EL PAíS
Meditación en la villa
“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años, tengan trece;
Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro; yo me puedo ir, ellos no;
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no;
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo;
Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace huelga de hambre con su hambre;
Señor, perdóname por decirles que “no sólo de pan vive el hombre”, y no luchar con todo para que rescaten su pan;
Señor, quiero quererlos por ellos mismos y no por mí.
Ayúdame Señor, sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir para ellos.
Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame.”