Lunes, 10 de diciembre de 2007 | Hoy
EL PAíS › ASUMIO EL NUEVO JEFE DE GOBIERNO CON GUIÑOS A CRISTINA Y SCIOLI
En su primer discurso como jefe de Gobierno, Macri aprovechó para destacar que “no vengo a ser oposición de nadie”. En apenas trece minutos puso el énfasis en la seguridad y el caos de tránsito y prometió terminar todas las obras que inicie. “No va a ser fácil”, aseguró, antes de destacar que “nos van a poner palos en la rueda”.
Por Santiago Rodríguez
Mauricio Macri asumió ayer como jefe de Gobierno y ya dirige los destinos de los porteños. “Llegó la hora de resolver, la hora de hacer, la hora de crecer”, proclamó en el discurso posterior a su jura en la Legislatura, en el que se mostró conciliador con la administración nacional: además de saludar a los Kirchner y desearles éxito –gesto que también tuvo hacia Daniel Scioli–, aclaró: “No vengo a ser oposición de nadie”. De ese modo y con la advertencia a su tropa de que “van a poner palos en la rueda, pero si estamos juntos lo vamos a lograr”, Macri puso en marcha una cuenta regresiva que concluirá en 2011. Para entonces habrá gobernado cuatro años la Ciudad de Buenos Aires, una vidriera deseada por todo aquel que sueña con postularse a la Presidencia.
El mismo Macri dijo en más de una ocasión que “ser breve es PRO”. Tal vez por eso su primer discurso como jefe de Gobierno duró apenas 13 minutos, el tiempo que le llevó la lectura de las cuatro carillas que llevó escritas. El nuevo jefe de Gobierno no pudo cumplir, en cambio, aquello de que “la puntualidad es PRO”: aunque no por su responsabilidad. Por la demora de los legisladores y los invitados en ubicarse, la ceremonia de la jura empezó un poco más tarde de lo previsto.
Macri entró al recinto de la Legislatura a las seis y cuarto de la tarde y cinco minutos después juró ante “Dios, la Patria y estos Santos Evangelios” cumplir la función de jefe de Gobierno para la cual fue elegido el pasado 24 de junio. La misma fórmula había utilizado un instante antes su vice Gabriela Michetti.
Los dos entraron juntos al recinto por la puerta que comunica con el Salón Eva Perón. Allí esperaron la formalidad de que las autoridades de la Legislatura los fueran a buscar y también saludaron después de la ceremonia a los legisladores. Detrás de ellos ingresó el saliente Jorge Telerman, quien más tarde le entregó el bastón de mando –tallado por el orfebre Juan Carlos Pallarols, quien también confeccionó el que hoy recibirá Cristina Fernández para simbolizar el traspaso del poder.
Franco Macri, junto a su novia, vio llegar a su hijo sentado en una silla en la primera fila de los palcos, delante del ex gobernador de Misiones Ramón Puerta. La madre del flamante jefe de Gobierno, Alicia Blanco Villegas, se ubicó en el mismo sector, pero dos hileras más arriba, y cerca se instalaron también los alcaldes latinoamericanos que vinieron a la ceremonia: Gilberto Kassab (San Pablo), Ricardo Ehrlich (Montevideo) y Evanhy Trome de Gallegos (Asunción). En otros palcos estuvieron los futuros miembros del gabinete –los salientes estaban en la primera fila del recinto– y nuevos socios del macrismo, como Francisco de Narváez y Juan José Alvarez.
“Quiero decirles que estoy muy contento”, fue lo primero que dijo Macri como jefe de Gobierno y se llevó el primer aplauso de su gente –los demás casi nunca se sumaron–, al afirmar que “con Gabriela tenemos un solo compromiso y éste es con la gente de nuestra ciudad”. Antes de arrancar, al momento de enumerar a quiénes dirigía sus palabras, había bromeado con el primer nombre que tiene Michetti y que nunca usa: “Señora vicejefa de gobierno, Marta, Martita, alias Gaby”. Ubicada al lado del estrado desde el que habló, ella le fue dando indicaciones todo el tiempo. “Más despacio”, le aconsejó.
Macri señaló que “hay cosas que preservar” que vienen de gestiones anteriores, pero no precisó cuáles. Sí, en cambio, detalló las que “merecen cambiar”, como “el caos en el tránsito, el deterioro de las escuelas públicas, las colas en los hospitales públicos y la dura desigualdad social”. Sentado a un metro de distancia, Telerman se hizo el distraído; en su banca Aníbal Ibarra ensayó una mueca y llevó su mano al mentón. “Debemos parar al crimen y al narcotráfico que quieren robarles el futuro a nuestros hijos”, prosiguió el nuevo mandatario porteño.
Aunque no habló de “ñoquis”, Macri dejó “bien claro que no es lo mismo trabajar que no trabajar” y adelantó que no va a “retroceder frente a los que quieran conservar privilegios”. También planteó que va a respetar a los vecinos con impuestos “bien invertidos”, remarcó que “respeto es que la salud, la educación pública y gratuita funcionen bien para todos”, prometió obras y “transparencia” y puntualizó que “la seguridad podrá mejorar cuando haya una policía bien paga y entrenada”.
El traspaso de la policía es hoy su mayor punto de conflicto con la Casa Rosada, pero Macri prefirió no detenerse en eso. Sólo hizo una alusión genérica y sin destinatario concreto a que “van a poner palos en la rueda”, pero enseguida completó: “Quiero dejar en claro que no vengo a ser oposición de nadie”. Después le deseó a Cristina Fernández de Kirchner “el mayor de los éxitos en su gestión” y prometió “seriedad, honestidad y buena fe”, para resolver las “diferencias” que admitió tener con la presidenta electa. “La gente nos votó para que trabajemos juntos”, añadió.
A Kirchner también le deseó “la mayor de las suertes” y le reconoció “su compromiso con sus ideas y con el trabajo”, aunque le reprochó que “si hubiésemos dialogado podríamos haber hecho más por la gente”. El saludo a Scioli estuvo acompañado del mensaje de que “la agenda metropolitana nos obliga a trabajar juntos, estar cerca y ayudarnos”.
Por S. R. y W. P.
Para los hombres el asunto siempre resulta menos complicado que para las mujeres. El protocolo no deja mayor margen y Mauricio Macri aprovechó esa ventaja: traje oscuro, camisa blanca, corbata celeste, zapatos negros. A Gabriela Michetti le costó muchos más elegir el bolerito al tono con la pollera plisada de tafeta dorada, la musculosa de gasa y las chatitas doradas que vistió para la ceremonia de la jura. La elección de la vestimenta fue una tarea que involucró, incluso, a dos de sus amigas. “Gabriela prefiere usar pantalones porque le resultan más cómodos, pero le recomendamos que esta vez usara pollera porque es más ‘femenina’”, contó una de sus íntimas sobre el backstage. El mismo consejo recibió la flamante vicejefa de gobierno en Rapsodia, la firma de indumentaria y accesorios que la vistió y que tiene entre sus accionistas al nuevo socio PRO, Francisco De Narváez, y la modelo Sol Acuña. La producción de la imagen de Michetti incluyó la visita de un peluquero a su casa y un maquillaje que más de una envidió.
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