EL PAíS
Un sindicalista gaucho
Se volvió tradición. Cada vez que se apoltronaba en la antesala del despacho presidencial, esperando concretar una audiencia, Rodolfo Daer se hacía acreedor de las cargadas. Es que esa cálida habitación está ornamentada con el cuadro Baño al sol, de Bernardo de Quiroz, donde un gaucho de llamativa similitud con el titular de la CGT descansa junto a unos caballos. Claro, el tiempo llevó a que el propio Daer se riera de sí mismo, al punto que en las últimas citas con Eduardo Duhalde, cada vez que veía el retrato decía: “Bueno, muchachos, llegó la hora de descansaaaaaaaaaaaaaaaar”