ESPECTáCULOS › “SEPARAÇOES” ARRASO EN EL FESTIVAL DE MAR DEL PLATA
Brasil se hizo con el oro y la plata
La muestra marplatense culminó ayer con el triunfo de un film brasileño que no estaba entre los favoritos. “El fondo del mar”, de Damián Szifrón, se llevó el premio del público. Confusa situación de la película de Agresti.
Por Martín Pérez
Desde Mar del Plata
Al final, el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata tuvo ayer su fiesta en paz. Con un clima que invitaba a la playa desde bien comenzada la mañana, el anuncio con el que amaneció la comunidad cinematográfica fue que Valentín, el film de Alejandro Agresti, continuaba en competencia. Así fue como, a la hora de anunciar los premios oficiales, la película pudo alzarse con una diplomática Mención Especial del Jurado. Un jurado que resultó poco exigente y populista, bien en la tradición de Mar del Plata, y que repartió sus premios salomónicamente. Un rápido recuento de Ombúes señala que dos se quedan en Argentina, mientras que la misma cantidad viajan tanto a Brasil como a España, los dos países adonde apunta la reconstrucción del devaluado perfil del Festival. No es casualidad que justamente un elogiado representante brasileño haya inaugurado el evento (Ciudad de Dios, de Fernando Meirelles) y otro ilustre como el español Carlos Saura haya tenido a cargo ayer su clausura oficial con la exhibición de Salomé, su último trabajo.
De la misma manera en que el desprolijo conflicto alrededor de la permanencia o no en competencia de la película de Agresti fue el gran drama previo a las deliberaciones del jurado, las idas y vueltas que motivaron la decisión de mantenerla en competencia pasaron decididamente a segundo plano durante el día de ayer. Sin embargo, la comedia de enredos que llevó primero a acatar el pedido de la FIAPF y anunciar el retiro del film en la conferencia de prensa de Valentín y luego a emitir un comunicado a último momento anunciando que la película continuaba en competencia, no será olvidada tan fácilmente. Al menos por el espíritu heroico que llevó a que el viernes por la noche su niño protagonista fuese llevado en andas por el público del Auditorium tras la proyección nocturna de la película, luego de que se supiese la decisión de mantenerla en competencia. “Era como en la película Rocky, con todo el público gritando el nombre del derrotado”, le comentó su productor local a Página/12.
“Luego de haber efectuado exhaustivos análisis en las normas, usos y costumbres vigentes en los festivales internacionales, reafirmamos nuestra convicción de respetar las reglas impuestas y los derechos de las películas seleccionadas”, se puede leer en el comunicado oficial del viernes que confirmó la permanencia de Valentín en la competencia oficial, a pesar del reclamo de Bertrand Moullier, el director general de la Federación Internacional de las Asociaciones de Productores de Films (FIAPF), la entidad a la que responden los festivales de cine más institucionalizados. “Acá no hubo ninguna avivada, sino que se trató de un problema de interpretación”, aclaró Miguel Pereira, responsable artístico del Festival de Mar del Plata, que también subrayó que la decisión final fue tomada en buenos términos con la FIAPF. “Yo al tipo de la FIAPF lo llamé al hotel, y me dijo que no tenían ningún problema con el film”, le dijo Agresti a Página/12, al teléfono desde Los Angeles. “No puedo negar que soy un personaje polémico, pero lo soy siempre con fundamento. Y acá no hay ninguno”, agregó. Sin embargo, la decisión de no acatar un pedido directo de la FIAPF puede acarrearle al Festival de Mar del Plata, en el caso de que la sangre llegue al río, hasta un año de suspensión.
Semejantes idas y vueltas no hicieron más que enturbiar el trabajo del jurado, que vio la película de Agresti el viernes por la mañana pensando que ya no estaba más en competencia. Pero más tarde se enteró de la noticia de que seguía concursando por los Ombú, justo a tiempo para que el integrante que no la había visto –el director Ulu Grosbard– alcanzase a verla en la eufórica función nocturna. “Me pareció algo muy raro”, confesó el presidente del jurado, Ventura Pons. “Porque para decidir los premios tuvimos que esperar a ver si el film entraba o no en competencia”, explicó el catalán, a quien acompañaron en su responsabilidad, además del mencionado Grosbard (de origen belga, pero carrera norteamericana), la directora india Deepa Mehta, el francés Pascal Bonitzer, la brasileña Suzana Amaral y el argentino Carlos Sorín, que no estuvo presente a la hora de anunciar los premios. Ante semejante escenario, que condenaba al jurado tanto si la premiaba en exceso a Valentín como si la ignoraba, la Mención Especial aparece como el premio menos problemático. Y en tren de evitarse problemas, ante una competencia sin favoritos, el jurado eligió entregarle el Ombú de Oro a Separaçoes, una comedia mayormente teatral, celebrada por el público pero que, tal como se escribió ayer en este diario, estaba más para una Estrella de Mar que para un Ombú.
Suerte de cruza entre “Matrimonios y algo más” y La decadencia del imperio americano, Separaçoes es un film verbal, que habla de fidelidades e infidelidades, tanto amorosas como artísticas. Junto al Ombú de Oro, su director y protagonista –Domingo de Oliveiras, presente en Mar del Plata– también ganó un Ombú al mejor actor, pero el film fue llamativamente ignorado por los demás jurados paralelos. La gran ganadora argentina fue El fondo del mar, la ópera prima de Damián Szifrón, que logró no sólo un Ombú de Plata a la mejor película latinoamericana sino también una mención del jurado de la crítica (Fipresci) y el premio del público. Otra gran triunfadora del Festival resultó ser la película española Volverás, ganadora de un Ombú a la mejor dirección, pero también de una Mención del Jurado Oficial a la actuación de Tristán Ulloa, justamente presente en Mar del Plata junto al director, Antonio Chavarrías. De inminente estreno comercial en el mercado local, Volverás también se llevó el premio Signis (anteriormente OCIC), otorgado por los integrantes del jurado de la Asociación Mundial Católica para la Comunicación, entre quienes estaba el director argentino Bruno Stagnaro.
La otra figurita repetida a la hora de recorrer premios y menciones es la danesa Facing the Truth, que no sólo recibió una mención especial del jurado (“por su valentía al retratar la ambigüedad de la verdad”), sino que también recibió el premio a la mejor película en competencia de Fipresci, la federación internacional de críticos de cine.