EL PAíS
Soneto de despedida
En ayunas
Se despertó temprano, mal dormido
como solía, el tácito Fernando,
y no supo por qué, cómo ni cuándo
estaba donde estaba, sorprendido.
Hacía tiempo ya que el parco olvido
a la memoria arrebatara el mando
de sus noches y días, ignorando
lo que quiso ser y qué había sido.
Sin embargo, se soñó la lucidez
que en mal momento iluminó al Hidalgo
y vio en la fecha del diciembre diez
una señal que compartir: “No salgo
de mi abombada duda, Inés:
hoy creo que debía dejar algo...”