Lunes, 23 de septiembre de 2013 | Hoy
EL PAíS › LA PROTESTA EN UNA CHARLA
Por Victoria Ginzberg
–La semana pasada, en una charla en la que usted iba a participar, aunque no pudo llegar, hubo una protesta de grupos solidarios con ETA. Lo acusaban de “represor” o de haber consentido torturas...
–Creo que es fruto del desconocimiento que tienen estos chicos, que están en una especie de romanticismo falso de lo que es o fue ETA; la ETA que luchó contra el franquismo, la ETA que después desapareció y aquella otra ETA que permaneció en la democracia española y que ha sido combatida desde entonces. Apuntan a quien se ha caracterizado por todo lo contrario de lo que dicen. Investigué a los grupos Antiterrorista de Liberación (GAL), es decir a los paramilitares que mataban, secuestraban y ponían bombas a miembros de ETA en el sur de Francia. Y fue a un altísimo coste. Y conseguí la condena de dos policías y después de toda la cadena antiterrorista del Ministerio del Interior, desde el ministro y todos los mandos policiales. Quien más derechos ha conferido en la investigación de ETA he sido yo. En 1999 reclamé la derogación de la legislación antiterrorista. En 2006 creé y desarrollé el protocolo para prevenir la tortura y malos tratos durante la detención incomunicada, hasta el punto de que el relator contra la tortura en 2008 reconoce el protocolo creado por mí como “protocolo Garzón”. Tomar esa decisión me valió seis denuncias de médicos, policías, guardiaciviles y campañas mediáticas de dos medios tremendas diciendo que yo iba a acabar con la lucha contra el terrorismo. Me llamaron etarra. Durante el período de diálogo en España, en 2006/2007 el único juez que dijo que dialogar no era delito fui yo. Y me valió una denuncia, persecución y de nuevo que digan que apoyaba a los etarras. Pero ¿qué ocurre? Es verdad que he sido implacable. Desde 1988 al 2010 he sido implacable con la organización terrorista, lo he sido respetando al milímetro todas las garantías, pero haciendo una interpretación de la acción terrorista en toda su complejidad y eso es lo que les duele. Que durante 20 años se ha investigado, se ha perseguido, con ratificación por parte del tribunal europeo de derechos humanos, hasta que hemos acabado con la organización y ellos han renunciado a la violencia. A lo mejor esto es lo que no les gusta. Pero en cuestión de derechos, la historia está ahí. Si quieren debatir, debatamos.
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