El prolongado enfrentamiento entre la ministra de Salud, Graciela Ocaña, y el ahora ex superintendente de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli, tuvo algunos capítulos destacados. El punto culminante ocurrió a fines de octubre, cuando Ocaña anunció que iba a acompañar dos proyectos de ley de financiamiento y transparencia de los partidos políticos, impulsados por la legisladora Gabriela Cerruti. En ese momento, la ministra había expresado que “en la salud también hay yabranes pero la sociedad no los conoce”, al tiempo que enfatizaba que “es preciso dar esta discusión sobre una propuesta real para profundizar la democracia”. Apuntaba a desligar al Gobierno del señalado rol de Capaccioli como recaudador de la campaña presidencial y de su supuesta relación con droguerías, vinculadas con el triple crimen de General Rodríguez, que fueron importantes sumas para la campaña K. Pero el comienzo efectivo de la ruptura se vivió a principios del mes pasado. Capaccioli y Ocaña se acusaron mutuamente de tener vínculos con el empresario asesinado Sebastián Forza. “El señor Forza fue designado por la titular del PAMI (Ocaña), en su momento, como presidente del comité de acreedores del Hospital Francés”, había acusado Capaccioli. Ella redobló la apuesta y lo amenazó con una querella penal. El se retractó. La ministra afirmó, en respuesta, que “esta designación jamás podría ser mía porque es el juez en la quiebra del Hospital el único habilitado”.