Martes, 30 de noviembre de 2010 | Hoy
EL PAíS › EL RELATO DE FERNáNDEZ
Por Alejandra Dandan
“Juanjo (Juan José Fernández) era el secretario y chofer de Muniz Barreto y Diego no era un hombre de establecer distinciones en función de lo laboral, si íbamos a comer Juanjo se sentaba a la mesa. Si nos reuníamos estaba al lado de Diego. Muniz Barreto no sabía manejar, o si sabía era muy mal conductor, pero lo cierto es que su auto era conducido por él; los fines de semana, se alojaba en la quinta de Escobar”, recordó Eduardo Luis Duhalde ante el tribunal que juzga, entre otros, a Luis Abelardo Patti, por el secuestro y asesinato del ex diputado nacional.
Juanjo era un joven de alrededor de 23 años. Fornido, ex rugbier y tenía, dijo el secretario de Derechos Humanos, casi una relación filial con Muniz Barreto. En febrero del ’77 ya les había llegado la noticia del secuestro de Diego. Y luego la noticia del crimen. “Más o menos para junio, Fernández apareció en Madrid muy mal psíquicamente y muy mal físicamente, muy abatido y yo diría con cierto sentimiento de culpa de no haber podido salvar a Muniz Barreto de adentro del coche.”
En Madrid, Fernández habló con él, pero también con Gustavo Roca y con su hijo que ayer declaró en la audiencia. Juanjo permaneció durante los dos primeros meses alojado en casa de ellos. “No lo vimos exclusivamente durante el testimonio –dijo Duhalde–, sino que compartimos algunos encuentros con él, en los que volvía obsesivamente al tema del secuestro.”
Duhalde habló entonces del relato de la comisaría, de Campo de Mayo. De cómo conocían muy bien la zona porque también Fernández era de Bella Vista, cerca de ahí. “En fin, ninguna duda tenía Fernández de que había estado en Campo de Mayo, primero aislado y muy torturado, sobre todo Muniz Barreto, y luego llevado a un pabellón o lugar con otros hombres o mujeres.”
En el testimonio, además nombró a un oficial de calle, dijo Duhalde. “Decía el nombre de Patti, fue ese nombre en el que no se sabía si ése era el sobrenombre o el apellido, pero ninguna duda me cabe de que él decía que había entrado a la carnicería donde ellos estaban comprando carne para ese fin de semana.” Y siguió: “El me decía que creía que había entrado casualmente pero yo le decía que tal vez los había reconocido y por eso había entrado, pero eran conjeturas que uno hacía como interpretación de los acontecimientos: pero el señalamiento de Fernández existió”. Fernández murió en el exilio por problemas cardíacos.
Ese mismo vínculo de Patti con el secuestro lo confirmó más tarde durante la audiencia el hijo de Roca. También la mujer de Roca. Ambos dijeron que Fernández habló de Patti en su testimonio. Y el escribano que por entonces era amigo personal de Fernández, Salvador María Viale, ratificó en la audiencia que asistió a su primer relato, confirmó la existencia de los documentos. También declaró el hermano de Fernández y Hugo Jaime, un militante de la zona de Escobar de aquellos años que dio referencias de la presencia en la zona de Patti.
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