Ayer al mediodía, en el acto por la inauguración de la Plaza de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, apareció el productor de cine Fernando Surichin, el argentino que produjo la exitosa Babel del mexicano Alejandro González Iñárritu y también trabajó con Francis Ford Coppola y su hija Sofía Coppola. Surichin se acercó a la comitiva argentina y avisó que la supermodelo Naomi Campbell estaba en Londres y quería reunirse con la presidenta Cristina Kirchner. Unas horas después tenía agendada una cita para la noche. Campbell voló a París y tras esperar unos 15 minutos en el bar del hotel pudo hablar con CFK que la recibió en su habitación. Unos meses atrás ya se habían visto en la Casa Rosada. La modelo es embajadora de la Fundación Nelson Mandela y hace poco también visitó en Caracas a Hugo Chávez.

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El domingo a la noche todos apostaban a que después de un viaje en el que casi nadie de la comitiva oficial había podido dormir por lo mucho que se movió el avión y luego de caminar más de dos horas con lluvia y granizo en la marcha por la liberación de Ingrid Betancourt, la Presidenta se iba a quedar a cenar en su habitación y después a dormir. Pero sorprendió a los ministros y legisladores invitándolos a comer al restaurante La Sombra, con vista a una Torre Eiffel iluminada a giorno.

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El primer ministro francés François Fillon, el funcionario con mejor imagen según las encuestas, recordó durante la entrevista con Cristina Kirchner su reciente viaje por la Argentina. Ambos se emocionaron cuando relató la misa de la que participó en la iglesia de la Santa Cruz, el lugar donde fueron secuestradas las monjas francesas Alice Domont y Léonie Duquet.

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Más sorprendente fue la parte en que Fillon le contó a la Presidenta su pasado como automovilista, del que pueda dar fe el decorado de su despacho, donde se ven fotografías de autos y hasta algunas partes de coches de carrera. En la cumbre de su carrera deportiva, Fillon llegó a correr en Le Mans. Otro funcionario que aportó sorpresas sobre su pasado fue el canciller Bernard Kourchner: contó que no es diplomático ni abogado especializado en asuntos externos, sino médico. Además, fue uno de los fundadores de Médicos Sin Fronteras y en su juventud –en la que militaba en el socialismo y no era conservador como ahora– viajó a Somalia para realizar tareas humanitarias.