Lunes, 23 de noviembre de 2015 | Hoy
Como en el Infierno de Dante, el bunker del Frente para la Victoria en el hotel NH Bolívar contaba con una estricta división en círculos, o en este caso pisos, cuyo acceso estaba estrictamente controlado. En la planta baja funcionaba el centro de prensa, donde periodistas, camarógrafos y fotógrafos peleaban con algunos invitados por las empanadas de carne tibias y los sandwiches de miga, y algunos turistas desinformados veían sus vacaciones interrumpidas por el revuelo de un centro electoral. En el cuarto piso funcionaba el primer VIP, donde pululaban segundas y terceras líneas. El quinto estaba reservado para el candidato a vicepresidente, Carlos Zannini, y algunos funcionarios kirchneristas como el ministro de Economía, Axel Kicillof. En el sexto había un tercer VIP, en el que alternaban funcionarios del gabinete bonaerense, como el ministro de Salud, Alejandro Collia, intendentes y algunos funcionarios del gobierno nacional. Se destacaba el ministro de Defensa, Agustín Rossi, acompañado por su hija, la directora del Banco Central, Delfina Rossi. Al octavo piso, finalmente, sólo accedía Daniel Scioli, su familia, y unos pocos dirigentes de estrecha confianza, desde Alberto Pérez y Gustavo Marangoni hasta Diego Bossio y Sergio Berni.
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