ESPECTáCULOS › “ALMA DE HEROES”, DEL ESTADOUNIDENSE GARY ROSS
Sólo una trifecta de actores
Tobey Maguire, Jeff Bridges y Chris Cooper se lucen como protagonistas de un film que apuesta todo a un caballo llamado “Seabiscuit”.
Por Martín Pérez
Aquello de que no hay segundos actos en las vidas estadounidenses es algo que Alma de héroes viene a discutir. Un film de aliento épico y basado en una historia real, cuyo título original es apenas el nombre de su protagonista, Seabiscuit, algo así como galleta de mar. El nombre de un caballo, pero no de un caballo cualquiera, sino de uno de carrera que fue mito popular hacia la segunda mitad de la década del ‘30 en Estados Unidos. Y cuya historia ejemplifica eso de que todo el mundo se merece una segunda oportunidad. Tanto un caballo retacón y cualunque como era Seabiscuit, así como un millonario con tristeza como su dueño, un solitario como su criador o un perdedor como su jockey. Y hasta una nación abrumada por el caos económico.
Con un énfasis manifiesto en la parábola de su historia, Alma... es de esas películas que se presentan altisonantes desde el primer párrafo de su voz en off, digna de un documental de cable y con fotos en blanco y negro que convocan a la historia con mayúscula. Por eso no se priva de nada al contarla. Y al presentar a sus protagonistas, tanto el país como sus hombres. Más allá del caballo, Alma... es una historia en tres actos y con tres protagonistas excluyentes. Uno de ellos es Jeff Bridges, encarnando a un millonario de la industria del automóvil al que su dinero no le evita una tragedia familiar. Otro es Chris Cooper, interpretando a un vaquero al que la llegada del automóvil casi dejó sin razón de ser. Y el último es Tobey Maguire, como el hijo de una familia acomodada que perdió todo en la Depresión, incluso su propia familia, y que viaja de aquí para allá montando caballos de carrera para vivir.
Ellos tendrán su segunda oportunidad gracias a un caballo aparecido casi de la nada, cuyos inesperados triunfos lo transformarán en un mito popular. Un mito sin pedigree que desafiará al campeón pura sangre de la época por clamor popular, convirtiéndose en la revancha de quienes no pueden pagarse una entrada para el Paddock. Con su historia como centro, allá lejos y hace tiempo, ya en una película protagonizada por Shirley Temple, Seabiscuit volvió al centro de la escena estadounidense con una investigación histórica firmada por una tal Laura Hillenbrand. A partir de ese libro, el guionista y director Gary Ross (responsable del guión de Dave y director de Pleasantville) construyó meticulosamente una película que es como un iceberg que revela tener muy poco debajo del agua.
Escritor de los discursos primero de Dukakis y luego de Clinton, Ross no ahorra metáforas políticas al acompañar el derrotero de Seabiscuit y sus mentores. Con el New Deal presentado como segunda oportunidad, su historia comienza con la construcción de una nación que mira hacia el Oeste, sigue con la Gran Depresión y termina en el heroísmo de quien corre sin saber si va a ganar. Pero gana. Demasiado grande para el cine que es capaz de ofrecer, Alma... apenas si entrega su historia de la vida real y a tresgrandes actores interpretando papeles a su medida. Jeff Bridges encarnando un Tucker –tal vez la última obra maestra de Coppola– “condenado” a un éxito casi a pesar suyo, Cooper haciendo a un ladrón de orquídeas que aquí va por los caballos y Maguire tratando de demostrar que es más que un hombre araña, algo que ya había demostrado mucho antes. Sin llegar a ser más que la suma de sus protagónicos, el film de Ross se calza demasiado la mayúscula, tanto que cuando debe narrar la historia ésta resulta ser demasiado minúscula. Y su épica termina siendo demasiado trillada y limitada ante el marco que se esmeró tanto en construir.