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Daniel Ritto coge mal
Por Dalmiro Sáenz
Ser es ser distinto. Daniel Ritto es distinto. Es distinto a los demás y es distinto a sí mismo. Tal vez porque es consciente de que la verdad y la realidad no tienen por qué superponerse, porque uno es mucho más lo que quiere ser que lo que es.
Verlo en el Espacio Colette del Complejo La Plaza representando a varios de sus personajes en Ritto por cinco (Luca Prodan, Roberto M. Santucho, Enrique Angelelli, Charles Bukowski y Severino Di Giovanni) es mirarnos a nosotros mismos en el espejo de este gran actor que es Daniel Ritto.
En el arte sólo existen los espejos. Nos buscamos en el arte como hacen los chicos cuando juegan, todavía sin saber que la única diferencia entre un niño y un adulto es el precio de sus juguetes.
Cuando Ritto actúa, representando a esos personajes suyos que han dedicado sus vidas a ser lo que son, una extraña sensación nos invade. Nos vemos a nosotros mismos como alguien que en un momento de su vida observa al hombre que es, mirando con nosotros al hombre que pudo haber sido.
Daniel Ritto debe coger mal. Alguien que ejerce la cogida permanente como lo hace con su público, le debe costar ejercer el asombro, seguramente acariciará más pieles que pensamientos, tal vez por eso es tan gran actor, porque así como en las Madres de Plaza de Mayo vemos hijos que engendraron madres, a los grandes actores los vemos engendrados por sus personajes.
Los hombres se enamoran de una mujer, y la mujer se enamora de la pareja. Para este actor, como sucede con todos los actores importantes, su parte femenina se enamora de la pareja de él con su público, y su parte masculina se enamora de su público.
Tal vez ahí resida el éxito de este espectáculo, en donde el machismo femenino y la femenina masculinidad se alojan en ese lesbiano genial que es Daniel Ritto.
Ritto por cinco, unipersonal con Daniel Ritto, textos de Osvaldo Bayer y Carlos Polimeni, entre otros, y dirección de Pablo Silva, puede verse todos los sábados de noviembre a las 23 en el Espacio Colette del Complejo La Plaza (Corrientes 1660).