EL PAíS
Parlamento y quejas de Uruguay y Paraguay, un condimento especial
Los dos países más chicos del bloque se quejaron por las asimetrías y por las decisiones inconsultas que toman los socios mayores, Brasil y Argentina. No obstante, morigeraron sus críticas. Crean el Parlamento del Mercosur y en 2011 habrá elección directa de los diputados.
Por F. C.
Desde Montevideo
La integración de Venezuela fue el dato más importante de la cumbre del Mercosur, pero no fue el único. Dado que las quejas por la falta de instituciones en el bloque son una constante, el protocolo firmado para la creación a fin de 2006 de un Parlamento del Mercosur resultó un hecho destacado. Lo mismo que el Fondo de Reconversión Estructural con el que esperan suavizar las asimetrías entre las economías del bloque y la confirmación de la postura conjunta en contra de los subsidios agrícolas que llevarán los cancilleres a la reunión de la OMC, que se hará en Hong Kong. Pero no todas fueron flores. En un marco donde prevalecieron la cordialidad y los elogios –por momentos, exagerados– hacia los discursos y las cualidades de los otros presidentes, el uruguayo Tabaré Vázquez y el paraguayo Nicanor Duarte Frutos plantearon sus quejas, porque no son tenidos en cuenta por Argentina y Brasil al momento de tomar las decisiones. “Que no haya definiciones lejos de esta mesa de negociaciones. El Mercosur somos todos”, marcó Tabaré.
Lo del Parlamento todavía tiene la forma de un boceto, pero así y todo es un avance. En principio, arrancará en diciembre de 2006 integrado por 18 legisladores de cada país que serán elegidos en forma indirecta por cada Congreso. Funcionará de esa manera hasta 2011, cuando sus representantes será electos directamente por el pueblo. Tendrá sede en Montevideo y uno de los lugares posibles de emplazamiento es la sede del Poder Judicial que desde hace años permanece a medio construir frente a la céntrica Plaza Independencia. Resta el dato, no menor ni sencillo de resolver, sobre cuál será su composición definitiva. Si se respetaran las proporcionalidades por habitante, Brasil tendría mayoría especial propia.
Kirchner y Lula llegaron a Montevideo atajándose de algunas posibles quejas de sus socios más chicos. Sabían que así como en Mar del Plata se plantaron frente al presidente norteamericano, George W. Bush, con el argumento de que las economías no pueden abrirse si antes no se resuelven sus asimetrías, lo mismo podrían argumentarles Paraguay y Uruguay a ellos. De ahí la creación de un fondo que integrarán en casi su totalidad Brasil y Argentina, que estará destinado a ayudar déficit sectoriales de las economías de los socios menores.
Con todo, no pudieron callar las voces de desacuerdo. Pero los planteos de Vázquez y de Frutos no parecieron tanto económicos como políticos. Y uno de los desencadenantes fue la incorporación de Venezuela, un dato para el que no se sintieron tan consultados como consideraban que debían serlo. Ya en la rondas previas, los delegados paraguayos habían planteado que consideraban “improvisado” el operativo para el ingreso del gobierno de Hugo Chávez. Aunque no sonó tan así, el propio Duarte Frutos consideró que su discurso de tono quejoso era “una catarsis” y pidió “no hacer una máscara del consenso” dentro del bloque.
En su carácter de presidente pro témpore en retirada –le pasó la posta a Néstor Kirchner–, a Tabaré le tocó el discurso de apertura. “Si algunos países no están, el Mercosur no está”, lanzó allí. En la conferencia de prensa final que ofreció junto a Carlos “Chacho” Alvarez, Vázquez buscó bajarles conflictividad a sus palabras. “Que no nos tomen como unos enanos llorones”, bromeó.
Subsidios
En cambio, en lo que no hubo opiniones divergentes fue en la posición que debían mantener frente a los subsidios agrícolas que tienen Estados Unidos y la Unión Europea. Todo indica que esa política llevará al fracaso la ronda de la Organización Mundial de Comercio que comenzará el próximo 13 en Hong Kong. Lula relató las conversaciones telefónicas que mantuvo en estos días con Bush y con Tony Blair. El brasileño, previendo ya la inutilidad de la reunión de la OMC, plantea una cumbre entre los presidentes de los países desarrollados y los en vías de desarrollo –el G-20, en el que Lula tiene una posición de liderazgo– para discutir específicamente la cuestión de los subsidios agrícolas. En principio, los cancilleres del Mercosur viajarán con una postura común a Hong Kong. Además, los restantes presidentes delegaron en Lula las negociaciones, para que en este tema él hablara en representación del conjunto.