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En la via Apia

Cumpleaños. La comitiva argentina tuvo un festejo en pleno vuelo hacia Roma. Y dicen que fue con torta y todo. Alguien había previsto que el canciller Jorge Taiana cumpliría 58 años en el viaje y organizó el minievento en el avión, al que se sumó la presidenta Cristina Kirchner aunque sólo por unos minutos.

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Interna. Las disputas por protagonismo no tienen fronteras, épocas ni profesión. Mientras la guardia periodística esperaba la salida de la Presidenta de la embajada brasileña, alguien se tomó el trabajo de explicar que la iglesia de Santa Inés, que está al lado de la sede diplomática, la hizo en el siglo XVII el arquitecto Francesco Borromini y que la Fuente de los Cuatro Ríos, que está enfrente de la iglesia, la construyó su archirrival Gian Lorenzo Bernini. Y que por eso uno de los personajes en el conjunto de esculturas de Bernini está mirando la iglesia de Borromini en actitud de rechazo horrorizado.

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Traducción. El traductor de Presidencia, Walter Kerr, maneja perfectamente tres idiomas para la traducción en simultáneo: inglés, francés y alemán. Y ahora está trabajando duro para alcanzar ese nivel con el chino mandarín. Pero como si fuera poco, ayer tuvo una sutileza extra cuando intervino en el diálogo entre CFK y el titular de la ONU, Ban Ki-moon, tradujo en inglés pero con acento e inflexiones coreanas.

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Visitas. Como suele suceder en los viajes al exterior de la Presidenta, el ministro de Planificación, Julio De Vido, ocupa buena parte del tiempo en reuniones con empresarios en la búsqueda de inversiones para la Argentina. Esta vez tuvo encuentros con altos ejecutivos de varias compañías, entre ellas Telecom. Pero dicen en su entorno que no tenía previsto abordar el tema del componente accionario, que parece entrar en zona de litigio en nuestro país.

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Llamados. Ayer se vio a la Presidenta hablando dos veces por celular. La primera, mientras esperaba la reunión con Ban Ki-moon. Dejó el cuarto en el que la acompañaban ministros, diputados y senadores. Y se fue a un salón solitario para seguir la charla y luego al salir del bar donde esperó la hora del encuentro con Lula, también estaba hablando. Cuando los periodistas con ansias fisgonas pudieron acercarse, sólo escucharon: “Bueno, gracias. Hasta luego”.

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