ESPECTáCULOS › JAIRO PRESENTA UN DISCO CUADRUPLE EN EL TEATRO COLISEO
“Lo mío parece una flor en el fango”
El cantante cordobés apostó, en plena crisis económica, a editar un notable trabajo recopilatorio, que incluye un libro con fotos inéditas. “Mientras pueda, no pienso detenerme ante la adversidad. El show lo hago con todo el cuidado de puesta en escena, por más corralito que haya”, dice.
Por Karina Micheletto
Hace ya tiempo que Mario González se convirtió en Jairo y que dejó Cruz del Eje para transformarse en el personaje que describe la “Milonga del trovador” de Ferrer y Piazzolla. El trovador en cuestión recuerda ahora que un día le contó a Ferrer cómo partió de su pueblo natal una madrugada de escarcha y cómo toda su familia fue a la estación de tren a despedirlo, pañuelos en mano, y que el poeta volcó esa anécdota en la canción: “Después le criticaban que la estrofa que dice ‘como un rumor de nidos volaban tras de mí aquellos pañuelitos en la estación’ describía una imagen demasiado cursi para ser real. Desde entonces cada vez que la hago en el teatro y está Ferrer entre el público, lo miro y le hago un gesto, y él me responde ‘¡vamos todavía!’”, cuenta Jairo, en la entrevista con Página/12, portando su sonrisa inalterable.
Treinta años de carrera y más de cuarenta discos después, Jairo editó el disco-libro Puro Jairo, que desde su tapa anuncia sin estridencias: “Canciones. 1970, 2001”. Se trata de una recopilación de cuatro CD que reúne lo más destacado de su obra y que incluye el álbum Jairo canta a Borges, con poemas del escritor musicalizados por Cuchi Leguizamón, Astor Piazzolla y Julián Plaza, entre otros, cuya difusión fue prohibida cuando salió en vinilo, en 1976. El libro que acompaña a los CD está cuidadosamente diseñado por el mismo Jairo, quien personalmente buscó en sus archivos y armó en su computadora el arte que incluye fotografías de distintos momentos de su carrera (entre otras “rarezas” hay una que lo muestra abrazado a Astor Piazzolla y Diego Maradona) y recuerdos personales, como la dedicatoria de un libro que le regaló Yupanqui: “Para Jairo, criollo como el pan cordobés”. Hoy presentará parte de este trabajo en el teatro Coliseo (anoche concretó la primera actuación), junto a Yaco González, Guillermo Cardozo Ocampo, Daniel Ferrón, Osvaldo Figueras, Gustavo Horche y Miguel Tallo, con luces y puesta en escena de Juan Carlos Baglietto. Luego de estos shows, sus planes para este año incluyen presentaciones en lugares tan remotos como Turquía, Lituania y Letonia.
–¿Por qué decidió lanzar una superproducción como ésta en un momento de retracción del mercado discográfico?
–Planteado así, lo mío parece una flor en el fango, ¿no? Este es un trabajo que venía planificando desde mucho tiempo antes de que se desatara la crisis, y suspenderlo hubiera sido reconocer que esa crisis pudo conmigo. Mientras pueda, no pienso detenerme ante la adversidad. El show en el teatro lo hago con todo el cuidado de puesta en escena, al estilo de los que siempre preparo, por más corralito que aparezca.
–¿Quiere decir que en su caso la crisis económica no afecta su trabajo?
–Por supuesto que los resultados comerciales no son los mismos, y seguramente hay que pelear más cada paso que se da, enfrentarse a mayor incertidumbre. Lo mejor que tengo es que nunca perdí el entusiasmo. Leo el diario y me cabreo, miro los noticieros y le quiero tirar un plato al televisor, pero pasado ese momento el entusiasmo sigue intacto, puede con todo eso. Siempre le digo a mi mujer que aunque haya una debacle mundial y se caiga todo, yo voy a seguir cantando. Cantaré a capella en una esquina, o en el Metro de París, si todavía existe, y se va a parar uno a escucharme, después dos y tres, y el cuarto va a ser un tipo que me va a invitar a cantar en un bar, y cuando me escuchen en el bar alguien me va a proponer actuar en un teatro. Estoy tan seguro de eso, que puedo vivir tranquilo, porque no tengo ninguna duda con lo que hago.
–Usted tiene más posibilidades de trabajar afuera que en la Argentina, y en mejores condiciones. ¿Lo vive como una contradicción?
–Para nada. Lo mío siempre fue así, no se trata de desechar una cosa para hacer otra, sino de mantener una diversidad de actividades. En los shows que estuve haciendo por el interior del país comprobé que la respuesta del público sigue intacta. Cuando fuimos a Mar del Plata para Semana Santa teníamos un poco de miedo de que no se vendieran muchas entradas por la situación económica, y finalmente hubiéramos podido hacer dos teatros repletos. Es decir que a pesar de la crisis hay una cantidad de gente que sigue respondiendo a las propuestas artísticas.
–¿Qué significó para usted regresar este año a Cosquín y ganar un premio?
–No soy un cantante de extracción folklórica, pero canto y siento el folklore, y haber encontrado eco en ese terreno es una de las grandes satisfacciones de mi vida. Fui por primera vez a Cosquín relativamente tarde, en el ‘88. Ese año se armó lío porque llevaron por primera vez cuarteto, y los diarios de Buenos Aires le pegaron al festival, a Córdoba y a los cordobeses. A los dos días tenía que actuar yo, que en ese momento no tenía tanta repercusión en Córdoba. El show fue muy bien recibido y los diarios cordobeses salieron a decir “este también es cordobés, esto también es Córdoba”. Ahí empezó mi gran romance con Córdoba, gracias a una casualidad. Después fui todos los años hasta que tuve un altercado con Mahárbiz, que dijo que Guarany cobraba lo mismo que yo y llenaba la plaza cualquier día de la semana, una comparación innecesaria. Este año volví porque la comisión que se hizo cargo del festival me convocó.
–Algunos de sus clásicos como “Trabajo, quiero trabajo” adquieren nueva vigencia. ¿Nota una diferencia en la respuesta del público?
–Sí, se nota una cierta predisposición a plegarse a la protesta, aunque esa es un canción que siempre tuvo vigencia. Es curioso cómo se resignifican algunos temas con el paso del tiempo. Esa, por ejemplo, es una canción de protesta que escribió Yupanqui en los 50, refiriéndose a la condición de los mineros en una sola región de la Argentina. Y hoy está hablando de lo que pasa en todo el país. Algún día alguien se tendrá que hacer responsable de que esa canción, además de seguir viva por su belleza, siga teniendo vigencia por la protesta que encarna.