Lunes, 23 de septiembre de 2013 | Hoy
EL PAíS › LA TRANSICION A LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA
Por Victoria Ginzberg
–Resulta paradójico que algunos sectores en la Argentina pongan como ejemplo la transición española, el Pacto de la Moncloa, mientras que estos juicios demuestran que aún hay cuentas pendientes.
–Siempre he dicho que la transición española fue en gran medida falsa. Tuvo muchas zonas oscuras y falencias. Por ejemplo, en el ámbito del Poder Judicial continuó el mismo que había antes...
–...eso acá también pasó.
–No digo que fueran jueces malos, digo que no hubo una transición. Tampoco lo hubo en lo económico ni en la Iglesia. Fue una transición pactada sobre la impunidad. Cuando se aprueba la ley de amnistía, que es una ley ya con la Constitución, con las elecciones del ‘77 hechas, no se pensó para nada ni se aplicaba a los crímenes franquistas. Nadie se atrevía a hablar de esto. La ley fue para amnistiar los que habían sufrido represalias por el régimen franquista, a los luchadores, pero no para los criminales o presuntos criminales franquistas. Había una concepción de absoluta impunidad, ni se preocuparon. Se ocultó expresamente porque consideraron que era más modernista mirar hacia Europa y establecer el olvido por decreto. El discurso machacón de la reconciliación se ha venido manteniendo desde entonces hasta ahora. Cuando en 2008 decreto la calificación de crímenes de lesa humanidad, las reacciones de la extrema derecha, de la caverna mediática de la derecha, dieron unos titulares y noticias que parecía que estábamos en el año ’36. Incluso los progresistas que habían hecho la transición se callaron o dijeron “en España ya hubo una transición”. Pero yo decía una transición de qué, dónde está la justicia. No hubo ninguna justicia. Ni una vez la ley de amnistía, que exigía inicio del procedimiento, entrevista o declaración del afectado y decisión del juez, se aplicó. No hubo ni siquiera intervención judicial. Es una falsedad histórica en la que la transición española se montó hasta el día de hoy. En aquella época era muy joven, estaba en la universidad y opté por la ruptura, tal vez por la fogosidad de la juventud, pero creo que a la postre hubiera sido mucho mejor. Hubo argumentos, que los militares no iban a aceptar, la complejidad... bien. Incluso puedo estar de acuerdo. Pero ¿veinte, treinta años después? ¿Qué se va a quebrantar en España porque a las más de ciento cincuenta mil víctimas del franquismo se les repare, se haga una investigación desde el Estado, se les atienda y que no tengan que pedir subvenciones? Es vergonzoso ver a personas de 70, 80, 90 años en la Puerta del Sol cada jueves, que apenas son docenas, pidiendo justicia. Yo me avergüenzo de esa situación. Es inasumible. Por eso estamos tratando de transmitir a los más jóvenes que gran parte de lo que nos está sucediendo en España con la crisis viene de ahí. Viene de que nunca jamás arreglamos las cuentas con el pasado, de que lo dejamos perdido, de que todavía cada uno en su conciencia sabe que no hemos hecho lo que debíamos. Hay una avenida en Madrid que se llama Príncipe de Vergara, antes era general Mola, uno de los generales franquistas. Pues vas desde el Retiro por esa calle, pasas unos dos o tres cruces y a la derecha ves un callejón que dice Callejón del general Mola. Todavía está allí. Pero ni siquiera.... sales de Madrid hacia El Escorial y ves el mausoleo del Valle de los Caídos, la aberración fascista más grande, donde está la tumba del dictador, del fundador de la Falange y que fue construida por presos republicanos, que son los únicos que no están reconocidos allí y encima la ley de Memoria Histórica dice que eso no se toca porque es un monumento con contenido histórico. Un monumento al fascismo puro y duro del franquismo lo tenemos allí impertérrito. Es muy grave. Es como decir la esvástica es memoria del nazismo, es un dato histórico y la vamos a tener ahí conservada en forma oficial.
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