ESPECTáCULOS
“Nos ganamos un espacio con coherencia y actitud”
Víctor Heredia presentará mañana y pasado en La Trastienda el espectáculo 22 años no es nada. En ese local (por entonces en Palermo), en 1982 grabó un disco en vivo, que Página/12 acaba de reeditar. “La gente iba a escuchar a los artistas que consideraba parte de la resistencia cultural”, dice.
Por Karina Micheletto
Las primeras actuaciones que Víctor Heredia pudo promocionar abiertamente, cuando la censura ya había levantado sus barreras más pesadas, fueron las de 1982 en La Trastienda. Por entonces, el local estaba en Thames y Gorriti, era mucho más pequeño que el actual y, al igual que otros reductos de la época, como Adán Buenos Aires, albergaba propuestas que no podían escucharse en otros lados. De aquella serie de recitales quedó registrado un disco en vivo, que Página/12 reeditó en una colección el mes pasado. Por esas cosas de la percepción rápida, la lectura desatenta o la publicidad mal entendida –o un encuentro de los tres factores–, al leer en el diario “Víctor Heredia en vivo en La Trastienda”, muchos pensaron que Heredia estaba en vivo en La Trastienda, y no en vivo en un disco que grabó en La Trastienda 22 años atrás. Como la sala empezó a recibir llamados de seguidores confundidos, el cantautor decidió darles el gusto y hacer un vivo 2004 en La Trastienda, al que llamó, con título de vodevil, 22 años no es nada. Será mañana y el domingo a las 21.30. El próximo martes, Heredia participará de los actos de celebración del primer año del gobierno de Kirchner, junto a Silvio Rodríguez, Charly García, Luis Eduardo Aute y Piñón Fijo, entre otros, y de allí partirá a dar conciertos en Canadá y Costa Rica. Mientas tanto, sigue escribiendo no sólo canciones sino también literatura, después de la novela Alguien aquí conmigo, la cuarta que escribe y la primera que se anima a publicar.
–¿Cuál fue el momento artístico más importante en estos 22 años?
–Fue muy fuerte el primer concierto que hice en el estadio Luna Park, en 1984, cuando saqué el disco Aquellos soldaditos de plomo. Tengo la imagen de la cola que se formó para sacar entradas de lo que iban a ser en principio tres conciertos y después fueron cinco, en un Luna Park que por entonces tenía capacidad para once mil personas. En una semana se agotaron las entradas, y a los cuatro meses di un concierto en Ferro para treinta mil. Y el disparador de todo eso fueron los conciertos en lugares muy reducidos como La Trastienda, donde la gente iba a escuchar a los artistas que consideraba parte de la resistencia cultural.
–Y entre todas las que compuso, ¿qué canción rescataría?
–Todavía cantamos fue elegida por la gente, simboliza una etapa. Y para mí es importante porque fue emblemática de las Madres de Plaza de Mayo, acompañó manifestaciones en contra del Punto Final y la Obediencia Debida. Y también llegó a las hinchadas de fútbol. Cuando una canción adquiere esas magnitudes, el nombre del autor desaparece, pasa a ser de todos.
–¿Cómo pasó de escribir canciones a escribir un libro de ficción?
–El paso fue traumático, porque tenía muchas cosas apiladas pero no me animaba a mostrarlas. La literatura es una de mis vocaciones, pero siempre me dio un poco de pudor. Además, no quería despertar suspicacias, que alguien pensara que me aprovecho de que soy conocido como cantautor para escribir un libro. Por eso trabajé mucho para que los lectores vean que hay una jerarquía literaria y conocimientos académicos en lo que escribo.
–Su novela hace alusión a un campo de concentración. ¿La desaparición de su hermana incidió en la elección del tema?
–Yo ya hablé de mi hermana en canciones específicas. El libro no habla de ella, ni de mi cuñado, pero, por supuesto, quise reflejar lo que sufrieron los treinta mil desaparecidos en la Argentina. Supongo que uno necesita sacarse cosas de encima, y desde algún lugar de mi inconsciente eso debe haber aflorado como parte de un mecanismo. Pero yo no elegí el tema voluntariamente, apareció solo. Y se me ocurrió que el protagonista tuviera en su personalidad todo aquello que tenía la generación de los ’70, sus conflictos, sus dudas, sus necesidades, sus giros ideológicos.
–¿Y ahora le dieron ganas de seguir escribiendo ficción?
–Es algo que hago desde antes, pero ahora que me animé tengo el incentivo de la publicación. Estoy corrigiendo algo que escribí hace diez años, es la historia de una familia marginal con mucha violencia y carencias. Repasándola me di cuenta de que tiene puntos de contacto con todo lo que nos pasa hoy.
–¿Siente que ahora hay mas espacio para la difusión de cantautores como usted o León Gieco?
–Sí, pero es un espacio que nos ganamos, nadie nos lo concedió. La convocatoria a nivel popular y la credibilidad que tenemos en nuestra coherencia y actitud, haciendo siempre lo mismo y defendiendo una postura de derechos humanos y de solidaridad, nos han echo ganar ese espacio.
–¿Por que aceptó participar de los actos de festejo por la asunción de Kirchner?
–Primero, porque sé que vienen amigos míos como Silvio o Aute. Y porque va a ser algo popular, sin discursos y dedicado al 25 de Mayo. Es un intento de recordar aquellos días patrios en que la gente iba a la plaza con los chicos a tomar chocolate, y creo que es un momento muy oportuno para intentar este tipo de propuestas, hay que empezar a recuperar la simbología con sentido patriótico. Va a ser algo similar a lo que hicimos con León para el 9 de Julio a beneficio de los inundados de Santa Fe.
–Pero el acto está anunciado como un festejo del aniversario.
–A mí me explicaron que era por el 25 de Mayo, pero si fuera así también estaría de acuerdo. Está a la vista que el Gobierno dio pasos importantes por la recuperación de la memoria, como el de la Esma, que puso algunas cosas en claro respecto de la relación que tiene que tener el Gobierno con las Fuerzas Armadas. Es un camino marcado por lo que se inició en 1983 con el juzgamiento a las Juntas Militares, y que yo celebro.