ESPECTáCULOS
“Cuando se cometen las estafas, caen hasta los menos ambiciosos”
Pablo Alarcón habla de “Brutta miseria”, pieza en la que lidera a una familia de desocupados al borde de la desesperación.
Por Hilda Cabrera
Suena a resumen de una crónica catastrófica de estos días, pero Brutta miseria es el título de una pieza teatral en la que Pablo Alarcón protagoniza a “un chanta y ladronzuelo que siente lástima de sí mismo”. Este declara que lo importante es la familia, pero a veces se confunde y “puede llegar a matarla en nombre del amor”, según observa el actor, que se inició en el teatro en obras para chicos y logró destacarse en papeles de galán en las telenovelas de los años ‘70 y ‘80. La obra de los brasileños Jandira Martini y Marcos Caruso, traducida y dirigida por Alfredo Zemma, es uno de los espectáculos programados en el nuevo espacio cultural Club del Bufón (Lavalle 3177), cuyo elenco integran, entre otros, Ana María Giunta, Liliana Pécora y Héctor Nogués.
Alarcón (quien en realidad se apellida Marabotto) dice no haber descubierto grandes diferencias entre este grotesco de autoría brasileña y el rioplatense. Tampoco ha trabajado “esa cuerda”, si bien comenta haber visto composiciones de Osvaldo Terranova, excepcional protagonista de Cremona, de Armando Discépolo. En sus más recientes trabajos enlazó comida e historia (uno de ellos fue El cocinero, en coautoría con Carlos Nine) y participó de espectáculos sobre el autor ruso Anton Chejov. Fue intérprete en una aproximación a este escritor y dramaturgo en un ciclo ofrecido por Canal 7, con dirección de Oscar Barney Finn. Temporadas atrás actuó en Chejov-Chejova junto a Rita Terranova, en una puesta de Manuel Iedvabni en el Teatro Nacional Cervantes. Oriundo de Pellegrini (provincia de Buenos Aires), integró elencos de obras de diferente género. Memora –en diálogo con Página/12– cuánto lo maravillaban los actores y actrices que llegaban hasta su pueblo, “haciéndonos reír y llorar al mismo tiempo”. En cine, Alarcón fue convocado para varias películas, entre otras Las venganzas de Beto Sánchez, El grito de Celina (película filmada en 1975 y estrenada en 1983), Rosa... de lejos (que antes fue telenovela) y Abierto día y noche.
El actor advierte en los autores de Brutta miseria la influencia de la cultura inmigratoria italiana. “En este grotesco se modifican todas las estructuras. Los personajes son gente desvalida, pero entre ellos están los malos sin redención y los buenos, que tienen todos los derechos pero no las posibilidades de obtener lo que desean. Y ahí se da la lucha”, sintetiza. En su opinión, el entorno social ingresa en el texto al estilo del autor, actor y director italiano Dario Fo, quien junto a su mujer Franca Rame se lanzó a mediados de la década del ‘60 a desmitificar y provocar con un teatro ligado a los problemas cotidianos de los sectores populares. “Mi personaje es un apasionado –dice–, y su gran ambición es tener dinero.” Brutta miseria retrata a una familia de desocupados a punto de perder la casa hipotecada. A sus integrantes se les presenta la posibilidad de radicarse en Italia, y es esa esperanza la que contribuye a consumar la trampa.
“Esto es algo que conocemos bien los argentinos. Cuando se empieza a urdir la estafa, caen hasta los menos ambiciosos, a veces sólo por callar.” El enredo es tan grande que la anécdota central se multiplica: “Pequeñas historias aparecen por debajo de la trama, con personajes extraños, como el de un gato que sufre transformaciones”. Dentro de la miseria se pierde siempre: “El que se va, pierde su país; y el que se queda, por amor o por lo que sea, la posibilidad, quizás única, de salvarse”, puntualiza. No es la primera vez que los argentinos se encontraron ante esa disyuntiva; tampoco Alarcón, que vivió once años fuera del país. De éstos, cinco residió en Italia y los demás en España, Puerto Rico y Nueva York. “Trabajé en lo que pude”, cuenta. “Pinté casas y fui vendedor callejero, además de actor. Era otra época. Pero una cosa es irse por obligación y otra por motivos económicos. No quiero llorar miseria, porque soy un privilegiado, pero hace años que no acumulo dinero. Un buen contrato en televisión sirve para tirar unos meses, pero nada más.En este momento estoy en tratos para hacer una telenovela. Creo que si algo mejoró en la TV fue la forma de producir novelas, porque lo periodístico se convirtió en un muestrario de tics. Los que conducen se guardan la última palabra para destruir al entrevistado. Les importa cerrar como triunfadores e irse.”
El mismo fue productor de programas de entrevistas y cocina, como “Ricos y sabrosos”. “No gané dinero, pero fueron experiencias lindas”, asegura. El tema de la comida lo obsesiona. Dice estar creando un espectáculo en el que la cocina está presente, pero como elemento de relación social: “No tengo pretensiones de historiador, porque no lo soy, pero la comida se me aparece como un vínculo cultural profundo. En Brutta miseria (que se puede ver de jueves a domingo), en su mezcla de lo cómico y lo trágico, existe también una extraña conexión con lo que se come: es algo que está en mal estado o fue robado”. Le interesa crear en forma conjunta; ahora trabaja con un músico para ese espectáculo que “tiene como trasfondo la comida” y atraviesa el tango y la política. Cuenta ya con un título tentativo, Carne de baile (por aquello de “carnet de baile”). “Es comerse a la cultura y a la mujer que se saca a bailar”, adelanta.