Miércoles, 25 de enero de 2012 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Luis Bruschtein
La ausencia también ha funcionado como un hecho político. Un hecho generado por la biología, pero que tiene consecuencias políticas cuando se trata de una Presidenta. Se ha cuestionado la fuerza que tiene la figura presidencial de Cristina Kirchner, por la cual esa ausencia podía convertirse en vacío de poder y en su consecuente parálisis en la acción del Gobierno. Otra lectura crítica que hacían algunos analistas, sobre todo de los grandes medios, era sobre la supuesta poca independencia de la figura del vicepresidente Amado Boudou.
La figura presidencial de Cristina Kirchner ha sido necesariamente la de una mujer fuerte. En parte por las situaciones que debió atravesar. Y en parte porque en un país machista, a una mujer que no proyecte su fuerza se la llevarían por delante y no podría gobernar. Muchas de las reacciones de la oposición se han sostenido en la lógica oposición-oficialismo. Pero muchas de las reacciones airadas y despectivas, las más agresivas, tenían una carga esencialmente machista, aunque algunas provinieran de mujeres.
Una figura fuerte genera una ausencia fuerte. Pero lo real es que esa ausencia notoria no se expresó en parálisis. Por lo menos a los medios no les han faltado temas de gobierno. En esos pocos días de ausencia pasaron muchas cosas. Esa previsión de parálisis no se cumplió.
Por el contrario, en esos días hubo una pulseada fuerte con las petroleras y principios de acuerdo con Venezuela. Fue un momento pico de las tensiones entre el Estado y las petroleras privadas. Esta vez, entre los díscolos se incluyó a Repsol-YPF, que antes había funcionado como aliado. Y además se incorporó otro jugador fuerte como Venezuela, que podría intervenir en actividades de refinación, con lo que rompería la posibilidad de cartelización de ese mercado.
El otro tema destacado fue el repentino intercambio de declaraciones con el gobierno británico por las islas Malvinas después de años de silencio por parte de Londres. El primer ministro David Cameron sacó a Malvinas del freezer, lo aprovechó para desviar la atención de la crisis, pero tuvo que mostrar la preocupación que genera la solidaridad concreta de los países de la región con la posición argentina. Fueron dos puntos de inflexión en esos temas, en los que el Gobierno no se mostró pasivo y tuvo capacidad de iniciativa a pesar de la convalecencia de la Presidenta.
Finalmente, el discurso sobre la independencia del vicepresidente, de Boudou o de cualquier otro, fue un invento para justificar la actitud de Julio Cobos. El vicepresidente no tiene que ser independiente porque es un auxiliar de la presidencia. Insistir con ese punto es convocar al vice a que no cumpla con la función para la que fue elegido.
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