Mié 15.05.2002

EL PAíS • SUBNOTA

Los ministros, mediadores en la guerra civil del PJ

Lavagna, Matzkin y Atanasof dialogaron con los principales legisladores de su partido. La discusión fue dura. El objetivo: que se voten las dos leyes del FMI.

› Por Eduardo Tagliaferro

Como Mahoma no fue a la montaña, los ministros de Eduardo Duhalde fueron hasta el Congreso. Tratando de convencer a sus compañeros para que aprobaran la ley de Quiebras en el Senado, para que dieran media sanción a las modificaciones a la Ley de Subversión Económica en Diputados, el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof; del Interior, Jorge Matzkin, y de Economía, Roberto Lavagna, concurrieron hasta el despacho del titular de la Cámara baja, Eduardo Camaño. Además de buscar algún logro que Duhalde pudiera mostrar en su gira europea, los hombres del Gobierno intentaron, con escaso éxito, poner un parche a las heridas que la interna peronista dejó en el bloque de senadores luego de la trasnochada votación en la que la Cámara alta derogó la norma que tanto reclama el FMI y tanto preocupa a los banqueros nativos: la ley 20.840, conocida como de Subversión Económica.
Por el bloque peronista en el Senado estaba el titular del cuerpo, Juan Carlos Maqueda; el presidente de la bancada, el sanjuanino José Luis Gioja, y el salteño Marcelo López Arias. Por los diputados se sentaron: Camaño, el dueño de casa; el titular del bloque, Humberto Roggero, y el puntano Oraldo Britos. Luego de las fotos de rigor, en la que todos aparecían sonrientes, los senadores comenzaron el fuego sobre sus colegas diputados. Lo que más preocupaba a los senadores era la nueva sospecha de que la derogación de la ley 20.840 fue un triunfo de la Banelco, metáfora que el ex ministro de Trabajo del Frepaso Alberto Flamarique hizo famosa para referirse a la compra de voluntades políticas mediante coimas. La voz cantante de ese enojo la transmitió Gioja. Puso el énfasis en las declaraciones públicas de varios legisladores del PJ, a las que calificó como “desmedidas”. Al momento de hacer nombres, señaló al duhaldista José María Díaz Bancalari y al santafesino, reutemista, Jorge Obeid. Luego de que Roggero le respondiera que “no hubo ninguna declaración” que pusiera en duda “la honorabilidad” de los legisladores de la Cámara alta y de que “estaría dispuesto a pedirle disculpas”, si alguno de los diputados comandados por él los hubiera ofendido, Gioja insistió señalando a Obeid. En este caso el sanjuanino transmitía el enojo de otro santafesino: Oscar Lamberto. El ex secretario de Hacienda había cargado las tintas en supuestas declaraciones radiales que afirmaba haber escuchado en Santa Fe en las que Obeid habría deslizado que detrás del inexplicable giro de los senadores había algún intercambio de favores.
La protesta motivó una declaración oficial en la que Díaz Bancalari y Obeid subrayaron: “Negamos rotundamente estas falaces y arteras versiones. No forman parte de nuestro estilo político ni de nuestra conducta la difamación ni la mentira”. Aunque la desmentida fue rotunda, a Gioja le duró el enojo. En su círculo íntimo continuaron repitiendo su explicación sobre la última votación de los senadores: “Esto les molestó a quienes no quieren acordar con el Fondo”. Cuando se les pide más precisiones sobre a quiénes se refieren, divagan en una oscura zona en la que ubican a los seguidores de la izquierda y a los medios de prensa.
Los diputados también tenían su enojo y así lo manifestó Roggero: “Habíamos acordado con el ministro impulsar las modificaciones (a la ley de subversión) y no su derogación”, repitió el cordobés. Su coterráneo Juan Carlos Maqueda apeló al reglamento de la Cámara alta para darle una explicación. Así le comentó que “no contaban con los votos necesarios para votar un cuarto intermedio y si ponían el proyecto a votación ésta hubiera sido negativa”. De esta manera, la ley no se hubiera podido volver a tratar durante este año.
Todavía hubo tiempo para que se analizara cómo salir del “corralito” y del “corralón”, las retenciones a los grupos exportadores y la estrategiaparlamentaria que le permita al Gobierno exhibir algunas conquistas. Por cierto que tanto los diputados como los senadores elogiaron “la cintura política de Lavagna”. Básicamente los senadores destacaban el apego del ministro a cumplir con los organismos de crédito internacional. Iniciativa que, dicen, “está en línea con los 14 puntos de los gobernadores”. Un detalle no menor para ello son los más de 7 mil millones que, de acuerdo con los dichos de Lavagna a los legisladores, debe desembolsar este año el Estado argentino para no caer en default con el Banco Mundial, el BID, el Fondo y otros organismos multilaterales de crédito.

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