónicas para que la tan anunciada convocatoria no fracasara.
Las principales espadas del PJ de San Luis afirman que ninguno que se siente a la mesa de negociaciones que se armará en una oficina porteña puede exhibir un dominio territorial tan firme. Pero tampoco desconocen que la figura del gobernador puntano no es la que más simpatías despierta entre los aliados que lograron juntar en Potrero de los Funes. Saben que la victoria electoral en la provincia no les otorga derechos en el armado nacional, pero los envalentona.
El día feriado y la jornada menos fresca a pleno sol y sin nubes en San Luis hizo que Alberto y Adolfo Rodríguez Saá se refugiaran en sus casas de las afueras de la capital puntana. El gobernador descansó hasta tarde en su mansión de Los Peñitos y dejó plantados a sus colaboradores que esperaban directivas desde mucho más temprano. Adolfo se dedicó al armado de la reunión de hoy y después del mediodía su vocero había partido hacia Buenos Aires con instrucciones precisas.
Ambos esquivaron el contacto con la prensa. La verborragia desparramada el domingo en medio de los comicios puntanos, y después de anunciar el triunfo, no habría caído del todo bien entre sus aliados. “San Luis es la mejor gobernación de la Argentina y escuela de buena gestión”, dijo Adolfo en la escalinata de la Escuela Normal Mixta Juan Pascual Pringles, cuando salía de votar el domingo. “Es hora de que el país mire a San Luis”, soltó Alberto a un grupo de periodistas antes de posarse en la tarima montada en la puerta de la Gobernación, desde donde habló a sus militantes. Todas señales dirigidas al electorado y a sus aliados peronistas para empujar la candidatura presidencial del gobernador puntano.
“Se fueron de boca”, admitió a Página/12 sobre los dichos de los puntanos un estrecho colaborador de Ramón Puerta, uno de los pilares en los que se asienta el PJ disidente que se aglutinó en Potrero de los Funes. Los hombres del misionero todavía no abandonan la idea de que sea Puerta quien encabece la boleta presidencial del peronismo anti K y piensan en la bonaerense Teresa Fernández González –la ex mujer de Felipe Solá– como su compañera de fórmula.
Ayer por la noche ni siquiera se sabía el lugar donde se juntarían los principales referentes del sector en Buenos Aires. Hasta ahora se habían reunido en las oficinas porteñas del gobernador de Neuquén, en Maipú al 200, pero la mayoría de ellos quiere exige “un lugar neutral” y una “convocatoria exclusivamente peronista”. Y la presencia de Carlos Menem, tras la derrota en su propio terruño, estaba en duda y casi descartada.
Envueltos en el silencio y el misterio, los hermanos Rodríguez Saá trabajaban ayer contrarreloj para evitar que la cumbre para proclamar y lanzar la candidatura presidencial del peronismo anti K no se derrumbara.
El escrutinio final en la página web de la Gobernación se paralizó después de que culminaron los festejos. Para entonces, faltaba una hora para la medianoche del domingo y unos cuatrocientos fieles militantes desafiaban el frío puntano cantando la Marcha peronista.
El conteo –que todavía ayer no se había actualizado– llegó al 88 por ciento de 867 mesas y el PJ trepaba al 85 por ciento de los votos, lejos de su escolta, el Partido Socialista Popular con el 10. Pero el porcentaje de quienes habían ido a votar apenas alcanzaba el 57 por ciento y el voto en blanco se convertía en la segunda fuerza por encima del PSP.
El fantasma del abstencionismo –al que habían convocado el dividido kirchnerismo y otros opositores que bajaron sus candidatos a gobernador– amenazaba con quitarle méritos a la victoria oficialista.
La oposición hizo su propia interpretación de los números. “El voto bronca y la abstención funcionaron muy bien”, dijo el intendente de la capital puntana, Alfonso Vergés, a Página/12, reivindicando el abstencionismo al que se plegó tras su derrota 15 días atrás, en que el oficialismo le arrebató la municipalidad. El dirigente kirchnerista no votó el domingo y compartió un día de pesca con su hijo.
“Como dijo José Ingenieros, ésta es la decrepitud del régimen”, insistió Vergés. “El 10 de diciembre tiene que entregar la intendencia”, replicaron con sorna los colaboradores de los Rodríguez Saá, cuya única preocupación está puesta en lo que sucederá hoy en Buenos Aires, donde se jugarán la carta de la candidatura presidencial de Alberto.
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