ESPECTáCULOS › EL CANTAOR ENRIQUE MORENTE LLEGA POR PRIMERA VEZ A LA ARGENTINA
El Goyeneche del cante flamenco
Es, sin dudas, el mayor cantaor de la actualidad, pero también un artista que amplió sus horizontes y cautivó a toda clase de público. Llega a la Argentina de modo sorpresivo, para encontrarse con la realida de que es una artista de culto. Y con un homenaje en la Legislatura porteña.
Por Martín Pérez
Al comienzo fue apenas uno más en el coro de la catedral de su ciudad natal, luego fue conocido como “Enrique, el granaíno” y ahora es sencillamente Morente. Con su apellido alcanza para saber que se está hablando del mayor cantaor flamenco de la actualidad. Un artista único, que ha cantado a los mejores poetas en castellano, adelantándose incluso a Joan Manuel Serrat al ponerle música en los ‘70 a los poemas de Miguel Hernández. Que hizo historia al rescatar al maestro jerezano Juan Antonio Chacón, olvidado por la flamencología oficial, pero que también la hizo al unirse a un grupo de rock para homenajear al mismo tiempo a Lorca y a Leonard Cohen. “El artista no debe sentirse obligado a experimentar, ni a resultar interesante, ni a ser oportuno. El artista está obligado a hacer lo que sienta. Es una cuestión de sentimiento, no de imaginación”, ha dicho Enrique Morente, un cantaor tan respetado como fue amado el tristemente desaparecido Camarón de la Isla.
“Desde el análisis artístico, Enrique es una catedral”, declaró contundente el guitarrista Manolo Sanlúcar a la hora de homenajear la figura del cantante granadino en un acto realizado en 1990 en la Universidad de Sevilla. “No es común encontrar gente con tanta conciencia artística: es decir, tan consciente de lo que hace y del género que representa. No se limita a leer lo que otros escribieron. Su identidad le proporciona la visión y comprensión personalísima del mundo del flamenco, que no sólo es una forma de hacer arte, sino una forma de sentir la vida. El entendimiento de Enrique es tan alto que llegó a ser su propio esclavo. Es esclavo de su condición de cantaor.” Así explico entonces Sanlúcar la naturaleza del artista, que este martes se presentará sorpresivamente en La Trastienda, acompañado por el guitarrista Manuel Parrilla. Un artista que hoy es considerado unánimemente, luego de años de éxitos y controversias, la gran voz del flamenco moderno.
Nacido en Granada en la navidad de 1942, a los siete años Enrique Morente Cotelo ya integraba el grupo de seises de la catedral de su ciudad natal, una formación que siempre presumió de tener las mejores voces de esa tierra. Un coro, al fin y al cabo, de voces blancas y en latín, para sorpresa de más de un ortodoxo del estilo al que luego se encomendaría. Sin embargo, según cuenta la leyenda, el flamenco le entró desde muy joven por el oído, por la vista y por el tacto. “El cante comienza cuando uno nace dentro de él, escuchando como lo canta tu gente, como lo cantan grupos de gente que se reúnen en una taberna y comienzan a cantar. Uno los escucha y comienza a cantar también”, explicó una vez. “Por supuesto que después necesitas una técnica, una escuela, necesitas aprender. Para poder lograr esto lo que más se necesita es entusiasmo. Y después saber de quién tenés que aprender, cuáles son tus fuentes, dónde puedes encontrar lo que tiene valor. Entonces, sí, estás encaminado.”
Aurelio de Cádiz fue el primer gran maestro de Morente, allá en su Granada natal. Al cumplir los dieciocho, el joven Enrique partió hacia Madrid: “La ciudad a la que le debo todo lo que soy”, como confesó más de una vez. Allí comenzó realmente a ser conocido como un cantaor, bajo el apodo de “Enrique, el granaíno”. Con ese nombre conoció a otro de sus maestros fundamentales, Pepe el de la Matrona. Sus biógrafos más puntillosos recuerdan su debut en la peña flamenca Martot, y cómo fue construyéndose un nombre en el ambiente con actuaciones en la Casa de Málaga o junto a la pareja de baile Gloria y Camborio, ganándose un humilde sitio al lado de leyendas como Bernardo el de los Lobitos o Manolo de Huelva.
Su primer gran logro en una biografía repleta de ellos llegó en 1964, al ser contratado por el ballet de Marienma para actuar en el Pabellón español de la Feria Mundial de Nueva York y en la embajada de España en Washington. Su voz llegó al disco a partir de 1967 y –tal como celebransus apólogos– tan sólo después de dos primeros álbumes de corte clásico como Cante Flamenco y Cantes Antiguos del Flamenco (en los que es acompañado por los guitarristas Félix de Utrera y Niño Ricardo), emprendió su camino renovador en 1971 con el álbum Homenaje flamenco a Miguel Hernández. Seis años más tarde redoblaría la apuesta con la obra maestra Homenaje a Don Antonio Chacón, que en su tiempo fue un alarde de valentía y justicia histórica, puesto que rescataba la memoria histórica del gran maestro olvidado del cante flamenco de este siglo. Junto a Lebrijano, Juanito Villar, José de la Tomasa, Carmen Linares y otros, Morente formó parte junto a Camarón de la llamada Generación del 68, que comenzó acatando la ortodoxia del flamenco con la cual sólo Camarón y Morente llegarían a una ruptura total, enfrentándola radicalmente.
“Yo creo que, en definitiva, lo que importa es hacer arte. La ortodoxia, y estoy plenamente seguro, a uno de los que le gusta es a mí, pero yo creo que la ortodoxia debe servir para hacer arte, para invitar a ver nuevas veredas, nuevos caminos y, si eso está hecho con sinceridad y honestidad, siempre sirve para nuevas experiencias. Porque esto es una música viva, esto no es una música de museo. Y ésas son razones poderosas para justificar que hay que mirar hacia delante”, declaró Morente, que abrió la década del ‘80 cantando junto a Camarón en el Frontón Madrid, y luego participó en la Fantasía de cante jondo para voz flamenca y orquesta de Antonio Robledo, en 1987 participó del Festival de Jazz de Madrid y antes de cerrar la década estrenó su Misa Flamenca, con textos de San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Lope de Vega y Juan del Encina.
Escribió el especialista Paco Vargas: “Tras la muerte de Camarón de la Isla, referente obligado junto a Morente de las nuevas tendencias del cante flamenco, se produjo una fiebre que después fue sarampión y que al final se redujo a dos o tres voces –Duquende, José Parra, Dieguito “El Cigala”...–, más alguna incursión premeditadamente interesada, como puede ser la de José Mercé. Y poco más. Porque Camarón es inimitable. Morente, sin embargo, ha sentado las bases del cante flamenco del siglo XXI, cuyos resultados están ya aquí en sus mismos umbrales. Y lo hizo –lo está haciendo– desde el respeto, la disciplina y el compromiso, de tal modo que esa actitud, poco espectacular aunque muy seria, fue calando, como si de una pesada gotera, impertinente y perenne, pero también apetecible y deseada, se tratara”.
Fanático confeso de Van Morrison, Prince, Sonic Youth y Diego Armando Maradona, este defensor de la ortodoxia pero no como cárcel sino como punto de partida inevitable nunca quiso quedar atrapado dentro del flamenco. “Si no fuese cantaor de flamenco sería un rockero”, le dijo hace un par de años al periodista español Daniel Muñoz. “Me he equivocado de camino, pero a los 50 años ya no puedo rectificar. Bueno, apenas si he rectificado un poco, pero es que las mentes anticonvencionales me gustan mucho más que las estables e hipócritas”, explicaba, recordando su magnífica colaboración con el grupo de rock español Lagartija Nick para el álbum Omega, su fundamental homenaje a Lorca y a Leonard Cohen. “Yo he hecho de todo, soy todoterreno. No tengo escrúpulos a la hora de tirar hacia un sitio u otro, siempre que me inspiren”, apunta Morente, que le dio al flamenco una gran heredera, su hija Estrella Morente, ya una figura por derecho propio.
Cuando en 1994 el Ministerio de Cultura español le concedió el Premio Nacional de la Música, un galardón inédito hasta entonces para un cantaor flamenco, Morente declaró: “Creo más bien que han querido premiar al flamenco, y han pensado en mí como habían podido pensar en cualquier otro, pues cantaores como yo hay unos cuantos. Pero me parece que fundamentalmente quisieron llamar la atención sobre el auge cada vez mayor que el flamenco está adquiriendo en el mundo. Y esto sí me parece importante”. En su inesperada visita porteña, en la que será declaradohuésped de honor el próximo lunes por la Legislatura porteña, se anuncia que Morente realizará el mismo concierto que acaba de realizar junto a Manuel Parrilla en la Bienal de Flamenco de Sevilla. “Es raro que en mis conciertos no haya un martinete o un seguiriya. Con un pendiente en la oreja, siempre habrá un martinete y una seguiriya”, anunció alguna vez Morente, y seguro que no fallará en su único concierto porteño, que realizará luego de participar este fin de semana en el Festival de Flamenco que se realizará en Rosario, Santa Fe.