ESPECTáCULOS › ESTA NOCHE EMPIEZA EL NUEVO CICLO DE “CONFIANZA CIEGA”
Un programa hipercaliente
Los responsables explican por qué idearon una segunda parte más zafada, luego de mudar la acción de Portugal al Delta argentino.
Por Julián Gorodischer
“Es un lugar muy lindo”, dice el productor para definir el Delta. Lejos quedó el paraíso portugués de la primera parte de la saga; ahora, las parejas tendrán que conformarse con las aguas turbias. Pero “caliente, eh, esta vez va a ser muy hot, muy subido”, anticipa Mariano Chiade, productor general, sobre lo que se verá en el nuevo “Confianza ciega”, distinto escenario, pero con la misma propuesta indecente para sus participantes: separarse y ser tentados para ponerse a prueba, un amor que decide afianzarse bajo condición particular: 22 días de vida loca en el resort criollo. Los que llegan, tienen sus propios mitos de origen. “Se conocieron cuando él se acercó a pedirle fuego”, se dice sobre Sebastián y Sabrina. Y allí van los tortolitos a su temporada en la isla de las tentaciones, con cámaras hasta en los dormitorios y “un casting pensado para que esta vez –dice Chiade– pese más la convivencia que el conflicto, que quede claro que éste es el reality más audaz”. El ciclo comenzará hoy, a las 22, con un programa especial en el que se presentarán a las tres parejas participantes y a los dos equipos de seductores/as. Sin embargo, los días y horarios definitivos de la emisión del reality serán los lunes y miércoles a las 22, por la pantalla del renovado Canal 9.
En el casting al que se presentaron 250 parejas, sobresalieron los “más jugados”. Cuenta el guionista Alejandro Ocón que “se busca un perfil más zafado que el del año pasado, imágenes más explícitas, con más topless y más temperatura para las tentaciones. Para eso, se eligió gente más propensa a tentarse o dejarse tentar”. El drama se prefigura. “Se conocieron en el secundario y quieren poner a prueba su amor”, se avisa sobre Carla y Gustavo, melodrama de exportación: el sentimiento versus las pasiones, la lealtad contra la legión de strippers y pulposas revoloteando. “Era importante subir el tono sexual –explica Chiade–. Este es un ‘Gran Hermano’ con tuco y pesto, más picante. En la primera parte fue todo muy gradual. Esta vez quiero una tentación mayor.”
Como contrapeso para el destape, sube el factor sentimental. “Están muy enamorados...”, se presenta a Carla y Gustavo, y el porno soft se cruza con la telenovela en el punto exacto en el que nace el reality. Allí donde despunta el topless de la “seductora” que aspira a un estrellato rápido también aparece el llanto de la “dejada”. “Yo lo quería tanto”, dirá seguramente, como ayer, no a Juan Castro sino al conductor Leo Montero, autodefinido como “psicólogo, sacerdote, amigo y hermano”, ambición megalómana que no se nutre en la imitación del precursor sino en las propias cualidades: “Soy simpático y entrador”.
“Voy a ir agregando al programa rasgos de mi personalidad para lograr la confianza de los participantes. Cuando lloren o estén tristes, voy a estar ahí para contener y moderar. En la previa, los veo decididos a fortalecer la relación, pase lo que pase. Yo no soy fanático de los reality, pero me sedujo explotar como entrevistador cosas no habituales a lo que venía haciendo. No generar comodidad en mis invitados; acá no tengo necesidad de que la pasen bien.” He allí el clímax de lo que fue y de lo que será la nueva versión: el reality sádico invita al confesionario y muestra el cuerno, deja llorar y azuza con un poquito más, sólo un poquito más de planos in fraganti en la pileta del resort, o un coro de gemidos sin imagen, ése que volvió famoso al primer “Confianza...”. Sobre lo que se viene, la productora Verónica Alvarez impone restricciones: “Lo que queda afuera es el sexo explícito y lo escatológico. Van a ver muchas salidas, fiestas, juegos y exteriores”.
Hay una idea de producción en que el porno soft hace servicio, por qué no, en la Argentina devaluada: haga patria, visite el país. Junto con el gancho del eterno calentón, aparece una variable novedosa, basada en la reivindicación de las aguas marrones de la desembocadura del Paraná. “Si yo no te lo digo, vos no te das cuenta dónde grabamos. Pensás que estás enPortugal”, dice Montero. “Es un lugar lujoso”, aporta el guionista Ocón. Que quede bien claro que la devaluación hizo sus estragos, pero al menos el porno soft gana una cierta reminiscencia nacional. “Van a ver –dice Montero–, este país tiene unas maravillas tremendas.”