EL PAíS › UN TESTIGO DE LA MASACRE DE AVELLANEDA AMENAZADO
“Vení que te vamos a matar”
Alejandro García Carabajal vio cómo mataban los policías adentro de la estación Avellaneda y lo declaró ante la Justicia. Ayer lo cruzaron con una moto en Villa Dominico cuando volvía a su casa con su mujer. “Vos sos el piquetero hijo de puta que le gusta hablar mal de la policía”, le gritaron a cara descubierta. “Te vamos a matar.” Lo salvaron los vecinos.
Por Adriana Meyer
Otro testigo de la masacre de Avellaneda en peligro. Alejandro García Carabajal sufrió ayer un ataque en Villa Dominico cuando volvía junto a su esposa de una asamblea en Wilde. “Vos sos el piquetero hijo de puta que le gusta hablar mal de la policía, te vamos a matar”, le gritó un hombre que le cruzó una moto para impedirle el paso por la vereda, por la calle Moreno casi San Vicente. García Carabajal relató con temor y angustia este hecho a Página/12 y acudió a la Comisaría 5ª de Wilde pero no le querían tomar la denuncia. Tuvo que ir con unos 20 vecinos y entonces sí fue escuchado y le pusieron custodia. Había declarado en la causa que vio “un fusilamiento” en la estación de Avellaneda, donde murieron Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. El abogado de la Correpi Sergio Smietniansky presentará hoy la denuncia ante el fiscal Juan José Vaello, que instruye una investigación sobre las numerosas amenazas que hubo en este caso. Es la segunda amenaza que recibe Carabajal.
Ayer, poco antes de las cinco, la pareja volvía de un programa de radio en el que hablan de las asambleas vecinales. “Eran dos hombres en una moto grande y negra, al principio no les di bolilla y seguí caminando pero en un momento frenan a mitad de cuadra. Uno se baja y viene corriendo y el otro me cruza la moto para no dejarnos pasar”, contó García Carabajal a este diario, aún no repuesto del susto. “‘Así que vos sos el piquetero hijo de puta’, me dice uno, y yo le respondí que no soy piquetero sino un vecino que cubro las asambleas porque tengo un programa de radio. Pero el tipo insistió como si no me hubiera escuchado y me dijo ‘vení acercate que te vamos a matar’. Mi señora estaba blanca de miedo pero se dio cuenta que el de a pie tenía algo en la mano”, describió. Fue entonces que el diálogo derivó en una amenaza a futuro porque comenzó a acercarse gente al lugar.
–A vos te gusta hablar mal de la policía, piquetero hijo de puta –insistía el atacante.
–¿Lo decís por lo de Avellaneda? Sólo soy un testigo.
–Te prometo que te vamos a matar –concluyó el hombre antes de escapar.
La gente que se había acercado metió a la pareja en un kiosko. “Creo que quisieron generar una pelea, discutir y pegarme un puntazo ahí mismo porque tenían algo en la mano aunque no vi qué”, especula. Más calmado, el agredido fue a hacer la denuncia a la Comisaría 5ª de Wilde. “No me la querían tomar y el policía hasta me verdugueó”, cuenta García Carabajal. De vuelta al kiosco, varios de los testigos lo acompañaron de vuelta a la comisaría, por lo que los policías finalmente anotaron lo sucedido y le pusieron custodia. Sin embargo, los vecinos no se animaron a testificar por escrito lo que habían visto. “Lo que pasa es que Carlos Leiva (un imputado en el caso que está prófugo) sigue suelto y anda amenazando a gente por Avellaneda”, entendió Carabajal.
“Lo que vi fue un fusilamiento, al flaco lo mataron por la espalda como a un perro. Y había salido a reclamar porque tenía hambre igual que yo”, había declarado García Carabajal ante el fiscal Juan José González, que investiga el hecho. Los abogados de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) presentaron su testimonio y el de otros cuatro testigos de los homicidios, entre ellos el del fotógrafo Sergio Kowalewski. Carabajal es técnico en radiocomunicaciones, tiene 32 años, está casado con tres hijos. Su esposa vende productos cosméticos y viven en Villa Domínico. El hace changas reparando equipos de radio, después de haber vendido el auto con el que trabajaba de remisero, mientras espera cobrar finalmente el Plan Jefes y Jefas de Hogar.
“Apenas bajo en la estación de Avellaneda pasa un malón”, recordó Carabajal ante Página/12, hablando del día de la represión. “Seguí igual y antes de llegar al hall escucho un flaco gritando en forma desgarradora, desesperante. Pedía un médico para otro que estaba tirado en el suelo, que después me dijeron era Maximiliano Kosteki. En las baldosas había muchasangre. Estaba cerca de la boletería cuando escucho un estruendo y empiezo a caminar hacia la entrada de Pavón. Pero no llego a salir. Ahí el gas ya me jodía, no podía respirar. En ese momento veo siluetas de policías bonaerenses con escopetas y escucho un disparo. Se acercan unos cuatro policías y le gritan algo al flaco que estaba agachado frente a ese cuerpo, que ya ni se movía. El flaco les da la espalda y atina como a correr. Ahí vuelvo a mirar a los policías, tenía miedo de que me tiren por la espalda. Y veo cómo efectúa un disparo con esa escopeta que la cargás de abajo. Escucho y veo la detonación.”