Jueves, 12 de enero de 2006 | Hoy
Por Sylvia Saítta
y Luis Alberto Romero
El artista plástico Benito Quinquela Martín nació en Buenos Aires el 19 de marzo de 1890 y murió el 28 de enero de 1977. Abandonado por sus padres, pasó sus primeros siete años en la Casa de Niños Expósitos, hasta que fue adoptado por un humilde matrimonio genovés que tenía una carbonería en el barrio de La Boca. Después de abandonar la escuela primaria, en 1907 ingresó en una academia de su barrio, donde cursó pintura con Alfredo Lázzari. En esos años conoció a Juan de Dios Filiberto y comenzó a vincularse con quienes formaban el “clima artístico” del barrio. En 1914, participó, junto a Riganelli, Juan Grillo y otros, del Salón de Recusados, la primera de una serie de exposiciones que a partir de entonces realizaron los artistas cuyas obras no eran aceptadas en el Salón Nacional. Pío Collivadino, director de la Academia Nacional de Bellas Artes, conoció sus trabajos y gestionó su primera muestra en la galería Witcomb, en 1918. A partir de la muestra de Río de Janeiro en 1921, y de haber obtenido el Tercer Premio en el Salón Nacional, Quinquela expuso sus trabajos y obtuvo gran repercusión en París y en España (1922), donde fue el primer pintor argentino que figuró en el Museo de Arte Moderno de Madrid. En 1927, emprendió un viaje por Nueva York y La Habana, y dos años después, por Italia y Londres. Después de ese viaje, decidió no salir más al exterior, exponiendo solamente en diversas ciudades del interior del país.
Esta entrevista, titulada “Quinquela Martín está muy agradecido por los sufrimientos que le deparó la suerte”, se realizó cuando sus pinturas ya habían adquirido gran popularidad en Buenos Aires y La Boca lo había consagrado su pintor. Sus paisajes del Riachuelo son una versión épica y lírica del trabajo portuario, en pinturas que afirman el valor de la creación popular con un lenguaje de lectura clara y una profusión de colores fuertes.
En los años ´30, Quinquela Martín fundó y presidió “La Peña”, que se realizaba en el hotel Castelar y que fue uno de los centros de reunión de artistas plásticos y escritores. También en los ´30, realizó la primera de sus donaciones de terrenos destinados a establecimientos de bien público: la Escuela Museo Pedro de Mendoza, inaugurada en 1936. Dos años después, inauguró el Museo de Bellas Artes de La Boca en el mismo edificio en que funcionaba su taller.
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