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En sus películas más logradas (The Big Clock y ésta, bastante menos conocida), el australiano John Farrow (papá de Mia) supo mostrar un gusto por la excentricidad sarcástica, que lo llevó hasta el borde mismo de la pulverización genérica. En ambos casos se trata de films noirs, a los que el realizador desvía y malversa, hasta volverlos casi irreconocibles. Aquí, al gran Robert Mitchum unos hampones le pagan una ponchada de plata, para que vaya hasta un balneario mexicano... a esperar algo que él no sabe en qué consiste (y el espectador tampoco). Como una Esperando a Godot con diálogos escritos a medias entre Chandler y Groucho Marx, no es raro que por allí ande Vincent Price, robando cámara con una de sus especialidades: el patán pagado de sí mismo. Para los anales de la bizarría cinematográfica.