ESPECTáCULOS › “GRAN HERMANO 3”, LA EDICION DE LA CRISIS
La fama como única salida
Para el productor Marcos Gorban, la edición actual del reality show refleja claramente la debacle económica de la Argentina actual.
Por Hernán di Bello
Un investigador extranjero que buscase en un programa de televisión las marcas de la crisis argentina tendría en la actual edición de “Gran Hermano” una oportunidad única. Aunque el programa mantiene el formato inicial y está bien de rating “Gran Hermano 3” es muy diferente a los anteriores porque ahora los participantes lo ven como una tabla a la que aferrarse en medio de un naufragio colectivo. “Lo que cambió no es el programa, sino el país. En todos los chicos que entrevistamos había rastros de la crisis”, señala el productor general Marcos Gorban. Al casting de esta edición, que empezó en octubre, se presentaron 52 mil jóvenes, mucho más que en las anteriores, Según Gorban, la crisis explica que entre los doce elegidos para pasar cuatro meses encerrados en una casa atestada de cámaras y micrófonos hubiese desde desocupados que integran la empobrecida clase media hasta madres solteras que son el único sostén de sus familias.
Actualmente, quedan en competencia seis de esos doce originales, a los que se agregó la semana pasada Gastón Trezeguet, el más carismático de los participantes en “Grah Hermano 1”. “No es que nosotros decidimos darle un tinte más social a ‘Gran Hermano’. Fue la realidad la que se trasladó al programa”, sostiene Gorban. A los jóvenes aspirantes se les preguntó en el casting, cuenta, dónde habían estado el 20 de diciembre de 2001, el día en que Fernando de la Rúa renunció a la presidencia del país en medio de las multitudinarias manifestaciones callejeras y una brutal represión, que originó casi una treintena de jóvenes muertos, en todo el país. “Algunos de los chicos que estuvieron o están en la casa nos dijeron que también ellos salieron a la calle con sus cacerolas”, dice el productor. La mayoría de los postulantes a formar parte del programa –cuyo ganador es elegido por el público y recibe como premio cien mil pesos– reconoció que su única ilusión era “salvarse” económicamente. Las estadísticas oficiales indican que más de la mitad de los habitantes de Argentina viven en la pobreza, que el 22,7 por ciento se extingue en la indigencia y que el 17,8 por ciento de la población activa no tiene trabajo.
Eduardo Carrera, uno de los participantes, forma parte de la legión de desempleados, mientras su compañera Viviana Colmenero se ganaba la vida como prostituta antes formar parte de un grupo en el que la situación del país es un tema frecuente de conversación. Esto rara vez ocurría en las ediciones de “Gran Hermano” de 2000 y 2001: la mayoría de los concursantes parecían surgidos de un catálogo de modelos y las únicas preocupaciones pasaban por la fama, la diversión y el culto al aspecto físico. Ahora uno de los protagonistas más queridos por el público es Matías Bagnato, que no es precisamente un parámetro del joven argentino esbelto, exitoso y despreocupado. A las pocas horas de ingresar a la casa confesó a sus por entonces desconocidos compañeros que es homosexual y que cuando tenía 16 años perdió a toda su familia en un incendio, por lo que desde entonces debió arreglárselas solo para vivir. Algunos analistas del juego consideran que la idea de introducir a Trezeguet, que es bisexual, en la casa, sería un modo de que Matías tenga con quien compartir confidencias.
En tiempos de crisis y devaluación, la austeridad llegó a un programa que demanda una gran cantidad de personal para que 35 cámaras y 70 micrófonos no pierdan ningún detalle. “En Telefé se redujeron los presupuestos y en esta edición contamos con menos empleados que en las anteriores”, admite Gorban, que pasa más horas del otro lado del muro que separa a la casa-estudio del mundo exterior que en su propia vivienda. Hace unas semanas, Eduardo volvió de un intercambio de participantes con el “Gran Hermano” español maravillado por las comodidades con que cuentan sus colegas ibéricos y marcó el contraste con el otro lado del Atlántico. Allí, además, había en competencia un argentino, uno de los cientos de miles que viven, legal o ilegalmente, en España.