ESPECTáCULOS › LA TELEVISION ARGENTINA, EN LA ENCRUCIJADA DE COSTOS Y CONTENIDOS
El año en que la crisis fue noticia
La devaluada temporada consagró al panel como estrella y condenó a la extinción al reality show. Las divas se exiliaron, el 13 logró destronar a Telefé del liderazgo y Canal 9 y América mantuvieron una guerra. La ficción, a pesar de tantos límites, vivió un momento importante.
Por Julián Gorodischer
Convivieron en 2002 como un ejército de freaks salidos de la película homónima de Ted Browning (1932). Guido Süller tuvo novia (en el extrañísimo “Zap” de Marcelo Polino), y dos novios se declararon cada sábado en el Rosedal para el anacrónico “La gran propuesta”. Dos mujeres policía metieron el tema del lesbianismo en la tira versión Pol-Ka (“099 Central”), y un policía-conductor, Jorge Rial, denunció con cámara oculta al ex ganador de “Gran Hermano”, Marcelo Corazza, por un supuesto affaire gay. Dos chicos se hicieron muy famosos como émulos de Los Tres Chiflados (los Marquesi en “Son amores”), y Willy, alias “El chiflado”, se consagró como villano en la ficción carcelaria “Tumberos”. La Señora de la TV, Mirtha Legrand, insultó con saña y pasión en el programa de Chiche Gelblung (“Carajo, mierda...”), y el Señor Profesor de la Nación trocó sus conclusiones por la fumata de un habano (Mariano Grondona en “Hora Clave”). Muchos periodistas se pusieron a rumorear ubicados en un panel (“Intrusos”, “Indomables”, “Implacables”, “Las cortesanas”), y ninguno mantuvo el estilo solista de antaño en la nueva tele “hecha en equipo”.
La tele de 2002 se vació de estrellas (ni Mirtha, ni Susana, ni Repetto), se llenó de dedos en alto y voces crispadas (el neofascismo televisivo del Canal 9 en versión Daniel Hadad), consagró a muchos cantantes (las Bandana, los Mambrú, Paolo) y descubrió lo que se sospechaba: sola no es rentable. Entonces, se asoció a las discográficas para parir nuevos valores, o acudió con desesperación a las líneas telefónicas o produjo experimentos para el exterior y compensó en divisas la caída argentina. La tele de la crisis bajó los costos, extendió la cháchara, redujo el reality show y regresó al “vivo” del tablón y los conversadores, casi como en los comienzos, sin ningún atisbo de superproducción. “La TV argentina tenía muchos contenidos internacionales, y este año se hizo todo adentro”, asume Bernarda Llorente, subdirectora de programación de Telefé. “Hubo pocas estrellas extranjeras, menos despliegue escenográfico, menos margen de error. Ya no es rentable en términos de programas y tandas. La ganancia entra por otra vía: ubicar productos en el mercado internacional, salir al exterior, explotar líneas telefónicas y merchandising.”
En plan de achique, la estrella fue el panel. Si usted es productor, convoque cuatro opinadores, tire un tema que aluda a la propia TV, divídalos en bandos enfrentados y déjelos pelearse: es una fórmula segura que no garantiza rating ni calidad, pero sí espanta el vacío al menor costo, y es versátil como para llenar la tarde, la noche o la mañana. En el reino del comentario, donde todo fue tematizable, los panelistas lo discutieron todo: la trama de una novela (“Noticias de novela”), la trampa y la reconciliación de una pareja (“Intrusos”, “Rumores”, “Indomables”), la actualidad de los ahorristas y las asambleas (“Periodistas”, “Detrás de las Noticias”), la amenaza de “los pobres” y el heroísmo policial (“Después de Hora”, “Cotidiano”), el romanticismo en falta (“Las cortesanas”). “La peor crisis no fue económica”, dice Liliana Parodi, gerenta de producción de América. “Fue venir de una década de plata, reluciente, y pasar a otra cosa, ver la saturación de un mismo recurso, el chimento y el panel. La crisis justifica, en muchos casos, la falta de ideas, y se saturan las mismas fórmulas. La copia harta y se convierte en una porquería.”
La tele de esta temporada demostró que ninguna regla (ninguna ley) sigue vigente en la Argentina: una estrella amagó, dio vuelta atrás y perdió después su reinado (Marcelo Tinelli con “El Show de Videomatch”), un canal cedió su liderazgo histórico en manos de un ex galancito puesto a gerenciar (el Canal 13 de Adrián Suar encabezó el rating general), el tercer puesto se convirtió en una perla codiciada (Canal 9 y América en lucha desesperada) y lo que se anunciaba como un boom de realities seconvirtió en un páramo. Según Martín Kweller, productor general de Endemol Argentina, “hubo que bajar costos e inventar programas de entretenimiento e interés general” para reemplazar el costoso reality.
“El panel –dice Kweller– fue un recurso interesante para que el canal aceptase a gente interesante que todavía no puede tener su propio programa. Es una vía de acceso a la tele para buenos periodistas.” Si “Gran Hermano” recién pudo volver sobre el final del año y “Expedición Robinson” fue el gran ausente de la temporada, de algo hubo que vivir. “Hace cuatro años decidimos trabajar para todo el mercado latinoamericano”, explica Pablo Martins, productor general de Promofilm. “Cuando llegó la devaluación, estábamos produciendo doce ‘Robinson’ para Inglaterra, España, Rusia y Colombia, entre otros. Hoy somos los únicos que seguimos creando fuentes de trabajo.”
“Esta es una TV marcada por la recesión, que está esperando los formatos evolucionados del reality como ‘Operación Triunfo’”, dice Marcos Gorban, productor general de “Gran Hermano”. Por eso hubo pocas piezas de periodismo de investigación con tiempos largos: “Punto Doc” y “Telenoche Investiga”, de altísimo perfil después de la detención del cura Julio César Grassi por supuesto abuso de menores. “Con la crisis, la tele se comportó mejor que muchos intelectuales, que no sé dónde están”, plantea Carlos De Elía, gerente de Noticias de Canal 13. “Entre el desconcierto y la falta de ideas, la TV, al menos, intentó dar una respuesta. Muchos critican el show del hambre y la pobreza. Yo creo que es mejor eso que otros shows del pasado como la plata dulce o el deme dos: es mejor que esté. Los argentinos tenemos que aprender a convivir con la verdadera realidad.”
En 2002, finalmente, unos pocos hijos pródigos se llevaron los lauros, y todos hablaron del resurgir de la ficción. “Son amores” acaparó el rating, “Los simuladores” y “Tumberos” sumaron créditos a favor del unitario, y un realizador se sigue quejando por el exceso en la valoración. “En una tele más o menos normal, este programa no ocuparía el lugar de lo cultural”, asume Damián Szifrón, director de “Los simuladores”. “En otra época se hubiera prestado menos atención a este unitario, pero en este tiempo, reconocerlo es una manera de condenar la estupidez.”