EL PAíS › RUCKAUF YA REPARTE PUESTOS POR SOBRE EL PROXIMO PRESIDENTE
Nadie puede negarle que da trabajo
El plan es llenar las principales embajadas y crearle un hecho consumado al que venga, sea quien sea.
Pero el canciller Carlos Ruckauf, generoso, piensa no sólo en los diplomáticos sino en los cargos administrativos. Una radiografía del Estado de bienestar.
Por Sergio Moreno
La ingeniería que estructuran en la Cancillería parecería ser corolario de una astracanada insensata. Los funcionarios que conducen el Ministerio de Relaciones Exteriores siguen empeñados en designar embajadores en el exterior a pesar de que en menos de 45 días un nuevo presidente será electo y, a su vez, escogerá a su canciller.
Quienes surjan de las urnas tienen el derecho, la prerrogativa y la necesidad política de designar a sus representantes en los destinos más estratégicos para los intereses de la nación. No obstante, al actual ministro Carlos Ruckauf parece importarle poco, obnubilado por la provinciana convicción de que quien designe ahora será hombre suyo en el futuro, cuando él sea diputado por la provincia que abandonó incendiada. Para eso, arma junto a su secretario de Culto, Esteban “Cacho” Caselli, un listado de traslados para concretar antes de las elecciones, plagado de funcionarios que ocuparon cargos importantes durante en menemismo. Incluso promueve a un ex jefe de ceremonial de la Presidencia del riojano que fuera apaleado por Ramón Hernández el mismo día de la entrega del poder en 1999.
Hay una lista de designaciones de embajadores en distintos destinos que circula por la Cancillería y a la que Página/12 tuvo acceso:
Para Londres está postulado el embajador Fernando Petrella, ex vicecanciller de Guido Di Tella y ex representante ante la ONU, actual secretario de Estado.
A Holanda irá José María Berro Madero, a quien Carlos Menem designara en Paraguay cuando el golpista Lino Oviedo fue acogido en la Argentina.
A Chile iría el secretario de Estado y ex embajador en Brasilia Jorge Hugo Herrera Vegas, aunque el diplomático dice a quien quiera oírlo que no aceptará cargo alguno hasta después del 25 de mayo, día de la asunción del futuro presidente.
A La Paz, Bolivia, el embajador Piñeiro Iñíguez.
A Ecuador iría el diplomático José Vignolo.
A Paraguay el recientemente ascendido Alejandro Daneri. Daneri era un segundo secretario de embajada cuando Di Tella lo nombró su secretario privado. Gracias a ello, trabó relación –viajes de por medio– con el festivo solterón Ramón Hernández, a la sazón su contraparte en la Presidencia. Noches compartidas en Ocean Drive, en Miami, en las alegres callejas de Cartagena o en el frío de Europa forjaron una amistad que devino en comunidad de intereses. De esa manera, Daneri llegó a ser jefe de Ceremonial de Carlos Menem. Y así como las cosas suelen tener un fin, la relación con Hernández, otrora su protector, mutó horriblemente, a punto tal de que el mismo día de la entrega del poder, viernes 10 de diciembre de 1999, Ramón le propinó una golpiza en la antesala del despacho presidencial, a la vista de varios testigos, quebrándole el tabique nasal. Pasado ese tiempo, Daneri acaba de ser ascendido a embajador –situación que encendió las iras de más de un diplomático de carrera– y podría recalar en la nada desapetecible Asunción a instancias de sus amigos del menemismo.
¿Quién arma estas listas? En “La Casa”, como los diplomáticos gustan llamar a su coqueto hábitat de Arenales y Esmeralda, sostienen que Caselli negocia con varios ex funcionarios de Menem, entre ellos con el último vicecanciller de Di Tella, Andrés Cisneros. Consultado por Página/12, Cisneros fue contundente:
–Yo no me llevo mal con Caselli; me llevo pésimo. No hablé con él.
La versión que dieron dos embajadores y un experto en relaciones internacionales que está al tanto de los pormenores de los traslados coinciden, no obstante, en que Caselli envió algunos mensajes a sus viejos amigos de menemismo para dejar una baza y recomponer algo de aquella relación que hizo trizas cuando declaró en la causa de las armas contra elriojano. “Cacho abrió algunas ventanas. Es muy convincente, lo une a Menem un pasado que sólo ellos dos conocen y Menem carece de rencor”, dijo a este diario un operador del ex presidente que conoce a ambos personajes.
Así y todo, y a pesar de la munificencia mal entendida de Ruckauf –ya se vio el episodio de la designación de su confidente Vitorio Tacceti en Brasilia, que costará a erario cuando menos 20 mil dólares en caso de que el próximo presidente quiera designar a un hombre suyo y no a él (tal como revelara este diario el pasado 26 de febrero)–, varios de estos traslados están parados. La publicación de la nota recién mencionada generó un debate interno en “La Casa” y, además, algunos posibles candidatos a canciller de varios aspirantes presidenciales hicieron saber su descontento. Tal el caso de Juan Pablo Lohlé, el hombre con quien cuenta Néstor Kirchner para la Cancillería si llegara a ser presidente. “Es un disparate; si los designan esto termina en que se van a tener que volver en siete meses, con todos los costos que ello implica”, bramaba un conocedor del asunto al enterarse de la maniobra.
La decisión que, aparentemente, tomarían en la Cancillería para bajar las olas sería designarlos en los destinos, solicitar los placets y esperar que sean otorgados por los países de destino. Una vez ocurrido esto, esperar los 45 días de forma, con lo cual el próximo gobierno ya estaría prácticamente en funciones y tendría la prerrogativa de designar a otros embajadores antes de enviar a estos, sin costo económico alguno. No es lo ideal ante los terceros países, pero suele hacerse en emergencias.
Como no todo es política, hay otra razón para que gran parte de estas designaciones –nombramiento de Taccetti inclusive– hayan sido momentáneamente congeladas: no hay dinero. Como con algunos nombramientos no habrá marcha atrás (Berro Madero en Holanda, Piñeiro Iñíguez en Bolivia), llegaron a proponerles a los funcionarios que paguen los traslados de su faltriquera y que luego, más adelante, el Estado argentino se los devolverá. La patria espera, pero parece que no muchos aceptarán el albur.