ESPECTáCULOS
“Estoy molesto con George Bush, ese tejano loco”
El puertorriqueño Robi Draco Rosa pasó por Buenos Aires para promocionar su último CD, Mad love, y se reveló como un personaje que supera el estándar del pop latino. Escribió canciones para Ricky Martin (Livin la vida loca) y para Julio Iglesias, pero es admirador de Rimbaud, Kerouac y Miles Davis.
Por Esteban Pintos
Robi Draco Rosa es un bicho raro del mundo latino de la canción pop. Habla con pasión de Rimbaud, Kerouac, Camarón de la Isla, Jim Morrison y Miles Davis, sentado delante de un afiche que lo muestra impecable, con su jopo latino recién acondicionado, después de una conferencia de prensa en la que debió responder todo aquello que él sabe le van a preguntar. Claro, Robi Rosa compuso y produjo Livin’ la vida loca, La copa de la vida y She bangs para Ricky Martin, tres superéxitos (la primera, sobre todo, basta con ver el final de Shrek 2 para entender su notable influencia en la cultura popular moderna). Pero no sólo habló de Ricky Martin. En una larga entrevista con Página/12, Robi Rosa habló de su tierra, Puerto Rico, se despachó a gusto contra Bush, habló de su percepción musical, de Bukowski y Julio Iglesias. Pasó por Buenos Aires para promocionar su disco Mad love, el más cuidado y perfeccionado de todos los que haya hecho. Tiene tres nominaciones al Grammy latino, lo que de alguna manera termina de oficializar su rol en el gran circo del entretenimiento musical. Pero es raro, quedó dicho. Habla de percepción, de mares de entendimiento, del destino mientras en su compañía discográfica elaboran planes de marketing para vender más discos.
–La película A day without a mexican cuenta qué pasaría en Los Angeles si, de un día para otro, la ciudad se quedara sin mexicanos. ¿Qué pasaría en la Costa Este si eso sucediera con los puertorriqueños?
–¿Un día sin puertorriqueños? Uy, no sé... Lo que sé es que somos 322 millones de personas que hablan en español. Pero es un tema demasiado intenso, brother, que no se cómo expresar en pocas palabras. Comienzo con Puerto Rico porque yo tengo mis hijos, y el gobierno de Estados Unidos se puede llevar mis hijos a la guerra, y no puedo votar un presidente. Ya con eso es un problema. Siempre digo que los puertorriqueños caminan con un peso de mil hombres. Lo digo porque desde 1898, entre americanos y españoles nos han traído problemas y más problemas. El puertorriqueño debe rechazar el dólar, que sean euros, pounds, yens, pero que rechacen el dólar. Mi parte romántica también pide la independencia de los Estados Unidos. Porque estoy molesto, sabes... Estoy molesto con Bush, con ese tejano loco, estoy molesto con esas injusticias, estoy molesto con el cine de Hollywood porque mi mujer que es actriz va todos los días a buscar trabajo y siempre le ofrecen papeles estereotipados, ridículos. Paso y resido eventualmente en Estados Unidos, que me parece un país interesante, pero... Si puedo probar que la familia de mi abuelo es italiana, me darán el pasaporte italiano. Me gustaría tener un pasaporte puertorriqueño.
–¿Le molesta que siempre le pregunten sobre Ricky Martin?
–No me molesta, las preguntas son palabras. Se las lleva el viento. Producir aparece en el momento de mi vida en que debía aparecer. Si tú me preguntas si quería producir, te digo que no. Pero un día tuve una realidad, que era un bebito, y miraba por la ventana y veía mi carro del ‘66, tenía una mujer... Me llegó una llamada de Angelo Medina, para escribir una canción y cantar en el disco. Dije que no. Me pidió que lo pensara. Pero volví a la realidad. Por eso fui, me costó y por eso elegí otro personaje: Ian Blake. Dije “voy a ser ciego con lo que pase alrededor y me voy a enfocar en mi trabajo’. Hice varios discos porque sentía que estaba dentro del mar de las conquistas, pero después de She bangs sentí que entraba en el mar del mantenimiento. Y elegí irme.
–¿Podría enumerar aquellas obras o artistas que realmente influyeron en su vida, en su carrera artística?
–Una temporada en el infierno, de Rimbaud, y En el camino, de Jack Keroauc, me cambiaron la vida intensamente. También Nietzsche, para el lado oscuro de mi vida. Y Neruda, que fue el primer poeta que me inspiró, tanto que escribí una canción (Cruzando puertas) que si te aprendes la melodía tú puedes cantar exactamente el poema. Antonin Artaud, André Breton, fueron muy importantes para mí en mi adolescencia. Después Ginsberg, Burroughs y Bukowski, brother... Yo tomaba bastante, me creía el Bukowski latino. Y Miles Davis me dejó su marca de improvisación: OK, hago canciones pop que se pasan en la radio, pero siempre detrás está la idea de que todo debe fluir naturalmente. Hasta en canciones como La vida loca él tuvo que ver. Quiero nombrar vocalistas, que me empujaron a pensar, “¡guau! Si pudiera cantar como ellos...”: Sly Stone, Jim Morrison. Y el tercero, Camarón de la Isla. Los tres hacen canciones bien frágiles y piezas de mucha rabia, de mucha intensidad.
–Nombra estos personajes y también compone canciones para Julio Iglesias. ¿Cómo es esto?
–O voy con tu opinión o voy con el corazón. Yo le doy chance a la gente para que hable. No me dejo llevar por lo que digan. Voy a contar una historia: me llamó un amigo mío y me pidió que le hiciera el favor de conocer a Julio. Yo le había dicho, inicialmente, que no y que no, como tú supondrías... (risas). Digo OK, voy a ir a tripear. Y me voy al Caesar Palace y me encuentro con todo el circo, completamente tripeoso... Entra Julio, no sabía qué decirle y me salió “Oye Julio, siento que te vi... (en realidad, lo había visto en Los Angeles en el museo de cera). Me miró raro, claro, y pensé ¿por qué dije eso?”. Compartimos una mesa gigantesca y Julio pide vino. Lo prueba, pero lo rechaza. Entonces, llama a uno de sus aliados en la mesa y lo manda a buscar una valija. Y viene con una cosa gigantesca que se abre y aparecen ¡muchas botellas de vino! Del mejor del mundo, francés, chileno, argentino, de California, brother... Buen rollo con Julio Iglesias: ese macho está loco, es un excéntrico de la vida, es un personaje realmente tripeoso.