ESPECTáCULOS › CONCERTO ITALIANO ABRE EL CICLO NUOVA HARMONIA
Bach y el toque especialista
El grupo, dirigido por el clavecinista Rinaldo Alessandrini, es uno de los mejores del mundo en el campo de la interpretación del barroco. Hoy, en el Colón, harán tres de los Brandeburgueses.
Por Diego Fischerman
El barroco comenzó en Italia. Es más, algunos sostienen que, con su desmesura a cuestas, es un estilo eminentemente italiano que luego franceses, ingleses y alemanes adaptaron a duras penas. Sin embargo, la interpretación historicista de la música del 1700, hoy hegemónica, no llegó a imponerse en es país hasta hace muy poco. Cuando se hablaba de música barroca en instrumentos originales e interpretada de acuerdo con lo que se sabe del estilo de la época, se hablaba de intérpretes holandeses, alemanes o ingleses. Y cuando Italia irrumpió en el mercado lo hizo tocando música italiana y, casi siempre, sobreactuando la italianidad. Por eso un grupo como el notable Concerto Italiano se destaca sin dificultad.
Dirigido por el excelente clavecinista Rinaldo Alessandrini –cuyas versiones de música para teclado de Frescobaldi son una referencia obligada–, el grupo comenzó dedicándose al repertorio madrigalístico del comienzo del barroco, en particular a Claudio Monteverdi. Después llegó Vivaldi, algo inevitable si se piensa hasta qué punto este compositor está ligado al canon de la música italiana. Como muestra basta un dato: la primera grabación en disco de las ahora famosas 4 Estaciones fue realizada por un grupo de cámara romano en plena Segunda Guerra Mundial, en 1942. De ahí al prejuicio de que el Concerto Italiano –ya sindicado desde el nombre– sólo podía hacer bien música de esa nacionalidad había un solo paso. Pero, como para impedirlo, el grupo hizo dos cosas. Por un lado se resistió, desde el comienzo, a conceder a la caricatura latina, tal como lo hicieron sus competidores del Giardino Armonico. Y, por otro, se dedicaron a registrar en disco algunas de las mejores interpretaciones existentes de los conciertos de Johann Sebastian Bach. Hoy, Concerto Italiano tocará por segunda vez en Buenos Aires, inaugurando el ciclo Nuova Harmonia, que auspician la Fundación Cultural Coliseum, el Cidim (Comitato Nazionale Italiano Música), el Ministero per i Beni e le Attività Culturali, el Ministero degli Affari Esteri, la embajada Italiana en Argentina, el Consulado General de Italia en Buenos Aires y el Instituto Italiano de Cultura.
El concierto, a las 20.30 y en el Teatro Colón, incluirá la Sinfonía de la Cantata BWV 174 Ich liebe den Hoechsten von ganzem Gemuete, el Concierto Brandeburgués Nº 5 BWV 1050, la Sinfonía de la Cantata BWV 52 Falsche Welt, dir trau ich nicht, el Concierto Brandeburgués Nº 4 BWV 1049, la Sinfonía de la Cantata BWV 106 Gotta Zeit ist die allebeste Zeit y el Concierto Brandeburgués Nº 2 BWV 1047. Entre los integrantes del grupo llegarán varios de los nombres más importantes de la escena actual de la música barroca, entre ellos la violinista Francesca Vicari, y el violista Ettore Belli. Además, este concierto dará la oportunidad de escuchar como solistas a instrumentos actualmente desaparecidos o relegados a funciones muy alejadas del protagonismo que tenían hace dos siglos y medio, por ejemplo las flautas dulces y lo cornos da caccia. La inusual conformación del grupo instrumental del Brandeburgués Nº 2 (que tiene como solistas una flauta dulce, una trompeta, un violín y un oboe), el Brandeburgués Nº 4 (para dos flautas dulces) y la Cantata BWV 106 (con dos flautas dulces y viola da gamba en el lugar de solistas), sumados al Brandeburgués Nº 5, que otorga un papel central al clave junto al violín y la flauta travesera, son una prueba, en todo caso, de la falsedad de uno de los mitos más difundidos acerca de Bach. Se dice que su música llevó hasta las últimas posibilidades el lenguaje de su época pero que no le aportó nada nuevo. Sin embargo, tanto en lo formal como en la manera en que pensó las combinaciones tímbricas más osadas y, sobre todo, en cómo subvirtió las funciones que habitualmente desempeñaban los instrumentos, hay muy poco de conformismo estético.