ESPECTáCULOS › “RECONCILIADOS”, DE LA ARGENTINA RADICADA EN ITALIA ROSALIA POLIZZI

El presente, enjuiciando al pasado

El segundo film de la realizadora intenta una ambiciosa revisión de las cuestiones provocadas por años de dictadura salvaje.

 Por Horacio Bernades

Sumamente ambiciosa, tanto por los temas tratados como por el carácter de fresco histórico binacional y multigeneracional al que aspira, Reconciliados –segundo film de la realizadora argentina, radicada en Italia, Rosalía Polizzi– no logra, en el plano dramático y narrativo, ponerse a la altura de sus aspiraciones, que tal vez hayan sido demasiadas. En correspondencia con la trayectoria vital de la realizadora –nacida aquí pero radicada en Italia desde hace cuatro décadas–, Reconciliados intenta revisar las deudas, remanentes, olvidos y traiciones del presente para con las experiencias revolucionarias de los ‘70 en ambos países. Más allá de falencias concretas en el plano dramático, la propuesta de unificar en una misma historia experiencias que, por más puntos en común que tengan, no dejan de resultar diversas, da por resultado una tendencia a la generalización que termina barriendo diferencias.
Huyendo del terrorismo de Estado, que la marcó con un secuestro y tortura en la ESMA y la dejó viuda para siempre, Malena (la argentina Beatriz Spelzini) partió a Italia a comienzos de los años 80 con una hija en el vientre, hallando refugio en Roma y relacionándose prontamente con un grupo de militantes de ultraizquierda, que fueron azotados a su vez por la represión local. Malena se casó con uno de esos militantes, que aceptó la paternidad de la recién nacida y más tarde tuvo con él una segunda hija, que no deja de ver a su hermana mayor como una intrusa, huella viva de esa vida anterior de su madre que la chica se resiste a aceptar. Ahora, dos décadas más tarde, Roberto, ex militante de aquel grupo (puesto en prisión por un atentado contra un juez) sale de la cárcel, y es como un fantasma del pasado que viene a reponer todo aquello que sus ex compañeros se habían empeñado en olvidar. Para decirlo en palabras de la protagonista (que no por nada tiene nombre de tango) el regreso de Roberto les recuerda, a estos ex revolucionarios hoy integrados y exitosos, “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”.
Concentrado este complejo entramado dramático y coral en una reunión de todos ellos durante una tarde de verano, tendrá lugar allí una suerte de psicodrama político (no parece casual que una de las integrantes del grupo sea psicoanalista) al que se le suman otros núcleos temáticos, aportados por la madre del recién liberado (sobreviviente a su vez de un campo de concentración nazi), la traición de uno de sus ex compañeros y el estallido de la tensión latente entre Malena, su marido y sus hijas. No sólo parecen demasiados conflictos y excesivamente vastas las resonancias generacionales, históricas y políticas para querer resolverlos en una tarde y un living, sino que además Polizzi tiende a hacer pasar esa resolución por diálogos siempre lindantes con lo didáctico-explicativo, en boca de un elenco que no siempre se muestra a la altura del compromiso.
Es posible que el problema de Reconciliados pase por tratarse de la clase de película que –por construir imaginariamente un espectador tan poco avisado como esa muchacha que de pronto descubre, en un video casero, todos los horrores de la represión en la Argentina– tiende a relacionarse con el público de modo parecido al de la psicoanalista que intentaexplicarle a su auditorio, en sólo un ratito, cuestiones tan vastas como la pérdida de identidad y la irreparable pérdida humana y cultural que una dictadura puede ocasionarle a un pueblo entero.

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“Reconciliados” sigue el camino de Malena, una joven con un hijo en el vientre exiliada en Roma.
 
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