ESPECTáCULOS

“El varieté es un buen modo de formar actores”

Junto al grupo Los Cometabrass, Leandro Rosati viene sacándoles el jugo a los códigos under desde los ’80. Pero en Trip Telúrico se animan “a un tema que no tiene intención de agradar o hacer reír”.

 Por Cecilia Hopkins

“¿Qué pasaría si un funcionario honesto investigara a una gran empresa? Di Pietro, el funcionario, es un hombre común. Pero los otros –el extraño empresario, su extravagante secretaria y su siniestra mascarada–, ¿qué pretenden?”, se pregunta Leandro Rosati, coautor con Teresa López de Trip Telúrico (una obra de terror), el estreno de Los Cometabrass. Nacido en el fragor del under, en los ’80, el grupo se fogueó en números de varieté en el Rojas y el Parakultural y afianzó su lenguaje en musicales como Secuestro porcino y la premiada La Carmen, un clásico marginal, parodia de la ópera de Bizet. Junto a la actriz y cantante Dalila, Rosati abrió Medio Mundo Varieté, un enclave del under de la época, que combinaba la pista de baile con la intervención teatral, musical y de imagen, el mismo lugar donde Batato Barea coordinó un espacio de experimentación que llamó Banquete Teatral. De aquel momento de renovación, el grupo aún conserva su apego a las técnicas mixtas del varieté: Pochoclo, El varieté de Olindo y Lo qué fueron sus últimas producciones. Esta vez se animan a la puesta en escena de una obra que, si bien guarda relación con el género de sus amores, cuenta también “con un tema y un argumento, y no tiene intención de agradar ni hacer reír”, según su director. El elenco está integrado por Rosati, Dalila y López, además de Pamela Rementería. Las funciones tienen lugar en el refundado Medio Mundo Club de Arte, en Hipólito Yrigoyen 2148.
–¿Qué le atrae del varieté?
–Me seduce por el hecho de ser un género muy duro, que no tiene la contención de una escenografía o un gran texto. Es un género horizontal, sin jerarquías, en el cual el actor debe mostrar una habilidad específica que hasta puede no ser artística. Como en el caso de Parravicini, que comenzó como tirador sobre cuerpo humano. El varieté, aunque puede no estar ligado al humor sino a lo musical o lo emotivo, tiene la movilidad de la fiesta, donde la convención del espectador no es rígida como en el teatro, porque está en un bar, puede charlar y distraerse. Pero por eso mismo el actor tiene que ser muy hábil y saber cómo captar su atención. Es un muy buen método para formar actores.
–¿Qué cambios propone Trip Telúrico?
–Para nosotros es nuevo hacer una obra de teatro. La historia propone dos planos. Por un lado, lo que le sucede a un funcionario honesto –es una ficción, claro– que encabeza una comisión que va a investigar a una gran empresa. Y lo que hacen el empresario investigado y su secretaria para que no cumpla su tarea. Pero el espectáculo trabaja sobre escenas que no son fáciles de advertir en la realidad, que son metafóricas y se asientan en la imagen y la música.
–En otro espectáculo trabajaron con la figura del ser nacional, ¿acá sucede lo mismo?
–Sí, en Desfile argentino, mutantes, trajes y máscaras, de 1996, uno de los personajes era el Ser Nacional. Aquí aparece el Ser Capital, que no sabe de patrias y tiene las caras más variadas: un domador de circo, una mujer sexy, un masoquista. Lo telúrico se percibe en imágenes de doma y yerra, referidas al poder y la dominación. Vemos que hay personajes en la realidad que están marcados como reses: alguien se apropió de ellos, no pueden zafar y van al matadero a instancias de su patrón.

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Los Cometabrass fueron uno de los grupos centrales en la gran explosión del under en los ochenta.
 
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