ESPECTáCULOS › EL MURGON DE LA ESQUINA, EN EL CICLO MOMUSI
“Que la música sea un hábito”
El grupo, que se presenta mañana gratis en el San Martín, apunta a conectar con un público infantil que no es ajeno a la realidad actual del país. “Hoy el camino es mucho más difícil”, argumentan.
Por Oscar Ranzani
En los últimos años la escena musical de Buenos Aires dio testimonio de una explosión de bandas para chicos, que buscaron diferenciarse de otras formaciones clásicas que subestimaban a los pibes hablándoles en diminutivo con letras vacías de contenido. Con dos años de historia, El Murgón de la Esquina forma parte de la camada de agrupaciones que tienen algo diferente para decir. En su estilo musical se definen como multirrítmicos, ya que transitan por el rock, candombe, folklore y hip hop, entre otras vertientes. Sus temáticas abordan temas como la ecología, el valor de las relaciones humanas, el sentido de la amistad. Mañana a las 11 tocarán gratis en la Sala B del Centro Cultural San Martín, en el marco del Ciclo Momusi, una oferta ideal para chicos entre 4 y 12 años. Tres de sus integrantes, Natalia Chiesa (voz principal y tecladista), Facundo Alvarez (compositor y percusionista) y Gabriel Conlazo (director y puesta en escena), dialogaron con Página/12.
–¿Qué sensaciones buscan generar en los chicos a través de la música?
N. C.: –Buscamos que los chicos puedan disfrutar de las canciones y que puedan jugar con ellas. Una idea más a largo plazo tiene que ver con crear un hábito con las canciones dentro de sus vidas, que la música sea un hábito.
F. A.: –El espectáculo está pensado como un viaje a través de canciones que proponen juegos, sensaciones, recuerdos, chistes. La idea es transitar a través de una hora por cosas ligadas a lo humano de todos nosotros. Es decir, las cosas que tienen que ver con los sentimientos, el afecto y también con la diversión.
G. C.: –Cuando me uní al grupo me preguntaba cómo trabajar para chicos en este momento en el que están viviendo una realidad donde los padres están sin laburo, donde prenden la tele y la policía reprime a la gente en Plaza de Mayo, donde los presidentes cambian todos los días. Digamos que se vive en un nivel de locura generalizada. Y los chicos están en medio de todo eso sin saber qué hacer. Entonces, nosotros desde la música nos conectamos en un nivel humano y tratamos de no agregar demasiada información. Tenemos una historia para contar e investigamos desde la música y la contamos desde ese lado. En ese viaje tratamos de hablar lo menos posible y de que la experiencia y la vivencia de ese viaje lleguen a través de lo musical. Los juegos que les proponemos son para que puedan bailar, jugar, saltar, corear. Pero siempre desde la música.
–¿Qué nuevos desafíos implica cantar para chicos? ¿Qué cosas deben tener en cuenta?
N. C.: –A nivel musical, uno es tan cuidadoso como cuando toca para el público mayor de edad. El público infantil es tan exigente como el adulto. Siempre hay que estar pendiente de captar la atención. Ese es el desafío. Un grande puede estar mirando o hablando y, sin embargo, estar escuchando. Cuando se dan vuelta los chicos es que ya no les interesó más.
F. A.: –Para mí, los chicos son un público más difícil que los grandes en el sentido de que si no les gusta o no se enganchan, no hay forma que valga. Como compositor de las canciones soy muy cuidadoso. No porque haga música para chicos voy a hacer letras con diminutivos. O hablar de cosas boludas. Me parece que es mucho más difícil el camino. La música que escucho, sobre todo en la televisión, no dice nada, no tiene contenido. Lo que hay que evitar es cierto facilismo y no darles todo masticado porque los pibes también pueden hacer su apreciación y su interpretación.
–Ustedes pasan del folklore al rock, del rock al candombe, de allí al hip hop... ¿Qué les permite esta diversidad musical?
F. A.: –Lo primero que nos permite es jugar mucho. No queremos caer en estructuras. Es jugar y cantar en un marco musical absolutamente posible. O sea, si estamos tocando un merengue y, de repente queremos pasar a un rock, lo podemos hacer porque nos lo propusimos. También permite generaruna diversidad de climas y de momentos. Como pasar de un simple juego a una cosa más emotiva, por ejemplo.