ESPECTáCULOS › EL FUTURO DE LA ANIMACION EUROPEA, EN UNA MUESTRA CELEBRADA EN ALEMANIA
Corto Maltés, el aventurero sin fronteras
Los viejos estudios berlineses de Babelsberg fueron sede de la quinta edición de Cartoon Movie, donde casi cincuenta títulos dieron testimonio de lo bueno y mucho que puede encontrarse más allá de Disney y los otros monstruos de la industria de la animación.
Por Pablo Plotkin
Los estudios cinematográficos de Babelsberg funcionan en un suburbio boscoso de Potsdam, capital del estado federado de Brandenburgo. Situada a cuarenta minutos en tren del centro de Berlín, la ciudad fue cuartel a cielo abierto del ejército prusiano y laboratorio del cine alemán en la primera mitad del siglo XX. Aquí Fritz Lang rodó Metrópolis (1926), el nazismo pergeñó su celuloide de propaganda y el general Von Treschkow planeó el fallido atentado contra Adolf Hitler. Durante el tiempo de la división, el muro atravesaba la mitad del lago Griebnitzsee y los estudios Babelsberg, pertenecientes a la RDA, se empobrecieron y perdieron su trascendencia. Desde la reunificación, Potsdam pretende recuperar el peso cinematográfico que hoy está en manos de Bayern Film, la gran productora de Munich. Los caminos de este recodo de Potsdam, llenos de caserones suntuosos y árboles secos, conservan cierto gélido glamour y el encanto historicista de calles como la Marlene Dietrich-Allee, pero Babelsberg todavía tiene que lidiar con ciertos fantasmas. En el centro de efectos especiales de los estudios, el fin de semana pasado se celebró la quinta edición de Cartoon Movie, un festival que presenta las novedades y el futuro de la animación europea.
Cartoon Movie funciona como una especie de feria privada pensada para generar un bloque de oposición al virtual monopolio de Disney y los demás amigos americanos. Se sabe que en Europa, entre 1926 y 2001, se produjeron 182 largometrajes animados, de los cuales 56 fueron hechos a partir de 1997. En su edición 2003, el festival presentó 49 nuevos films, algunos terminados y vendidos, otros que buscan financiación, otros que por ahora están en su “fase de concepto”. Trece provienen de Francia, nueve de España, seis de Dinamarca, cuatro del Reino Unido y Alemania, tres de Irlanda, Luxemburgo y Bélgica, y dos de Italia. Holanda, Noruega, Suecia y Polonia aportaron uno cada uno. De todos los proyectos exhibidos, sólo nueve son películas completas, entre ellas el gran largometraje de Pascal Morelli sobre el Corto Maltés, el legendario personaje de historieta del autor italiano Hugo Pratt (1927-1995), cuya distribución ya está garantizada en la Argentina.
Producida por la compañía parisina Ellipse Animation, Corto Maltese, the Arcanes Secret Court es la versión animada de un libro de la saga que en castellano se publicó bajo el título Corto Maltés en Siberia. Con un estilo sobrio y a la vez moderno, Morelli consiguió darle la voz y el movimiento que merece este gran aventurero nacido del vientre de una gitana y el esperma de un marino británico. Al comienzo, Morelli sitúa al Corto en una Venecia nacarada y soñolienta. Pero el final de la Primera Guerra Mundial encuentra al Corto en un barrio bajo de Hong Kong, lleno de refugiados rusos, piratas y mujeres hermosas. El héroe se topa con un viejo amigo, nada menos que Rasputín, que está desesperado por vivir nuevas aventuras. Elegante e invencible, el Corto se pone a las órdenes de una sociedad secreta china (Las Linternas Rojas), se embarca, improvisa un motín y sale en busca de un convoy cargado de oro de la familia imperial rusa. La aventura, que va corriéndose a través de las fronteras heladas de Manchuria, Mongolia y Siberia, cercadas por enfrentamientos entre bolcheviques y tropas rusas occidentalistas, deriva finalmente en Shanghai y, como todo relato del Corto Maltés, se magnifica como historia de amor y muerte, de revoluciones y desencuentros, con citas a la Cábala, el Dante y Rimbaud. “Siempre me pierdo en tormentas de nieve, no sé por qué”, le comenta el Corto a Rasputín, encendiendo un cigarrillo fino y entornando los ojos color miel. Otra de las sorpresas, también proveniente de Francia, es la futura Crossroad-The Devil’s Music, que todavía está en su etapa de desarrollo. En Potsdam se pudo ver un breve piloto presentado por su autor, Jean-Luc Fromental. Se trata de una especie de road movie musical animada que reversiona la historia de Robert Johnson, la primera y quizás mayor leyenda del blues estadounidense. El largometraje transcurre en los años ‘20 y ‘30, en la zona del Delta, en tiempos en que el racismo imponía a los negros una agenda existencial reducida a la plantación de algodón y los bailes nocturnos etílicos. Si bien Johnson aparece como un personaje aleatorio en ¿Dónde estás hermano?, Fromental recordó que no existen películas estadounidenses sobre este músico increíble que, según cuenta la leyenda autocreada, le vendió su alma al Diablo en una encrucijada de Mississippi para poder tocar la guitarra de esa forma tan “mágica”. “Quisimos desarrollar un personaje más allá de la biografía”, cuenta el autor. “No queríamos reducir la vida de este Mozart del blues a los clichés de la espiritualidad y la esclavitud. Pero Crossroad no esquivará ningún tema tabú: el alcohol, las plantas psicotrópicas, la marihuana, la práctica del vudú.”
Cultor de un estilo de dibujo y coloreo propio de la historieta estadounidense de mediados de siglo XX, Fromental reconoce como influencia al célebre Art Spiegelman, aunque sus ilustraciones para este film se acercan sospechosamente a los trabajos bluseros y jazzeros de Robert Crumb, dibujante genial y ermitaño que alguna vez abordó la figura de Johnson. Al ser consultado al respecto, Fromental se mostró algo incómodo y torció la respuesta hacia el carácter hosco de Crumb. “Ultimamente es imposible involucrar a Robert en cualquier clase de proyecto”, explicó.
Entre otros largometrajes en desarrollo, uno promisorio es Nocturna, de los españoles Adrián García y Víctor Maldonado, que rastrea en los misterios de la noche y genera un microuniverso en torno de los responsables de la oscuridad. Con un estilo gráfico que cruza a Tim Burton, Cybersix y el Disney más sombrío, Nocturna puede ser una de las sorpresas de la nueva ola de animación española. Menos interesante en términos estéticos (demasiado afanosa en parecer tridimensional), la alemana Memory Hotel aborda un tema inédito para el género. Escrita y dirigida por Heinrich Sabl, la historia transcurre en un hotel de la Alemania ocupada por los soviéticos, poco después de la Segunda Guerra. El hotel está a cargo de un ex soldado del Ejército Rojo y la ayudante de cocina es una chica alemana que perdió a sus padres en la última noche de combate. Más allá de los resultados artísticos del proyecto, la obra prueba el alcance del proceso de revisión histórica que se vive por aquí. Tan extenso que hasta toca a los dibujos animados.