ESPECTáCULOS
“La pasión es mucho más fuerte que esta crisis”
El guitarrista y compositor Juan Falú explica la vigencia del Festival Guitarras del Mundo, que empieza hoy su octava edición. Actuarán, con entrada gratuita, 170 guitarristas de 15 países.
Por Karina Micheletto
Desde hace ocho años, la Argentina es epicentro de un encuentro que poco a poco fue ganando importancia en números y en prestigio, y que hoy es reconocido como el lugar de reunión de las mejores guitarras de todo el mundo, en diferentes estilos y generaciones de intérpretes. Se trata del Festival Guitarras del Mundo, que comienza hoy y se extiende hasta el 13 de octubre en 58 ciudades argentinas, con 216 conciertos con entrada gratuita, en los que participarán 170 guitarristas representantes de 15 países. Cifras nada despreciables (además de las que indican que la cantidad de espectadores prevista superaría los 60.000 de la edición anterior), que certifican la “pasión guitarrística” que se extiende por la Argentina, según define el guitarrista y compositor Juan Falú, creador, director artístico y organizador del evento, junto con Ana Villa, coordinadora general. El festival cuenta con el apoyo del gremio de la Unión del Personal Civil de la Nación, la Secretaría de Cultura del gobierno porteño y organismos provinciales y municipales. Tiene, además, la colaboración de todos los artistas participantes, que aceptaron formar parte del encuentro con cachets mínimos o en forma gratuita.
Los diferentes conciertos de Guitarras del Mundo se realizarán desde La Rioja, Catamarca y Chilecito hasta Trelew y Ushuauaia, pasando por San Salvador de Jujuy, Córdoba, Mendoza y diferentes ciudades de la provincia de Buenos Aires, como Olavarría, Pinamar y Bahía Blanca. En la Capital Federal, los espectáculos se realizarán en la sala AB del C. C. San Martín (Sarmiento 1551). En cada concierto se presentarán tres guitarristas o grupos, uno extranjero y dos nacionales. Los recitales cubrirán un amplio abanico de estilos y géneros: folklore de las diversas regiones, música contemporánea, clásica, antigua, barroca, flamenco, tango y jazz. Una diversidad que también abarca trayectorias y generaciones: asistirán guitarristas de prestigio internacional, como Eduardo Fernández Cardoso, Roberto Aussel, Roland Dyens, Shin-Ishi, Juanjo Domínguez, Luis Salinas y Paul Carlo Domeniconi, entre otros, y artistas nuevos menos conocidos, que concursaron para participar. Una muestra de esta amplitud de intérpretes es el Conjunto Argentino de Guitarras, con el que abrirá el festival en Buenos Aires, un grupo integrado por cuarenta guitarristas aficionados, algunos con una sólida formación y otros que tocan “de oreja”. La atípica formación será dirigida por Falú y Roberto Calvo.
–¿Cuál es el rasgo distintivo de esta edición del festival?
–El hecho de que se haga en medio de la peor crisis del país. Si esto sigue en pie es porque la pasión es más fuerte que la crisis. Este es un año de consolidación, el festival ya alcanzó una magnitud que para nosotros es más que suficiente, y ahora hay que seguir consolidándola. En un país en que hay tantos desvaríos en política cultural, en donde se hace tan difícil cualquier continuidad, que hayamos tenido ocho años seguidos de Guitarras del Mundo es toda una originalidad. Esto tiene que ver, por un lado, con que no estamos atados a ninguna de esas políticas. Y, por otro, con una necesidad de la gente que se hace cada vez más evidente. Es extraña la forma en que están creciendo tantas manifestaciones culturales, ya sea en música, cine o teatro. Como si esta sociedad se agarrara desesperadamente de lo único que parece quedar en pie, que es la cultura, que no es poco en un país que ha generado manifestaciones artísticas de tanta calidad.
–¿Cómo gestionaron la participación de tantos guitarristas extranjeros, o argentinos radicados en el exterior?
–Fue posible gracias a la solidaridad de los músicos, que aceptaron cachets pesificados y devaluados, y que enmuchos casos se pagaron su pasaje, o gestionaron formas de costearlo con auspicios oficiales. Esto que parece un milagro es producto del compromiso de una cantidad de gente con el proyecto. A los músicos de afuera les dijimos: “El país se está cayendo, pero el festival queda en pie, así que ustedes van a venir, sea como sea”. No permitimos que un proyecto como este se caiga por un momento de crisis. La crisis terminó siendo un estímulo, porque consideramos que había que hacerlo, más que nunca.