EL PAíS
Amílcar, casi un secretario
Sin duda fue uno de los personajes más requeridos por la prensa. Y es que con apenas trece años, ni lerdo ni perezoso, Amílcar Castaña no dudó ni un segundo cuando la senadora Cristina Fernández de Kirchner lo invitó a subir al palco oficial, mientras el Presidente acababa de pronunciar un acalorado discurso con sentido patrio. Con un buzo verde brillante, acodado en el estrado, ya sea trasladándole pedazos de papel o banderitas para que autografiara el mandatario, o jugando con la primera dama, lejos de pasar desapercibido el chico despertó la curiosidad de medio mundo. “Vine solo”, dijo Amílcar consultado por un cronista curioso. Y a la pregunta obvia de, ¿qué querés ser cuando seas grande?, la respuesta surgió tan naturalmente como una traviesa sonrisa: “Presidente”.