Un abogado de Abuelas de Plaza de Mayo le preguntó por algo que María Cristina Bustamente había dicho, como al pasar, unos minutos atrás. “¿Cómo es que ustedes suponían que a los bebés se los llevaban a la Casa Cuna? ¿Lo sabían por comentarios? ¿Se los dijo alguien?” María Cristina, que formó parte de las secuestradas del circuito Camps, le respondió con una de esas sensaciones del alma: “No”, dijo. “A lo mejor era una cuestión de instinto de supervivencia, creer que no era tan terrible lo que estaba pasando y que los chicos iban a ser recuperados alguna vez.” Desde Córdoba, con una transmisión conectada a la sala de audiencias de los Tribunales de Comodoro Py su voz se escuchó en el juicio al plan sistemático de robo de bebés. Tenía 22 años cuando la secuestraron el 24 de septiembre de 1977. Permaneció detenida-desaparecida hasta el 10 de marzo de 1978, estuvo en la Brigada de Investigaciones de La Plata, en el Pozo de Arana, en la Unidad Regional, en la Comisaría V y nuevamente en Arana. La fiscalía intentó saber si había sido víctimas de tortura, pero ella antes de responder que sí, preguntó si en realidad no había sido convocada para hablar del nacimiento de bebés en cautiverio. Explicó que en los seis o siete días que estuvo en la Brigada de Investigaciones “pude escuchar claramente el llanto de un bebé con su madre, la cuna estaba ahí”, entre un grupo de personas que en forma distendida estaban convencidos de que iban a ser liberados. María Cristina no lo dijo, pero ese grupo pudo ser parte del llamado “Grupo de los siete”, al que Christian von Wernich les prometió una salida del país, pero que fueron desaparecidos. En la Comisaría V conoció a Carlos Héctor Baratti, desaparecido, “quien me pide que lo mire –dijo ella–, que me acuerde de ‘barato’, y me dijo que ahí había nacido su hija Ana Libertad, hija de Elena de la Cuadra”. Ana y Elena siguen desaparecidas.