ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A JOE DANTE, EL DIRECTOR DE LOONEY TUNES: DE NUEVO EN ACCION

“En el cine actual hay demasiado marketing”

El cineasta que en su último film hizo revivir a los míticos Bugs Bunny y el Pato Lucas confirma sus críticas a Hollywood y señala que la muerte de la animación tradicional está aún muy lejos, “mientras siga habiendo chicos que dibujen con papel y lápiz”.

 Por Martín Pérez

Cada vez que le preguntan si alguna vez va a hacer una tercera parte de Gremlins, el director norteamericano Joe Dante contesta que ya hizo una tercera parte de Gremlins, que se llamó Small Soldiers. “Podríamos decir que, de alguna manera, Looney Tunes vendría a ser Gremlins cuatro”, le explica Dante a Página/12, en una entrevista telefónica desde su oficina, justo cuando su última película se acaba de estrenar en las pantallas locales. “Estoy pensando en dejar de hacer películas de este tipo, llenas de referencias y bromas. Es hora de pasar a otra etapa en mi vida”, asegura este nativo de New Jersey, fanático del cine norteamericano de los años cincuenta y sesenta, que se inició con Roger Corman y al que Steven Spielberg contrató para dirigir Gremlins a mediados de los ochenta. Dante tal vez sea uno de los directores más imaginativos y con aliento clásico de su generación, pero tiene un problema: “No entiendo por qué uno tendría que hacer una película a la que no iría a ver”, explica. En la última década sólo dirigió dos películas: Matinee (1993) y Small Soldiers (1998). “La gente ve los largos períodos de tiempo que transcurren entre mis películas y supone que me fui de vacaciones, saliendo de la selva para hacer una película cada tanto, pero la verdad es que en ese lapso uno intenta concretar diferentes proyectos”, explica Dante, que afirma que durante esos momentos a los directores les ofrecen películas que no quieren hacer, y ellos proponen proyectos que nunca se hacen. “Te dicen que al guión le falta una reescritura y es mentira. Lo que pasa es que no se atreven a decir que sí. Entonces te hacen reescribirlo una y otra vez, hasta que es horrible. Y entonces deciden que eso no se puede filmar”. Durante ese hueco en su filmografía, Dante declinó dirigir Casper, por ejemplo. Y también intentó realizar una nueva versión de The Mummy, con guión de John Sayles. “Alguien dijo que no le gustaba que fuese una historia contemporánea, que tenía que ser una película de época, como la original. ¡Pero la original no era de época, sino que estaba ambientada en 1933 porque se filmó en ese año!”, se ríe Dante, que asegura no haber visto la nueva versión que finalmente se rodó de The Mummy, que tuvo el suficiente éxito como para justificar una secuela.
–Uno de los proyectos en los que estuvo involucrado durante la última época fue Termit Terrace, una historia de la Warner basada en las memorias de Chuck Jones... ¿El haber dirigido esta Looney Tunes significa que aquel proyecto pasó a mejor vida?
–Lamento decir que es así... Obviamente, ésta es la clase de película que la gente de Warner quería para sus personajes. Cuando comencé a trabajar en Termit Terrace era un proyecto que recorría rigurosamente la historia de los animadores durante los años treinta. Era un guión muy divertido, pero también bastante fiel a la época, y el estudio decidió que no querían hacer una película histórica sino algo como Space Jam. La hicieron, se llenaron de dinero, y unos años más tarde decidieron intentar hacer otra clase de estas películas. Mientras ellos intentaban reemplazar a Michael Jordan por Jackie Chan por ejemplo, yo me di cuenta de que si no intentaba hacer algo como esto nunca iba a tener la posibilidad de hacer una película con Bugs Bunny.
–¿Es verdad que su proyecto, al menos para usted, se llamo Anti Space Jam?
–Bueno, en realidad no fui solo yo, sino que todos los que participamos de esta película, como el guionista o el director de animación, sentíamos que Space Jam no había sido una Looney Tunes. Porque los personajes habían perdido toda su personalidad, eran casi intercambiables. Así que le dimos la espalda a Space Jam e intentamos hacer algo bien diferente, que respetase las personalidades filosas de los personajes de los dibujos de las décadas del cuarenta y cincuenta...
–Casi se podría decir que su película comienza como una versión animada de The Player, aquella película de Robert Altman, por la forma en que describe la estrechez de visión de la gente que produce el cine contemporáneo.
–(Se ríe) En realidad, lo único que hicimos fue imitar el argumento de un viejo dibujo animado llamado You’ve gotta be in pictures, en el que el Pato Lucas convence a Porky de renunciar a su trabajo. Es un dibujo de 1939 y fue realizado en blanco y negro. Así que a partir de entonces comenzamos a pensar en los dibujos animados como estrellas de cine, y una vez en vena también se nos ocurrió que los Warner Bros. podrían ser unos gemelos no muy brillantes, y así se nos fue ocurriendo todo.
–Más allá del homenaje, seguramente tiene algo que decir sobre la forma en que Hollywood produce actualmente sus películas...
–En mi opinión, Hollywood dejó de ser un lugar interesante donde hacer películas después de los años setenta, cuando los estudios pasaron a ser parte de grandes corporaciones a las que sólo les interesa el resultado final, y nada más...
–Usted dijo alguna vez que la única forma de hacer películas es engañar a esa persona que siempre le dice lo que hay que hacer, para que le deje hacer lo que quiere.
–Así es. Todo el mundo es un experto, y dice que sabe lo que quiere, pero en realidad no lo sabe. Entonces te contratan por lo que supuestamente creen que le podés agregar a su proyecto, pero a partir de entonces lo único que hacen es meterse en tu camino e impedirte que hagas lo que te pidieron hacer. Así es como funciona el sistema. Y por eso la mayoría de los directores no pueden hacer sus mejores trabajos en este tiempo. Hay muchas manos en el mismo plato, demasiados investigadores de marketing, que te dicen cosas como que a las mujeres mayores de 42 años no les gusta tal escena, y entonces la deberíamos sacar de la película. Es difícil hacer buenas películas así.
–Hay una anécdota sobre una madre que salió horrorizada de la sala durante una exhibición de prueba de Gremlins. ¿Eso es cierto?
–¡Es verdad! (lanza una carcajada) Sucedió que, luego de la escena en que uno de los gremlins explota en el microondas, una mujer salió corriendo de la sala, arrastrando a su hijo. Recuerdo que pasó frente a mí, y yo me di cuenta de que el nene no se quería ir. Un segundo más tarde, el chico pasó corriendo frente a mí, regresando a la sala. Se le había escapado. Y la madre tuvo que esperar a que terminase la película, porque no podía encontrarlo en la oscuridad.
Una de las características de Looney Tunes es la cantidad de referencias y chistes en segundo (y tercer... y cuarto) plano que aparecen en cada escena de la película. “Me doy cuenta que muchas de esas referencias se les deben escapar a los más chicos, pero es algo que sucedía también en los dibujos clásicos”, asegura Dante. “Cuando yo era chico, lo que me gustaba era ver a Bugs y a Lucas. Pero una de las razones por las que fue pasando el tiempo y me siguieron gustando esos dibujos es porque hay en ellos capas y capas de significados. Así que lo que intentamos fue reproducir aquel espíritu.”
–Se habla mucho de todas las referencias al cine oriental que Tarantino introdujo en Kill Bill, pero quizás usted haya llenado Looney Tunes con la misma cantidad de referencias al cine norteamericano más clásico... ¿Dónde encontró tiempo para compilar tantas citas y homenajes?
–Bueno, eso es lo que pasa cuando uno tiene un año y medio para hacer una película: tenés mucho tiempo en tus manos. Es algo que hice en todas mis películas, pero donde más sucedió, aparte de Looney Tunes, fue en Gremlins. Fue otra película que tomó mucho tiempo en hacerse, así que mientras estás sentado en el set esperando que arreglen otra vez esemuñeco roto no podés evitar ponerte a pensar en qué gag podés agregar en segundo plano. Es una influencia de la revista Mad, me parece.
–Es sorprendente cómo Brendan Fraser es ya un dibujo animado honorario...
–¡Es increíble! Es uno de esos actores extremadamente buenos en hacerte creer que está mirando algo que no está ahí. Como ya había hecho esta clase de películas antes, se sumó a la fiesta con una habilidad para comunicarse con los dibujos animados de la que terminaron aprendiendo todos los demás actores... Porque se trata de un arte muy particular...
–Uno de los gags más divertidos de la película es cuando Porky y Speedy González están protestando porque la corrección política actual les ha quitado su trabajo. Sorprendió descubrir que no sólo es un gag, sino que es algo que realmente sucedió.
–Así es. Durante mucho tiempo Speedy González estuvo en lo que los estudios llaman una moratoria, o algo así. No hacían nada con él, no exhibían sus cortos, no vendían su merchandising, porque había grupos en norteamérica que se quejaban porque su personaje era un estereotipo latino. Recién cuando hicieron estudios de marketing en Latinoamérica se dieron cuenta de que a la gente de por allí realmente le gustaba el personaje, y lo han ido dejando salir de su ostracismo...
–Luego del éxito de películas como Buscando a Nemo se ha hablado mucho de la muerte de la animación tradicional. ¿Usted qué opina?
–Me parece que el hecho de que una película como Buscando a Nemo, o muchas otras que se han hecho en animación 3-D en los últimos tiempos hayan tenido éxito no está en el estilo de animación, sino en que eran buenas historias y muy graciosas. Si se hubiesen realizado en una animación tradicional hubiesen sido igual de exitosas. Pienso que la muerte de la animación en dos dimensiones todavía está bastante lejos... Al menos mientras haya chicos que dibujen con papel y lápiz, y se entusiasmen imaginando que esos dibujos pueden cobrar vida.

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En Looney Tunes, Joe Dante propone innumerables citas y homenajes al cine que más le gusta.
“Esas referencias se les deben escapar a los chicos, y eso sucedía también en los dibujos clásicos”, dice.
 
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