ESPECTáCULOS › PAGINA/12 ESTUVO EN BARILOCHE, EN EL RODAJE DEL TERCER CAPITULO DE “LOS SIMULADORES”
“Quisimos hacer una ‘Misión imposible’ criolla”
La llegada de los superhéroes urbanos provocó un pequeño revuelo en el sur. La ficción y la realidad se mezclan en el backstage de esta serie que el año pasado revolucionó la televisión y que en su nueva temporada va por más.
Por Mariano Blejman
La tropa fílmica está a pasos del Nahuel Huapi, en el Casino de Bariloche. Allí, Gabriel Medina (Martín Seefeld) hace de ladrón de guante blanco –y no es una forma de decir– para convencer a su cliente de que está enamorado de su propia esposa. El melancólico Medina, uno de los cuatro Simuladores, se acerca a la mesa de la ruleta, juega un número pleno (el 23) y el pleno sale, curiosamente, para algarabía de una dama que despunta el vicio de jugar (Eleonora Wexler), acompañada de su marido (Federico Olivera), actores invitados. La idea es arrancarle ¡a su propio cliente! una escena de celos de su mujer. Idea compleja. Segundos después, aparece Pablo Lampone (Alejandro Fiore), el hombre que todo lo puede conseguir, quien viene intentando husmear entre las huellas de un ladrón internacional de joyas, seguido por Interpol. Son imágenes del tercer capítulo del nuevo “Los Simuladores”, cuatro hombres encargados de resolver problemas que parecen irresolubles.
Bariloche ha sido elegido como el set de filmación ideal para reencontrar ese extraño oficio de superhéroe urbano, que se confunde ahora con el paisaje de la Patagonia. Acompaña la escena Emilio Ravenna (Diego Peretti), dirigido por Damián Szifrón, mientras que el cráneo Mario Santos (Federico D’Elía) ni siquiera tuvo la necesidad de viajar al sur. Estos cuatro superhéroes de carne y hueso, dedicados a resolver temas cotidianos –como el amor, o la falta del mismo, o la pérdida de un trabajo, o un ajuste de cuentas– están en pleno rodaje de la reposición del programa que el año pasado iba los jueves a las 23, cuyos primeros 13 capítulos fueron emitidos, increíblemente, tres veces por Telefé. Un programa, además, que ha recibido ocho nominaciones para los Martín Fierro.
“Me cuesta detenerme hasta no estar totalmente convencido de lo que quiero”, cuenta Damián Szifrón a Página/12, seguro ahora de que la idea del programa no es (enumera) “ni ‘Brigada A’, ni ‘El Chapulín Colorado’, ni ‘Misión imposible’, ni el ‘Superagente 86’, ni una de Clint Eastwood, pero tiene de todos ellos algo, más una vuelta de tuerca propia”. Este año puede haber sorpresas en un programa que, como la trama, parece complicarse y crecer con el paso del tiempo. “Me gustaría que este programa se hubiera mantenido en pequeña escala, pero crece y es muy difícil tomar la decisión de crecer y empezar a delegar. Lo mismo que me pasa con el programa es lo que les va a pasar a los personajes en la ficción.” La trama del tercer capítulo sacó de Buenos Aires a unas 40 personas, entre técnicos, actores y productores.
Los actores también están crecidos. “Los Simuladores” tendrán una “Brigada B” que ayudará a resolver casos más chicos, mientras que ellos, los originales, se han hecho ya demasiado famosos en la ciudad como para resolver todos los problemas juntos. “Brigada B es un chiste interno: los tipos no dan abasto con tanto laburo, y tuvieron que delegar la tarea, pero nunca termina del todo bien”, contará Federico D’Elía, desde Buenos Aires. Es como El Quijote segunda parte: sus personajes saben que se han hecho famosos y en este caso se les hace más difícil trabajar. “En este capítulo –cuenta Peretti– el cliente se ve ante una oferta grande de chicas y es una persona que tiene facilidad para comunicarse con las mujeres. Como está a punto de casarse, no quiere tener más ese doble pensamiento. Entonces le pide a Santos que le resuelva ese problema. Y es ahí cuando lo mandan a trabajar a Bariloche, un lugar de paz, alejado del ruido.” Y así está Peretti conversando con este diario, en paz, observando cómo Fiore apuntala sus arneses para tirarse en un parapente de la mano de su perro entrenado Betún. Así está Peretti, entonces, discutiendo consigo mismo si sube o no a un puesto de montaña a unos 45 minutos de caminata, en el Piltriquitrón en una ladera de El Bolsón, donde se ha movido la tropa simuladora para otra escena. Así de compleja está la vida dePeretti, aunque su perfil aguileño pareciera pensar cómo mantenerse siempre superhéroe.
Estos días de rodaje han levantado polvareda en Bariloche, Isla Victoria y El Bolsón, los lugares recorridos por la producción de Telefé. Un séquito de curiosos sigue a los actores por entre los árboles y espera la mejor toma para acercarse a hacer una foto. Las radios locales están a pleno. Victoria, por ejemplo, hizo de “extra” en la toma del Casino y luego, aunque nunca vio el programa (“pero conozco a los actores”, dice), se unió al grupo en sus paseos por Bariloche. Juan Pablo Pantano, periodista radial y productor, juntó gente para hacer de extras en algunas tomas y fue el último de la fila en sumarse al rodaje: también consiguió un bolo. “Los Simuladores” generan atracción. Como si la realidad se confundiera con la ficción, aquí, donde el paisaje es demasiado cierto para creérselo. Los curiosos presentes piensan que, verdaderamente, estos cuatro mosqueteros desaliñados pueden llevarse el mundo por delante y salir ilesos. Así es la ficción.
“Además de las excelentes historias, la dirección y la musicalización, la cuestión es que somos cuatro actores y amigos que se conocen mucho. Decidí juntarlos a todos, como lográbamos juntarnos para hacer un boliche. ¿Por qué no se podía hacer algo en la tele, que estaba ávida de historias entretenidas? Apuntamos a hacer una ‘Misión imposible’ criolla, en temas que no resuelve ni la Justicia, ni la medicina”, cuenta Alejandro Fiore, que muerde un pastito con la boca.
Será por el frío, pero cuesta separar a los actores de sus propios personajes. Están como pegados a sí mismos. Bailarán y festejarán la arriesgada toma del parapente, aunque algunos se conduelen con el utilero que se sacó el hombro en la montaña y terminó en el hospital de El Bolsón. “La serie tiene un modo de accionar realista en un contexto de superhéroes: no llevan máscaras, no vuelan, ni andan debajo del agua. Son superhéroes porque tienen un margen de error casi cero. Están volcados a problemas cotidianos y ese contraste genera un atractivo especial”, cuenta Peretti. Aunque este año es posible que tengan problemas. Incluso vienen pensando en llamar a “Los Simuladores” para que resuelva los problemas de uno de ellos mismos. La inexperta “Brigada B”, en tanto, los hará trabajar extra, mientras que durante varios capítulos un estafado de la primera serie –recuerden los memoriosos aquel participante de un ficticio reality show que quedó perdido en el desierto– se dedicará a buscar a “Los Simuladores” para cobrarse venganza. La serie, una vez más, estará llena de guiños a otras tiras míticas de los ‘70 como “Brigada A”, “Swat” o “Manix”. En la escena del Casino, por ejemplo, Medina le dice a la dama que juega la ficha: “Soy Dupont, Jack Dupont”, en alusión a James Bond.
Los cráneos no necesitan moverse para planificar sus acciones. Por eso Federico D’Elía no viajó a Bariloche: el guión no lo exigía. “Estar una semana entera solo es un placer. Tal vez nos vemos demasiado. Somos co-productores con el canal y somos un grupo en la ficción. Pero no tenemos los mismos roles en un lado y en el otro. La figura es el programa. ‘Los Simuladores’ te saca de la realidad, pero en un contexto creíble, desde un lugar más divertido y con solución que no se encuentra en la vida”, confiará después D’Elía, que tiene a su padre trabajando para él, en la ficción y en la realidad. “Los Simuladores” no tienen jefe, pero sus funciones están bien definidas: Fiore consigue lo que sea necesario, Seefeld es el hombre carismático capaz de lograr conductas inesperadas y Peretti es el hombre camaleón, que puede convertirse en lo que sea. No hay jefe. Federico coordina, pero es una cooperativa de trabajo. Y es curioso porque los cuatro actores funcionan así, también, en la vida real. El programa es de los cuatro actores y Szifrón, quien detesta las abejas que se han hecho plaga en El Bolsón. Según Peretti “siempre hay una necesidad de que resuelvan problemas. Somos como Robin Hood pero cobrando, aun a los más humildes. Nuestra ética es lo justo. Vivimos en un momento en que lo que es legal roza lo injusto y lo ilegal puede ser legítimo. Entonces entre esos dos planos ‘Los Simuladores’ toman la justicia por mano propia. Aunque los personajes no hacen una extensión social”. Eso lo dice Peretti, que se ofusca y rompe la monotonía del silencio inocente: “Los problemas que tiene la Argentina se resuelven a partir de verdades, no de operativos de simulacros”. Peretti es, además de productor, uno de los guionistas del ciclo, aunque los libros pasan siempre por el tamiz de Szifrón. Además hay tres colaboradores autorales: “Primero queremos saber qué tipo de problemas tendrá el cliente. Y luego qué tipo de operativo de simulacro se pone en juego”, cuenta Peretti.
Hay otro secreto todavía no develado y que se irá conociendo durante los capítulos que comenzarán probablemente a principios de mayo: la vida personal de cada simulador. ¿Dónde viven? ¿De dónde vienen? ¿Cuál es su pasado? ¿Cómo se juntan? Nadie lo sabe. “Pero tal vez eso lo vamos a averiguar en el cine”, adelanta Peretti.