ESPECTáCULOS
Vidas privadas en espacios públicos
El cineasta y director de teatro Federico León define a su película “Todo juntos” como “la mirada subjetiva de una relación”.
Por M. B.
La historia de la película Todo juntos, de Federico León, está situada en lo que ya sucedió. Lo que viven sus únicos dos personajes en el film trata del epílogo de una relación acabada, cuando una (ex) pareja no tiene más de qué hablar. Cuando el final es inminente y las caras tristes abundan. Es la primera película de León, más conocido como teatrista, por obras como Cachetazo de campo. La película es, como dice León en la entrevista con Página/12, “la mirada subjetiva de una relación”. La relación que mira a sus protagonistas. A través de sus personajes, Todo juntos (que estrena en Malba el jueves y estará durante octubre y noviembre) comienza como empezada. “Está llena de conversaciones que ya ocurrieron, donde todo está sobreentendido. Hay un acuerdo tácito”, dice León, que dirige y actúa. La mujer es la actriz Jimena Anganuzzi.
Parece prohibido llorar. O mejor, ya se lloró todo. “Con las obras de teatro también busqué la mirada subjetiva. Pero escribí el film en base a estos actores y a lo que les pasa adentro”, dice León. Se filmó en enero de 2001. “Estuve dos años reescribiendo, trabajé con el camarógrafo Bill Nieto. Era fundamental tener alguien de confianza detrás de escena, iba a actuar y dirigir”, dice León. “Todo juntos es la historia de un estado. De un devenir de los personajes por el mundo de lo acabado”, cuenta.
La idea era contar una historia restringida, deambular sobre lo tácito. “No le explicamos al público, ni a nosotros, que ya hablamos sobre el tema, y que padecemos una especie de espera. A la vez ellos no pueden dejar de verse todo el tiempo”, dice León. El cineasta trataba de contar una historia cuya estética fuese pensada para un lugar concreto. La pareja a punto de separarse intenta conectarse con el mundo externo. Quieren salir con viejos amigos, buscan a su familia, pero no hay vida fuera de ellos. Entonces vuelven a hacerlo todo juntos. Hasta se separan estando juntos. “Son situaciones privadas en espacios públicos, no pueden llevarse sus conflictos a casa”, dice León.
Una de las recurrencias del film es ver a León (en su papel de actor) matando a un chancho en el campo. “Es lo opuesto a la relación entre ellos dos: es exterior en una película interior, tiene una intención explícita de matar, no hay nada que uno deba imaginar en la acción de meter un cuchillo en el cuello de un chancho y dejarlo morir. Después de eso, él va a cuidar a su novia donde el clima es opuesto. Esa imagen trae una ducha de realidad”, dice León.
En una ciudad donde todo se intelectualiza, “donde todo se resuelve en una charla de café (hasta lo sucedido en una violación)”, la idea de León es cómo hacer actuar a un perro y que este perro después no sea reconocido por la calle. “¿Cómo es el personaje de un perro?”, se pregunta el director. Si la obra es analítica, Todo juntos usa el material que se resiste a ello. Es la orquestación de lo sudoroso e impulsivo. Y ellos, se anima, “son personajes que merecen ser violados”.
El director del film dirige la relación con la actriz. “Cuando grababa me ordenaba internamente, pero también externamente.” En la historia hay una relación dominante de León sobre ella (Anganuzzi) que se repite en distintos niveles. “En una película, siempre la relación del director con la actriz es de poder. En la ficción, la relación de él sobre ella también es de dominación. Por más que sea el epílogo, el hombre dirige lo que está por suceder.” Pero hay algo más: León filmó esa película mientras estaba separándose de su novia. Y su novia no era otra que Anganuzzi, la actriz, que cumplía con algo parecido a su rol en la filmación de una separación pegajosa.