ESPECTáCULOS › FERNANDO CABRERA LLEGA A BUENOS AIRES
Un secreto uruguayo
Es un referente ineludible de la música popular de la otra orilla, pero hasta ahora no había desembarcado aquí. Hoy estará de invitado de la Bersuit y el próximo fin de semana actuará en La Trastienda.
Por Martín Pérez
”Tuve la suerte de juntar en una sola noche dos acontecimientos musicales importantísimos en mi vida” –escribe Jorge Drexler desde España–. Tocar por primera vez en el Gran Rex y ver el desembarco de Fernando Cabrera en Buenos Aires”, enumera el uruguayo para Página/12, recordando que lo primero que quiso hacer al tocar a lo grande en la Argentina fue invitar a compartir ese honor a uno de sus referentes musicales más importantes. Un artista que en esta visita porteña intentará terminar con éxito aquel desembarco mencionado por Drexler. Primero, tocando como invitado especial a partir de hoy en los shows que Bersuit Vergarabat realizará en el Luna Park. Y el sábado de la semana próxima, presentando en La Trastienda Viveza, su último disco editado en el Uruguay. Un show que servirá para terminar de presentar en Buenos Aires al que tal vez sea la última de esas joyas musicales cinceladas durante décadas de carrera que Uruguay guarda en secreto sólo para los oídos más inquietos del otro lado del río.
“Para mi generación, Fernando Cabrera es un referente ineludible. Algo así como lo que fue Eduardo Mateo para la generación de Fernando, o la de Jaime Roos”, explica Drexler, cuya obra se puede entender mucho mejor dentro del contexto de la música uruguaya al escuchar a Cabrera. Nacido en Montevideo en 1956, Cabrera encarna el extraño caso de un cantante tímido dueño de una obra delicada, que sin embargo ha sabido sobrevivir como cantautor dentro del prolífico pero a la vez desolado mundo de la música popular uruguaya. Y con el tiempo esa timidez se ha convertido en seguridad, y aquellas delicadezas han anudado contundencias, sin dejar de ser fieles a su naturaleza. A cinco lustros de sus comienzos con el trío MonTRESvideo allá por 1977, Fernando Cabrera es dueño de una obra fascinante, cuyo irreprochable presente evita que sus fans necesiten de la nostalgia para recordarla con justicia. Sin ninguna licencia poética, se puede decir que Cabrera aún canta (y compone) realmente cada día mejor.
“Siempre encontré una particular belleza en la manera que tenía Cabrera de colocarse bajo un foco de luz con su guitarra, dejar salir su voz fina y apretada y cantar sin moverse, como no queriendo cantar, o como si tener que cantar fuera una fatalidad expresiva a la que no podía escapar”, recordó la escritora uruguaya Alicia Migdal en el prólogo del libro 56 canciones y un diálogo, dedicado a Cabrera. “Me parecía que esa particular belleza, tan antiescénica, era fiel al contenido poético de sus canciones, y que ese tipo tímido era una especie nueva de poeta –una especie antigua, en realidad– cuya misión era mantenernos atados a la butaca durante lapsos de tres o cuatro minutos, renovando cada vez la dádiva de sus canciones.”
Aquel reverencial texto de Migdal, ejemplar a la hora de describir el clima de los shows uruguayos de Cabrera, le hace honor a sus pequeñas canciones, que empezaron a hacerse conocidas con aquel grupo inicial. Enmarcado dentro del Canto Popular Uruguayo, MonTRESvideo duró tres años, hasta la grabación de su primer y único disco en 1980. “En esa época cualquier mediocre cantaba en el Palacio Peñarol delante de cinco mil personas y grababa discos; yo incluido”, recordó alguna vez Cabrera, que siempre habló con cierto menosprecio de aquella primera época de su carrera. “Toda mi vida desprecié aquel disco”, explicó hace poco. “Pero cuando hace unos años se reeditó en CD como parte de una colección que regalaba una revista, lo volví a escuchar y me sentí ahí muy adentro.”
Aquel disco le deparó su primer éxito –el tema “Agua”– y su desaparición dio paso al grupo Baldío. Con ellos Cabrera también grabó un único álbum en 1983, y a partir de allí comenzó una carrera solista que casi no se ha detenido hasta el día de hoy, más allá de algún viaje y cierto ocasional dúo junto a Eduardo Mateo. “Trabajar con Mateo fue difícil y maravilloso, porque el camino o el procedimiento era arduo y hasta cansador. Pero a veces llegábamos a sitios increíbles. El disco que hicimos no reflejaeso”, recordó Cabrera en el libro de Migdal, refiriéndose al álbum en vivo Mateo y Cabrera, grabado en abril del ‘87. Y agregó entonces: “Lo extraño tremendamente como músico. Por suerte alguna de sus cosas me quedaron”.
Un recorrido por la carrera solista de Cabrera tal vez hable de un antes y después de su trabajo con Mateo. Sus comienzos fueron con una seguidilla de discos con cierto sonido rockero californiano, compilados en un CD llamado El tiempo en la cara. Una época que deparó algunos clásicos –”El viento en la cara”, “Yo quería ser como vos”– y terminó después del dúo con Mateo con un viaje a Bolivia por quince días, que terminó durando quince meses. Allí fue donde compuso “El tiempo está después”, uno de los temas preferidos de Gustavo Cordera, el líder de la Bersuit, que seguramente lo cantará junto a Cabrera en el Luna Park. A su regreso Cabrera registró dos trabajos que inauguraron su etapa de madurez: El tiempo está después (1989) y Fines (1993). “Cuando era más joven sentía que tenía que mostrar mis canciones a toda costa, para legitimarme ante público y colegas”, explicó. “Eso llevaba a que editara un disco por año, o al menos lo intentase. Pero uno no siempre tiene cosas interesantes para decir.” Con el paso del tiempo, Cabrera ha incursionado en las bandas de sonido, como la del film uruguayo El dirigible, e incluso la producción discográfica. Suya es la producción de los últimos trabajos del grupo La Tabaré Riverock Banda y del cantautor Eduardo Darnauchans, otro secreto de la música uruguaya aún sin descubrir de este lado del Río de la Plata.
“Hay quien dice que es difícil entrar de primera en el microcosmos de sutileza clarividente de Fernando Cabrera”, escribe justamente Jorge Drexler. “No estoy seguro. Lo que sí sé es que una vez que se está adentro no es fácil salir. Y sino pregúntenle a Cordera”, agrega el cantautor uruguayo, que este año los presentó durante unas vacaciones en el balneario uruguayo La Paloma. “Conocí como músico a Cabrera a través de su disco con Mateo, pero este verano lo conocí personalmente cuando me lo presentó Drexler”, le explica Cordera a Página/12. Y recuerda que se llevaron tan bien, que los tres –Cabrera, Drexler y él– terminaron tocando canciones en los bares de La Paloma. “Como grupo, nos gusta regalarle a nuestra gente algunas apariciones en nuestros shows”, dice el líder de la Bersuit. “Ya lo hicimos en Obras con la gente de La Camorra, así que en el Luna Park les presentaremos un artista enorme como es Fernando”, señala el cantante. “Los Bersuit son admiradores de la música uruguaya, cosa que me hicieron saber repetidamente, para mi alegría y orgullo nacional”, explica Cabrera, un nuevo secreto musical uruguayo que –este fin de semana– dejará de serlo.