Lunes, 29 de enero de 2007 | Hoy
Por José Natanson
¿Qué tienen en común el Frente Grande argentino, el Movimiento Quinta República venezolano o el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional salvadoreño? ¿Y el Frente Amplio uruguayo, el PRD mexicano y el PT brasileño? ¿Y el Partido Verde alemán y el PDS italiano? Sus características organizaciones son bien diferentes: los hay más (el Frente Amplio) y menos (el Frente Grande) orgánicos. Algunos (como el movimiento construido por Chávez o, en menor medida, el PT) están muy centrados en un liderazgo, mientras que otros, como los verdes alemanes o el PRD mexicano, cuentan con direcciones más colectivas y hasta han logrado cierta renovación en sus conducciones. Sus avances electorales han sido fulminantes (como en el caso del chavismo y el Frente Grande) o lentos pero sostenidos, como el PT o el Frente Amplio. Algunos han sobrevivido a shocks y crisis y otros prácticamente ya no existen.
Pese a estas diferencias, tienen en común cierta similitud ideológica, identificada con la crítica al neoliberalismo y, en algunos casos, la identificación con nuevos valores progresistas como la ecología o la igualdad de género. Y comparten, además, el hecho de haber nacido de la crítica a los partidos políticos tradicionales, como instancias superadoras del statu quo. Esta pluralidad de casos es el eje de Los senderos de la nueva izquierda partidaria, que reúne diferentes estudios de casos bajo la coordinación de Juan Manuel Abal Medina, politólogo especializado en el análisis de las organizaciones políticas y las cuestiones de la representación y actual subsecretario de la gestión pública.
En general, los estudios y las investigaciones acerca de los partidos políticos tienden a centrarse en los factores externos que los condicionan y en buena medida los explican, desde las crisis económicas y el auge de los medios de comunicación hasta la crítica a la representación y el ascenso de los nuevos movimientos sociales. Este libro, en cambio, pone el foco en los partidos políticos en sí. La tesis que sobrevuela es que, aunque las cuestiones exógenas son importantes, las características de cada fuerza son cruciales para entender su nacimiento, su evolución y, en muchos casos, su decadencia. Recupera, así, las investigaciones de politólogos como Angelo Panebianco y sus ideas acerca de cómo el nacimiento de un partido deja una marca genética que lo condiciona de por vida.
El libro es el resultado de un proyecto de investigación de largo plazo apoyado por la UBA y el Conicet, lo cual marca una diferencia con el amontonamiento apurado de papers en los que a menudo se basan este tipo de obras colectivas. Pese a ello, falta un esfuerzo de actualización, pues la mayoría de los textos concluyen hace dos o tres años, lo cual obviamente le quita interés al libro. El artículo del Frente Amplio uruguayo, por ejemplo, es interesante, pero no incluye el análisis de la elección que finalmente le permitió acceder a la presidencia. El post scriptum de Francisco Romero pretende cubrir este vacío, pero no alcanza. Aunque en algún momento siempre es necesario poner el punto final, tres años es demasiado tiempo para sujetos tan inestables como los partidos políticos latinoamericanos.
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